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El 'relato' de una presidencia agotada que romperá el PSOE antes que España
A diferencia del de Kennedy, el libro de Sánchez no habla del valor de otros, sino del suyo propio. No lo publica antes de ser presidente ni después, sino durante su mandato
JFK sufría dolores crónicos de espalda que le mantenían prostrado durante largas temporadas. En 1954, siendo senador por Massachusetts, se sometió a una de las muchas cirugías que intentaría a lo largo de su corta vida para paliarlos. Estuvo cerca de un año guardando reposo en la cama, tiempo que aprovechó para escribir 'Perfiles de coraje'. Esta obra, de deliciosa lectura, que ganaría el Premio Pulitzer, retrata ocho episodios históricos de ocho senadores norteamericanos que demostraron actos de coraje y bravura fuera de lo común. John Quincy Adams, por ejemplo, apoyó al presidente Jefferson en contra del criterio de su partido, lo que le costó su reelección en el Senado. Robert Taft, senador por Ohio, criticó el tratamiento dispensado a los criminales de guerra nazi en los juicios de Nuremberg tras la Segunda Guerra Mundial, lo que le hizo perder la nominación republicana en las elecciones de 1948.
Se acaba de conocer que Pedro Sánchez publicará en las próximas semanas un libro titulado 'Manual de resistencia'. A diferencia del de Kennedy, el libro de Sánchez no habla del valor de otros, sino del suyo propio. No lo publica antes de ser presidente ni después, sino durante su mandato. Y, por lo que conocemos de su contenido, no habla de políticos que sacrificaron sus carreras por apoyar decisiones impopulares, sino todo lo contrario, de cómo se puede alcanzar la más alta magistratura de un país diciéndole a todo el mundo lo que quiere escuchar en cada momento.
MANUAL DE RESISTENCIA, de PEDRO SÁNCHEZ. A partir del 19 de febrero en librerías: https://t.co/zciqqqaACt pic.twitter.com/O6Lo70sc8H
— Ediciones Península (@ed_peninsula) February 5, 2019
El poeta inglés Samuel Taylor Coleridge definió una vez la novela como la “suspensión de la incredulidad”. Durante unos cientos de páginas, aceptamos que la realidad sea distinta a como siempre la habíamos creído. No se me ocurre mejor definición del 'sanchismo', ese periodo de nuestra historia política en el que la realidad ha quedado suspendida, en el que nada es como pensábamos.
¿Qué tiene de particular que un presidente publique un libro en mitad de su mandato? No existe ningún precedente conocido, al menos hasta donde ha llegado mi capacidad de rastreo, de un presidente en ejercicio publicando un libro, ni en España, ni en EEUU ni en ninguno de los países de nuestro entorno. Los políticos suelen publicar obras autobiográficas o bien antes de su mandato, para dar un impulso a sus carreras (como hicieron Kennedy, Obama o varios de nuestros actuales líderes políticos) o bien después, cuando se convierten en prejubilados, jarrones chinos mucho antes de llegar a la edad de retirarse (Aznar o Zapatero publicaron sus memorias tras dejar la Moncloa, como es costumbre en casi todos los presidentes americanos).
¿Por qué no hacerlo durante su mandato? Son muchas las razones que lo desaconsejan. En primer lugar, la más obvia: el libro de Sánchez saldrá a la venta por 20,5 euros. Por razones de transparencia, Moncloa debería publicar cuanto antes el contenido del contrato firmado entre el presidente y la editorial Planeta, y también responder a una serie de preguntas básicas: ¿participará el presidente en su promoción? ¿En calidad de qué? ¿Hablará del libro en las entrevistas que conceda? ¿Ha utilizado Sánchez algún medio o recurso del Estado en la preparación del libro? ¿Lo utilizará a partir de ahora en su promoción?
Las preguntas no se agotan aquí. Resulta tan inaudito que un presidente en ejercicio encuentre tiempo libre para escribir un libro mientras atiende los asuntos del país, que es inevitable que resurjan las mismas dudas sobre su autoría que las que todavía existen sobre su tesis doctoral. Sobre todo, cuando el propio presidente reconoce en el prólogo del nuevo libro que Irene Lozano, actual secretaria de Estado, le ayudó a “dar forma literaria” al texto (lo que parece una forma literaria de decir que lo escribió). Como también surgen dudas sobre qué actitud debería tomar a partir de ahora el presidente en todas las decisiones de su Gobierno que afecten a la editorial Planeta.
