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El hombre que susurraba a las alcachofas
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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El hombre que susurraba a las alcachofas

Bajo el sol navarro, en su mano, una alcachofa sonreía, consciente de que habría acabado en la mesa de una familia de Alabama si el presidente no hubiese llegado

Foto: Mariano Rajoy, durante la visita a una finca de cultivo de alcachofas. (EFE)
Mariano Rajoy, durante la visita a una finca de cultivo de alcachofas. (EFE)

Candidato que sale del guion, candidato que desata el vértigo en su equipo de campaña. Sea el que sea, es automático. El momento alcachofa de esta semana pertenece a esa categoría, al tipo de episodios que ponen incandescente el grupo de WhatsApp o Telegram de los dirigentes.

Primero alguien hace saltar la noticia, a continuación uno entra en pánico con todo tipo de emoticonos, enseguida otro más sensato empieza a hacer preguntas y después llega la primera imagen, por ejemplo, esta.

Maldita sea, el acto comenzó a montarse hace un par de semanas cuando comprobamos que debíamos enviar una señal hacia el voto rural (prioridad de campaña); después de barajar un montón de opciones, elegimos lugar y fecha, hablamos con el territorio y desplazamos personal para seleccionar la mejor localización. Entrar y salir, presidente, esto es entrar y salir, mira que se lo dije.

Y mira que desde por la mañana tenía varias propuestas para el mensaje central, cinco gráficos, un par de informes, la guía de discurso actualizada. Todo. Pero se salió del carril. No tenía motivos para hacerlo y menos faltando tan poco tiempo para el día de las elecciones, maldita sea.

Palabras como estas rondan por las cabezas de todo el equipo. Es el flujo de pensamiento en el primer anillo de la campaña, poco más de media docena de personas.

En el organigrama del partido, pueden verse los escalones orgánicos que van por debajo de ellos, decenas y decenas de profesionales: analistas y sociólogos, expertos en comunicación y gente del aparato, coordinadores y técnicos, creativos y especialistas en todo tipo de materias.

Les aseguro que el concepto “me emocionan las alcachofas” no es de ningún 'negro'. Tampoco lleva la marca de Arriola, ni la de Moragas, es 100% Rajoy

Lo que nadie puede ver es el sufrimiento del 'negro', que es como se llama en el gremio al encargado de redactar discursos. Sufrió lo indecible antes de parir una frase suficientemente buena. Le costó un mundo, pero se sentía satisfecho, incluso orgulloso.

Lo que el 'negro' no pudo ver es lo que vio el propio Rajoy en mitad del campo.

A lo lejos esperaban pocas personas y muchas cámaras, bajo el sol navarro, en su mano, una alcachofa sonreía, consciente de que habría acabado en la mesa de una familia de Alabama si el presidente no hubiese llegado, y en su cabeza, uno de los pocos 'post-it' que le quedaron después del debate televisado: “Prioridad: voto rural”.

El resto ya es historia, lo que hemos visto todos, lo que puede verse en este vídeo.

He conocido muchos redactores de discursos a lo largo de mi vida. Y les puedo asegurar que el concepto “me emocionan las alcachofas” no es de ningún 'negro'. Tampoco lleva la marca de Arriola, ni la de Moragas, es 100% Rajoy.

Y después de haberle dado muchas vueltas -el campo me cuesta, sufro arritmias si no tengo una parada de metro a menos de 300 metros-, he llegado a la conclusión de que la frase es un acierto.

Lo creo porque el público tiene una capacidad casi instintiva para detectar lo que no está prefabricado, porque el mensaje funciona en quien debe recibirlo, y porque en esas palabras lo que de verdad importa no es 'alcachofa' sino 'me emociona'.

'Emocionarse' no pertenece al tipo de expresiones propias en alguien que está de vuelta de todo, eso está claro. La cuestión es otra, de hecho, según lo pienso, me doy cuenta de que es la misma que me surgió viendo el debate televisado del otro día.

De un tiempo a esta parte, Rajoy viene hablando menos y observando más, cada vez con una mirada que le distancia más de lo que ve. ¿Por qué?

Puede que esté empezando a sentir que ha llegado la hora del regreso. Y, como nadie puede guardar un secreto del todo, eligió una alcachofa entre un millón y susurró: “Ganaré, España quedará en buenas manos y volveremos a vernos”. Podría ser.

Candidato que sale del guion, candidato que desata el vértigo en su equipo de campaña. Sea el que sea, es automático. El momento alcachofa de esta semana pertenece a esa categoría, al tipo de episodios que ponen incandescente el grupo de WhatsApp o Telegram de los dirigentes.

Mariano Rajoy