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Día 36. La foto de una playa que explica la nueva normalidad del coronavirus
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Carlos Prieto

Diario de la pandemia

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Día 36. La foto de una playa que explica la nueva normalidad del coronavirus

La palabra de moda para describir lo que viene deduce que volveremos a la normalidad en algún momento, pero el absurdo crece y no va a ser sencillo pararle los pies

Foto: El hombre, la policía, el helicóptero y la playa
El hombre, la policía, el helicóptero y la playa

Yo soy Rufus Mindunder, y usted no lo es.

Se abre el telón y aparece una playa abandonada. Un hombre sentado en la arena mira al mar. Podría ser Robinson Crusoe. O el último superviviente de una invasión zombi. O la última escena de 'El planeta de los simios'. Pero las aspas de un helicóptero policial anuncian que nos hemos equivocado de género. Es un 'thriller' sobre la caza y captura del enemigo público número uno: la policía acaba de aterrizar en la playa vacía e interroga al hombre...

¿Será Keyser Söze? ¿Sito Miñanco? ¿Tony Montana? No. Es Rufus Mindunder, y esto no es ni una película de ciencia ficción, ni un 'thriller', sino una comedia absurda titulada 'La nueva normalidad'.

Bienvenidos a los diarios de la pandemia.

Lo dice Sánchez

Así contó Efe esta semana la 'detención' del hombre al que he bautizado como Rufus Mindunder: "Agentes de la Policía Nacional han denunciado a un hombre que paseaba por la playa de Tavernes de la Valldigna (Valencia) saltándose así las restricciones de movilidad estipuladas en el decreto del estado de alarma por coronavirus. Los agentes de la Policía Nacional que patrullaban en helicóptero por la zona habían avisado al hombre, que paseaba sin camiseta por la orilla, de que debía abandonar la playa y volver a su domicilio. Tras observar que el hombre permanecía en la playa sin hacer caso a sus peticiones, los agentes descendieron con el helicóptero hasta la orilla para localizarlo a pie y denunciarlo. Según anunció este lunes en rueda de prensa el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska, desde el comienzo del confinamiento, se han registrado 650.000 denuncias".

Si sabemos de esta historia, es porque la policía difundió las imágenes a los medios, con marca de agua del Ministerio del Interior, como si acabase de detener a Pablo Escobar en Valencia. Todo ello el día que miles de personas volvían a trabajar en Madrid por orden del Estado. Es la nueva normalidad.

Ya, ya sé lo que me van a decir: ¿Por qué ese señor puede ir a la playa y yo no? Buena pregunta. Ya sé que las normas son para todos y que la policía actúa para dar ejemplo. Sostengo que no había necesidad. No digo que vayan 2.000 personas a la playa mañana, digo que un helicóptero persiguiendo a Rufus Mindunder es el estado de alarma llevado al absurdo.

Es matar moscas a cañonazos. Demostraciones de fuerza sin sentido. ¿Estado de alarma o estado de histeria?

Titular de hace unos días: "Pedro Sánchez advierte de que la desescalada del coronavirus llevará a una 'nueva normalidad' hasta lograr la vacuna". He aquí el palabro de moda para describir lo que viene: "nueva normalidad", traducción de un popular concepto anglosajón, 'the new normal', o cuando lo atípico se vuelve normal.

Algo de eso está pasando, sí, pero "nueva normalidad" tiene algo de eufemismo mullido y tranquilizador: anuncia que volverá algo parecido a la normalidad y hace parecer normal que la policía celebre como un triunfo que Rufus Mindunder no pueda fumarse un piti en una playa solitaria, como si acabase de detener a un anciano Hitler en Copacabana. Un golpe maestro. "Nueva absurdez" hay que decirlo más.

Otros medios añadieron lo siguiente sobre el operativo contra Rufus: "Una persona rompió la cuarentena y se fue a caminar por la orilla del mar. A pesar que la policía lo alertaba y le advertía desde el aire de que por favor regresara a su casa, él jamás se molestó. Desde el helicóptero lo rodearon mientras se ponía de pie, agarraba sus zapatillas y luego comenzaba a caminar por la playa completamente desierta".

Los agentes siguiéndole y Rufus Minduner caminando ausente, arrastrando los pies, como si la guerra no fuera con él y no se estuviera jugando una multa de 30.000 euros. ¿Qué se le pasaba por la cabeza mientras miraba al mar y hacía caso omiso a la policía? ¿La hipoteca? ¿Sus hijos? ¿La suspensión de la Champions? ¿Quería quizá meterse en el agua, fingir su suicidio y regresar convertido en otro como Reginald Perrin en una mítica serie británica? Ni reinventarse tranquilo puede uno ya.

"Si España fuera un dónut, Madrid no existiría", cantaban Mártires del Compás. Lugares remotos del dónut asisten estupefactos a la madrileñización del coronavirus, pues el mismo estado de alarma se aplica en Madrid, capital mundial de la pandemia durante unas semanas, y en una isla canaria sin un solo infectado. Como si para acabar con la anorexia hincháramos a comer también a los obesos. La lotería del coronavirus.

Foto: Balcón en L' Hospitalet. (EFE) Opinión

Vale, aplicar 200 estados de alarma diferentes tampoco sería la panacea, pero no hablo de eso, sino de las sobreactuaciones aparatosas. En serio: ¿Tiene sentido mandar un helicóptero a cazar a un playista solitario el mismo día que miles de personas vuelven a trabajar en Madrid? Es matar moscas a cañonazos. Son demostraciones de fuerza sin sentido. ¿Estado de alarma o estado de histeria? ¿A quién va a infectar Rufus Mindunder en una playa vacía? ¿Al delfín Flipper?

Lo que es un 'flipper' es cómo se nos está yendo la olla a todos. Cabezas fritas: la nueva normalidad.

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Yo soy Rufus Mindunder, y usted no lo es.