Todo esto se conoce el mismo día en que el Gobierno, en la lona tras la decisión de los partidos independentistas de presentar una enmienda a la totalidad a los Presupuestos, y en una carrera alocada por alargar unos meses más la legislatura, aceptaba una de las reclamaciones independentistas: el nombramiento de un 'relator' en la mesa de diálogo, que actuase como una especie de árbitro o facilitador de la negociación entre las partes. Hace unos meses, esta decisión (que asume los postulados independentistas de la existencia de un conflicto político entre Estados y la necesidad de un mediador neutral para reconciliar las posiciones) hubiese puesto de rodillas al Estado. Ahora, sin embargo, solo retrata los estertores del Gobierno de Sánchez. Preguntado por la figura del relator, el ministro de Exteriores Josep Borrell, respondió con una frase que deja pocas dudas: “Pregúntenle a la vicepresidenta, que es la que está llevando estos temas”. Soraya Rodríguez, diputada socialista y anterior portavoz en el Congreso, se manifestó públicamente en contra del relator, como también lo hizo el presidente de Castilla-La Mancha. La reacción ha sido tan furibunda, incluso entre las propias filas socialistas, que el Gobierno, a través de su vicepresidenta, ha comenzado a recular, incluso antes de conocer si su propuesta satisfacía o no las exigencias de los independentistas.
Resulta inaudito que un presidente en ejercicio encuentre tiempo libre para escribir un libro mientras atiende los asuntos del país
Mientras esto sucedía, la Generalitat hacía público el documento con las 21 exigencias que el 'president' Torra entregó a Sánchez en la última cita entre ambos, y que Moncloa había preferido guardar bajo llave hasta ahora. La lectura de este documento habrá amargado el café a más de un dirigente socialista. “Reconocer y hacer efectivo el derecho de autodeterminación del pueblo de Cataluña”, dice el segundo punto. Y el tercero: “Es necesaria una mediación internacional para facilitar una negociación en igualdad” (por si no estaba claro de dónde venia la propuesta del 'relator'). Y seguimos: “Poner fin a la limitación de derechos fundamentales” (punto 9); “el retroceso de la calidad democrática de España se tiene que revertir” (punto 11); “poner fin a la complicidad de cuerpos policiales y aparato judicial con la ultraderecha” (punto12). ¿Es necesario un relator para decirles a los independentistas que estas exigencias son un soberano disparate? ¿Acaso no puede encontrar arrojos el presidente Sánchez en su 'Manual de resistencia' para trasladar este mensaje él mismo?
Cuando el huracán Sandy llegó a Nueva York, a finales de 2012, el caos se desató durante algunos días. Muchas partes de la ciudad quedaron a oscuras, el metro se inundó, así como los túneles de acceso a la Gran Manzana. Algunas voces denunciaron la imprevisión de las autoridades. Sin embargo, bastaba repasar la hemeroteca de los días previos para comprobar cuántas veces las autoridades habían advertido de los peligros del huracán. El alcalde, Michael Bloomberg, ordenó el cierre de los colegios y la evacuación de la zona central de Manhattan, pero en general los neoyorquinos decidieron ignorar estas órdenes.
La manera en la que las comunidades reaccionan a los desastres colectivos es un misterio. Hay ocasiones en que deciden mirar para otro lado. Otras, en cambio, en que pequeños aleteos de mariposa acaban provocando reacciones furibundas. Los socialistas llevan meses en silencio a la espera de ser degollados. Era el silencio de los corderos. Ya haya sido por el relator, por el libro de Sánchez o por los 21 puntos de Torra, este miércoles empezaron a asomar algunos gritos de protesta. Dijo una vez el expresidente Aznar sobre el desafío soberanista: “Antes de romperse España, se romperá Cataluña”. Algo parecido me atrevería a decir sobre la presidencia de Sánchez: "Antes de romper España, acabará rompiendo el PSOE". Porque, a estas alturas, de los muchos títulos que se me ocurren para su autobiografía, quizá ninguno le haga más justicia que la inolvidable novela de Heinrich Boll 'Opiniones de un payaso'.
JFK sufría dolores crónicos de espalda que le mantenían prostrado durante largas temporadas. En 1954, siendo senador por Massachusetts, se sometió a una de las muchas cirugías que intentaría a lo largo de su corta vida para paliarlos. Estuvo cerca de un año guardando reposo en la cama, tiempo que aprovechó para escribir 'Perfiles de coraje'. Esta obra, de deliciosa lectura, que ganaría el Premio Pulitzer, retrata ocho episodios históricos de ocho senadores norteamericanos que demostraron actos de coraje y bravura fuera de lo común. John Quincy Adams, por ejemplo, apoyó al presidente Jefferson en contra del criterio de su partido, lo que le costó su reelección en el Senado. Robert Taft, senador por Ohio, criticó el tratamiento dispensado a los criminales de guerra nazi en los juicios de Nuremberg tras la Segunda Guerra Mundial, lo que le hizo perder la nominación republicana en las elecciones de 1948.