Es noticia
De la pelea por evitar los cierres a la carrera por el rescate
  1. España
  2. Cronicavirus
Marta García Aller

Cronicavirus

Por

De la pelea por evitar los cierres a la carrera por el rescate

Muchos comerciantes y hosteleros ya no tienen claro si temen más que los obliguen a cerrar (y los indemnicen) o que los dejen abiertos a su suerte ante el lío de restricciones crecientes

Foto: Un bar cerrado, en Barcelona. (EFE)
Un bar cerrado, en Barcelona. (EFE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Una amiga se ha comprado en internet un 'pack' de mantas térmicas de supervivencia, para seguir quedando en exterior por mucho frío que haga, ya que es mucho más seguro para prevenir contagios de covid-19 que el interior de los locales y las casas. Piensa llevar siempre una de esas mantas en el bolso junto al kit de gel hidroalcohólico y la mascarilla de repuesto. Como son de esas de aluminio plateado que se utilizan en los rescates de alpinistas, cuando se pida un café en las terrazas de La Latina va a parecer que acaba de subir un ochomil o se ha escapado de una autopsia. Aún no sé si es una bobada o una genialidad. Pero a cosas más raras nos hemos habituado en 2020.

Tampoco está muy claro que le vaya a dar tiempo a lucir el complemento térmico, porque no sabemos si las terrazas seguirán abiertas en Madrid a medida que avanzan el frío y la pandemia. Por más que la capital y el Gobierno central coincidan ahora en rechazar el confinamiento total, las restricciones se multiplican en la mayoría de regiones y muchas empresas están cambiando de estrategia por si les toca el turno. Ni siquiera está claro que seguir abiertos en este contexto les salga rentable.

Foto: Terraza de un bar en la plaza Mayor de Madrid. (EFE) Opinión

Ya han vuelto a cerrar bares y restaurantes en Asturias, Castilla y León, Navarra, Cataluña y Murcia. En Aragón y Andalucía, de momento, adelantan el horario de cierre. Así que poco a poco la hostelería va tirando la toalla. De presionar a las administraciones para evitar los cierres e insistir en que los bares son un espacio seguro (algo difícil de demostrar ante la escasez de rastreo en España), la nueva estrategia pasa por pedir un rescate de 8.500 millones de euros. La hostelería reclama que así se protegerá el millón de empleos que se ponen en riesgo con los nuevos cierres y la amenaza de quiebra de 100.000 establecimientos, un tercio del total.

El ministro Escrivá ha reconocido que el Gobierno estudia medidas alternativas a los ERTE que puedan ayudar a los sectores más afectados por la pandemia, aunque les pasa la pelota a las comunidades autónomas. Entre tanto, los hosteleros piden a las diferentes administraciones que no solo imiten las restricciones europeas (hace semanas que el cierre de bares y restaurantes se va consumando en la mayoría de países del entorno), sino que, puestos a copiar medidas, también importen los paquetes de ayuda directa aprobados en países como Alemania, Francia y Grecia. Estos incluyen indemnizaciones y reducciones de impuestos, exenciones de alquileres y bonos de consumo para fomentar la demanda cuando pase la alerta sanitaria. Otra de las estrategias para la supervivencia del sector, del que depende un 6,1% del PIB, pasa por la digitalización. La plataforma Juntos por la Hostelería (Hostelería de España, AECOC y FIAB) se ha asociado con Google para reforzar la presencia 'online' de las pymes y dar formación digital a sus empleados. Quieren fortalecer la demanda a domicilio y buscar maneras de reinventar los negocios durante los parones a que fuerza la pandemia.

Las medidas se endurecen en gran parte de España con el comercio y la hostelería en el foco

Si esto va para largo, no queda otra que reinventarse. Y la carrera por encontrar canales alternativos de venta ante la ola de cierres no solo le está llegando a la hostelería. Ante el temor de un nuevo confinamiento, proliferan otras iniciativas para apoyar el comercio de barrio y evitar que este invierno sean los gigantes 'online' los que canalicen todas las compras con el posible cierre de tiendas a pie de calle, en caso de que volvamos a confinarnos. En Asturias, ya no es solo un temor. Se ha decretado el cierre del comercio minorista no esencial (además de alimentación y farmacia, se salvan librerías, talleres, peluquerías y una lista más amplia de locales que la del confinamiento de marzo) y surgen iniciativas como la de Mercasiero, una plataforma 'online' en la que tratan de unirse autónomos y comerciantes de varios pueblos ahora que las calles están desiertas. En la última semana, muchos otros ayuntamientos han lanzado sus propias iniciativas proponiendo a sus comerciantes un nuevo escaparate virtual para rescatar los comercios locales. De Algete (Madrid) a Toral de los Vados (León) o Santa Coloma de Gramanet (Barcelona).

Ante esta situación, muchos comerciantes y hosteleros ya no tienen claro si temen más que los obliguen a cerrar (y los indemnicen) o que los dejen abiertos a su suerte ante el lío de restricciones crecientes. A medida que avanzan los pseudoconfinamientos, cada vez son más los negocios a los que les deja de compensar estar abiertos y reclaman más ayudas. El miedo al virus retrae el consumo, y sin turismo ni afluencia de gente en las calles, muchas ventas a pie de calle se paralizan porque hay gente que ya no quiere salir de casa aunque le dejen. No basta una mantita térmica para salvar el consumo. Harían bien los gobiernos, ya que no se ponen de acuerdo con las restricciones, en acordar al menos los planes de ayudas y rescates. Muchos sectores afectados por la pandemia dependen de ellos.

Una amiga se ha comprado en internet un 'pack' de mantas térmicas de supervivencia, para seguir quedando en exterior por mucho frío que haga, ya que es mucho más seguro para prevenir contagios de covid-19 que el interior de los locales y las casas. Piensa llevar siempre una de esas mantas en el bolso junto al kit de gel hidroalcohólico y la mascarilla de repuesto. Como son de esas de aluminio plateado que se utilizan en los rescates de alpinistas, cuando se pida un café en las terrazas de La Latina va a parecer que acaba de subir un ochomil o se ha escapado de una autopsia. Aún no sé si es una bobada o una genialidad. Pero a cosas más raras nos hemos habituado en 2020.

Restaurantes Hostelería