Es noticia
Toni Kroos: esplendor en la hierba
  1. España
  2. Crónicas desde el frente viral
Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

Por

Toni Kroos: esplendor en la hierba

El Real Madrid seguirá ganando, claro. Y levantaremos más copas de Europa, por supuesto, pero a partir de mañana, mi memoria futbolística empezará a funcionar al revés

Foto: Toni Kroos, jugador del Real Madrid. (Isabel Infantes/Reuters)
Toni Kroos, jugador del Real Madrid. (Isabel Infantes/Reuters)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

A mi abuelo Rafael le debo la bendición de ser madridista, el regalo de una felicidad constante y siempre distinta que transmitiré a mis nietos. A ellos espero hablarles de aquel hombre elegante que fue moderado para todo menos para el fútbol.

Vivió el Bernabéu con tanta pasión que el médico le prohibió ir al estadio. Unos años más tarde, le prescribió que tampoco debía ver al Madrid por televisión. Así que, práctico como era, decidió abonarse al Calderón para gozar silenciosamente con las derrotas del Atlético.

Recuerdo la sonrisa de Rafael después de la séptima, la octava y la novena. Mi hermano, mi primo y yo íbamos hasta la otra punta de la casa donde él se refugiaba leyendo. Y entonces le decíamos que sí, que habíamos ganado, y juntos nos abrazábamos cuando el trofeo llegaba al cielo.

Sin embargo, yo notaba después que su satisfacción no era completa. Festejaba el triunfo, claro. Se alegraba por nosotros, por supuesto. Pero una arruga le asomaba en la frente en cuanto nos poníamos a contarle maravillas de los jugadores de nuestra época. Ahí nos ponía la mano en el hombro y decía: "Vosotros no habéis visto lo que yo he visto". Tenía razón.

Espero que lleguen los nietos que no han nacido para contar lo que yo vi jugar a Toni Kroos y la última vez fue así

Décadas después, me encuentro de golpe sentado en el sillón de mi abuelo. Y espero sin prisa a que lleguen los nietos que no han nacido para contar lo que veremos hoy: "yo vi jugar a Toni Kroos y la última vez fue así".

El Real Madrid seguirá ganando, claro. Y levantaremos más copas de Europa, por supuesto. Y a mí me ocurrirá, bien lo sé, lo que le pasaba a Rafael. A partir de mañana, mi memoria futbolística empezará a funcionar al revés de la memoria de la vida. Es inevitable.

En la memoria de la vida, los recuerdos van diluyéndose, se difuminan, se nos hacen inasibles. Pero en la memoria futbolística, sobre todo del fútbol en su esplendor, las impresiones se compactan, solidifican, hasta quedársenos cuajadas e inalterables. Perfectas, tanto que hasta superan la realidad.

Foto: El Santiago Bernabéu es el patio de recreo favorito de Toni Kroos. (Reuters/Susana Vera)

Esta otra clase de recuerdos conlleva la maldición insalvable de tener que convivir con la certeza de que ningún pase largo que veamos en el futuro podrá ser mejor que los del Ocho. No lo parecerán, ni cuando objetivamente lo sean. Toni Kroos se va, y al marcharse se lleva una parte del juego que nadie podrá devolvernos.

Quienes lloramos en su adiós, llevamos llorando días porque nos estamos despidiendo de algo más importante que una leyenda. Se nos retira una certeza que no admite decadencia: la invulnerabilidad frente a cualquier tipo de circunstancia y de dificultad.

Porque nos han ganado, claro. Y hasta nos habrán goleado, por supuesto. Pero, con ese alemán en el campo, nunca, nunca, nunca, salió nadie de la cancha pensando que desarboló al Real Madrid.

Nadie. Ese es el hecho. Y Toni Kroos es la primera evidencia de la indiscutida hegemonía blanca, labrada cuando el dinero sucio inundaba tantos equipos y llenaba los bolsillos de tantos árbitros, mientras él jugaba con sus botas de toda la vida.

Nada le sobra y, por eso, estamos hablando de un clásico, de un intérprete que deja el pentagrama

Quienes nos ponemos en pie hoy, celebramos al portador de un tiempo feliz que ahora se nos termina. Aplaudimos al reloj de arena que enterró, uno tras otro, a todos los ímpetus adversarios. Ovacionamos al despertador de victorias que siguen pareciéndonos imposibles porque en verdad lo fueron.

La estadística, de la que tanto se abusa en la actualidad, es incapaz de aprehender, en toda su dimensión, al jugador más preciso que nunca se ha visto. Los niñatos que nos manchan la imagen con colorines, flechitas, y porcentajes, no entienden que no se puede contabilizar lo que no se ha hecho, que la economía de movimientos es el secreto de la felina sabiduría, el don del depredador.

Y esa es la cualidad principal de este centrocampista: nunca hace más de lo mejor que puede hacerse en cada situación. Nada le sobra y, precisamente por eso, estamos hablando de un clásico, de un compositor y de un intérprete que deja el pentagrama inmaculado al salir de cada actuación sin esfuerzo aparente.

Foto: Toni Kroos se retirará a final de temporada. (Reuters/Susana Vera)

La obsesión con la musculatura, tan contemporánea y tan habitual en los vestuarios con estrellitas de Instagram, ha quedado ridiculizada frente a la fortaleza mental de un tipo que, silbando, movía la pelota hacia un lado y otro en cualquier minuto de cualquier encuentro. Pero, ya puestos, hablemos. Hablemos de fortaleza física y preguntémonos qué profesional se ha lesionado menos en los últimos diez años. Ninguno. Por algo será.

Hace falta ser muy fuerte para que la presión contraria no te quiebre en ningún estadio, para ejecutar el movimiento correcto en cada situación, y también para no dejarse tronchar por uno mismo, ni siquiera cuando uno cree llegado el final deseado. La memoria futbolística se encargará de recordárnoslo.

Falta un trofeo en la vitrina del jugador que nos ha hecho mejores a todos. Ganarla es la única forma de mostrar reconocimiento

Ocurrirá frente a cada adversidad. Será entonces cuando queramos dar con la solución Kroos ante el problema que afrontemos. Quizá, hasta es posible que la memoria del juego se nos trence alguna vez con la de la vida y tratemos de aplicar su ejemplo fuera del campo. Ya se verá.

Antes nos queda una final, señores. Falta un trofeo en la vitrina del jugador que nos ha hecho mejores a todos. Ganarla es la única forma de mostrar reconocimiento y demostrar gratitud. Háganlo.

Enciendan el esplendor en la hierba. Mi abuelo solo vio nueve copas de Europa. Con la próxima podré decirle que por fin he visto tanto como él vio, y que el mejor de todos, mi favorito, siempre será Don Antonio Kroos.

A mi abuelo Rafael le debo la bendición de ser madridista, el regalo de una felicidad constante y siempre distinta que transmitiré a mis nietos. A ellos espero hablarles de aquel hombre elegante que fue moderado para todo menos para el fútbol.

Real Madrid
El redactor recomienda