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Juanma Moreno puede ganar las primarias del socialismo andaluz
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Pablo Pombo

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Juanma Moreno puede ganar las primarias del socialismo andaluz

En algún momento alguien tendrá que asumir que las primarias son un invento del diablo que destroza a los partidos, no son más democráticas y tampoco sirven para refrescar las siglas

Foto:  El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE)
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE)

Parece que la cosa está reñida. Víspera de primarias en el socialismo andaluz y nadie se atreve a anticipar el resultado. Todo el mundo daba por hecha la victoria de Espadas pero ya no. Tiene que ser por algo. Se me ocurren tres motivos. Primero: la tortuosa lógica que enmarca las decisiones de voto de los militantes. Segundo: la campaña diseñada por Moncloa está capotando a pesar de tenerlo todo a favor. Tercero: Espadas es el candidato soñado por el Partido Popular. Puede hacer de Juanma Moreno el principal vencedor de esas urnas.

En algún momento alguien tendrá que asumir que las primarias son un invento del diablo que destroza a los partidos, no son más democráticas y tampoco sirven para refrescar las siglas. Provocan heridas que a veces no cierran. Desencadenan limpiezas étnicas internas. Y alejan a las organizaciones de la sociedad porque —al menos en España— solo se sabe ganar el respaldo de la militancia radicalizando el discurso y, como consecuencia, renunciando a la necesaria vocación de mayoría social.

Con bastante seguridad, puede afirmarse que el socialismo andaluz saldrá más débil de estas primarias. Es lo que ha ocurrido en todos los procesos de este tipo que han celebrado todos los partidos de nuestro país. Podríamos llamarlo cainismo. Pero está más cerca del canibalismo.

Foto: La candidata a las primarias del PSOE de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)

El Partido Socialista de Andalucía es una organización con una fuerte cultura de poder, acostumbrada a mandar en el PSOE y en los gobiernos del PSOE, acostumbrada también a gobernar en la Junta y en muchos ayuntamientos de la comunidad más poblada de nuestro país.

Como resultado de lo anterior contiene muchos cargos y muchos militantes que quieren ser cargos. Cada uno de ellos sabe al votar que también está poniendo en juego su propio pan. Sánchez, que obtuvo la secretaria general presentándose como el candidato de las bases, ha ido dejando claro, genocidio tras genocidio, que cualquier apoyo que no sea incondicional conlleva la muerte política.

Sin embargo, esa apuesta, que en el fondo implica el reinado del miedo, no termina de cuajar ahora en Andalucía porque la posibilidad de alcanzar la victoria a corto plazo parece lejana. Esta vez, la tarta a repartir es mucho más pequeña. Así que la amenaza clientelar se queda corta.

Por otro lado, el laboratorio de Moncloa no ha sabido diseñarle a Espadas una campaña con estímulos positivos. No ha podido presentarle como el candidato de las bases porque es un mandado. No ha podido desplegar un relato ideológico porque buena parte de la política desplegada por el ejecutivo es contraria a la tradición socialdemócrata. Y no ha podido transmitir la corriente afectiva necesaria porque el socialismo andaluz es para Sánchez un territorio a conquistar en lugar de una referencia para el resto del partido. Fallo en el relato. Fallo en el guion. Y equivocación en los afectos. Por eso lo que antes parecía una victoria segura del sanchismo es ahora el primer motivo de su preocupación.

Conclusión: Espadas es un candidato políticamente impotente. Y Moreno lo sabe. Su elección no adelantaría las elecciones

Susana Díaz tenía la posibilidad de aprovechar lo que el tiempo le ha concedido. Nada más y nada menos que la razón. Pudo plantear una campaña de enfrentamiento. Y pudo ponerlo todo en la objetiva necesidad de que el socialismo andaluz y el socialismo español vuelvan a ser reconocibles para poder ser transformadores. Pudo, en definitiva, buscar el enfrentamiento político. Pero no lo ha hecho. Esa lectura emocional parece poco ortodoxa en estos tiempos polarizados, pero puede ser adecuada de cara al futuro. Al fin y al cabo, no se puede liderar de verdad lo que antes se dividió por falta de responsabilidad. Ella, sencillamente, ha hecho una campaña en positivo.

Ni siquiera ha puesto el énfasis en la montaña de contradicciones que asedian a su contrincante. Bastaba con subrayar lo obvio, señalar que lo peor que puede ocurrirle al Partido Socialista de Andalucía es perder su autonomía. Convertirse en un cortijo.

La tentación de desarrollar una campaña negativa estaba sobre la mesa. Guste más o guste menos, ella no tiene servidumbres, pero su rival no puede decir lo mismo. La victoria de Espadas contiene el pago de una deuda a Sánchez. Su elección conlleva el rol de líder de la oposición sin representación en el parlamento andaluz. Su permanencia en el Ayuntamiento de Sevilla implica que su dedicación como candidato sería parcial y que su desempeño como alcalde estará atenazado porque dependerá para la gestión diaria del presidente de la junta que es su adversario electoral. Consecuencias directas: malo para los andaluces y malo para los sevillanos.

Foto: El alcalde de Sevilla, Juan Espadas. (EFE)
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Conclusión: Espadas es un candidato políticamente impotente. Y Moreno lo sabe. Su elección en las primarias socialistas no adelantaría las elecciones andaluzas. Retrasaría las urnas porque lo que está en juego para el PP de aquella tierra no es tanto la próxima legislatura como la próxima década.

Juanma Moreno dejará a Espadas en la sartén, cociéndose a fuego lento como candidato de Sánchez mientras Sánchez se abrasa, lo mantendrá lejos del parlamento, lo someterá dentro de la alcaldía a la chequera de San Telmo y, de vez en cuando, le recordará que no tiene el respeto ni de los suyos, que ha convertido a su partido en un repelente para el talento y lo que significa Andalucía en pleno siglo XXI.

El socialismo andaluz va a necesitar tiempo para recuperarse. No tiene ante sí un camino sencillo. Pero tiene lo que atesoran las siglas históricas. Algo que podríamos llamar el gen de la supervivencia. Y eso es más fuerte que el instinto de poder. Veremos si se activa o no. Las raíces valen para eso, para devolvernos a ser quienes somos cuando la vida nos ha sacado del camino. Recuperar el espíritu ganador va más tarde. Eso es algo que se pierde cuando uno se derrota a sí mismo. Moreno lo sabe, por eso mismo, ya tiene puesta su velita. Una década en juego.

Parece que la cosa está reñida. Víspera de primarias en el socialismo andaluz y nadie se atreve a anticipar el resultado. Todo el mundo daba por hecha la victoria de Espadas pero ya no. Tiene que ser por algo. Se me ocurren tres motivos. Primero: la tortuosa lógica que enmarca las decisiones de voto de los militantes. Segundo: la campaña diseñada por Moncloa está capotando a pesar de tenerlo todo a favor. Tercero: Espadas es el candidato soñado por el Partido Popular. Puede hacer de Juanma Moreno el principal vencedor de esas urnas.

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