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6-D: Vox se 'sale' del sistema, Iglesias se 'mete' de lleno
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Estefania Molina

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6-D: Vox se 'sale' del sistema, Iglesias se 'mete' de lleno

Esa tensión sistema-antisistema a la derecha se apreció en la sesión constitutiva de las Cortes: con Vox saliéndose de los acuerdos con PP y Cs para la Mesa del Congreso

Foto: El diputado de Vox Iván Espinosa de los Monteros, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, e Inés Arrimadas, de Ciudadanos. (EFE)
El diputado de Vox Iván Espinosa de los Monteros, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, e Inés Arrimadas, de Ciudadanos. (EFE)

Pablo Iglesias e Iván Espinosa de los Monteros protagonizaron este viernes Día de la Constitución una llamativa imagen de compadreo en el Congreso, cual metáfora del traspaso entre Podemos y Vox de la función que ambos vinieron a cumplir al sistema político. Iglesias acudía otro año más a la cita, con su estrenado tono vicepresidencial, lejos de la ausencia de 2016. Quien no asistía ahora, en cambio, era Santiago Abascal, que reivindicaba la festividad desde las calles de Barcelona. La curiosa estampa de Podemos entrando en el sistema, y Vox, quedándose fuera.

Pues Iglesias ha elegido la institucionalización del Gobierno, cediendo ciertos de los principios de Podemos. El primer indicio llegó con el decreto del ‘155 digital’, en que el partido morado negoció con los socialistas una abstención, a modo de guiño con el conflicto en Cataluña. En adelante, serán de esperar otras cesiones: no se derogará la reforma laboral, ni Podemos abrirá debates monarquía-república. De extrañar sería ya la crítica incesante a las ‘cloacas’ del Estado, que parecen desvanecidas del lenguaje podemita desde que se ven en Moncloa.

Un corrillo entre Iglesias, Espinosa de los Monteros y Arrimadas, anécdota del 6-D

Tanto es así, que el primer gesto de Iglesias a su llegada al 6-D fue reivindicar varios artículos de la Carta Magna, como en las elecciones del 28-A y el 10-N. La formación morada, pisando moqueta, se dispone a profundizar la senda de aquel sistema que antes llamaban “régimen del 78” y ahora enarbolan como “la mejor vacuna y el mejor cinturón de seguridad para proteger a las mayorías sociales del auge de la extrema derecha”. Podemos se dispone esta XIV Legislatura pues, a ser lo que tanto les aterraba en su llegada al Congreso: la muleta del PSOE.

Aunque todo sería una interpretación sui generis, si la estampa no tuviese vinculaciones de fondo con el espíritu que sobrevoló la festividad el 6-D: la reforma de la Constitución. Por primera vez hay más partidos que nunca impugnando el actual modelo: entre las aspiraciones del independentismo catalán (JxCAT, ERC, CUP), EH Bildu, el PNV; el rechazo al Estado de las autonomías de Vox; la plurinacionalidad de Podemos, entre medidas puntuales de Ciudadanos o el federalismo del PSOE. Por primera vez, también, es más difícil la reforma que nunca.

El Gobierno de coalición raramente podrá satisfacer aquella pulsión revolucionaria de los indignados del 15 de marzo

Primero, porque Podemos ha quedado inservible para cuestionar de calado el sistema, si va a ser más parte de este. Por tanto, el Gobierno de coalición raramente podrá satisfacer aquella pulsión revolucionaria de los indignados del 15-M. Segundo, por la disparidad de intereses territoriales de Puigdemont, Abascal, Otegi o Esteban. No es lo mismo recentralizar el Estado (como según el CIS de septiembre, quiere un menguante 16% de la población) que satisfacer al 9,2% autodeterminista, o al 41% creciente que defiende el modelo autonómico.

De hecho, quienes siguen impugnando el pacto del 78 fueron los principales ausentes a la celebración de este 6-D: JxCAT, Bildu, ERC, PNV, CUP, Alberto Garzón (IU) y Santiago Abascal (que sí envió a Javier Ortega Smith o Espinosa de los Monteros). La plurinacionalidad también aparece así como un principio voluble en las filas moradas, a cambio del intercambio del cromos entre los 'comuns' y ERC en Parlament y Congreso, como parece proponer Iglesias. O dicho en palabras de Aitor Esteban, “el aire centralista que muchas veces tiene Podemos”.

placeholder Pedro Sánchez saluda a las presidentas del Congreso y del Senado, Meritxell Battet y Pilar Llop. (EFE)
Pedro Sánchez saluda a las presidentas del Congreso y del Senado, Meritxell Battet y Pilar Llop. (EFE)

Y si la formación morada acepta ser sistema a cambio de ministerios, no es de esperar que el Gobierno de coalición suponga un obús para la arquitectura troncal del Estado. Más afectados quedarán los capitales políticos de Garzón o Iglesias de compartir mesa con Nadia Calviño. Sin embargo, la institucionalización de Podemos deja ya el campo libre para que Vox capitalice ese boquete antipolítico profundo que lleva tiempo anidando en España, mediante su impugnación al modelo autonómico, los consensos políticos sobre la violencia de género... etcétera.

Precisamente, el auge de Vox como fuerza cuestionadora del sistema da incentivos al Partido Popular a “ejercer la minoría de bloqueo”, en palabras de Pablo Casado, a la reforma constitucional. Pues al PP “de gestión” le perjudicará todo debate que pueda ser ganado por la formación de Abascal —ante la incapacidad del PP de abrazar ciertas medidas iliberales—. De hecho, esa tensión sistema-antisistema a la derecha se apreció en la sesión constitutiva de las Cortes: con Vox saliéndose de los acuerdos con PP y Cs para la Mesa del Congreso, abonando la diferencia.

Es decir, la curiosa alegoría de Podemos entrando en el sistema (ahora ya de la mano del PSOE, la ‘izquierda de Estado’) y Vox, quedándose fuera (tratando de cercar cada vez más al PP, la ‘derecha institucional’). Traspaso de papeles.

Pablo Iglesias e Iván Espinosa de los Monteros protagonizaron este viernes Día de la Constitución una llamativa imagen de compadreo en el Congreso, cual metáfora del traspaso entre Podemos y Vox de la función que ambos vinieron a cumplir al sistema político. Iglesias acudía otro año más a la cita, con su estrenado tono vicepresidencial, lejos de la ausencia de 2016. Quien no asistía ahora, en cambio, era Santiago Abascal, que reivindicaba la festividad desde las calles de Barcelona. La curiosa estampa de Podemos entrando en el sistema, y Vox, quedándose fuera.

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