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El Partido Popular apuesta por sobrevivir
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Federico Quevedo

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El Partido Popular apuesta por sobrevivir

Casado ya es presidente y el partido inicia una nueva etapa, aunque la travesía de la oposición será larga. Sin embargo, otra cosa no, pero si algo le sobra al nuevo líder es tiempo

Foto: Pablo Casado agradece la victoria a los votantes. (Reuters)
Pablo Casado agradece la victoria a los votantes. (Reuters)

Cuando el 18 de junio Pablo Casado anunció que se presentaba a las primarias del PP para presidir el partido, le envié un escueto mensaje de WhatsApp: "Con un par". Me contestó con otro casi igual de escueto: "Voy a ir a por todas, y voy a ganar". Fue una muestra de audacia política, la misma que ha llevado a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno, y ya se sabe que los éxitos en política pertenecen a los audaces. En aquel momento casi nadie apostaba por esa victoria, pero el primer peldaño se lo facilitó esa misma noche, creo recordar, Alberto Núñez Feijóo, renunciando a lo que en un principio estaba previsto: que fuera él quien liderara el PP. Aun así, todo hacía pensar que la batalla final estaría entre dos mujeres: María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría.

Sin embargo. Casado dio la sorpresa en la primera vuelta situándose en segunda posición y a una distancia muy escasa de su rival, la exvicepresidenta del Gobierno. La carrera de Casado, a pesar de las trabas que se ha ido encontrando por el camino, a pesar de las zancadillas, ha sido meteórica y la base de ese éxito es muy simple: haber sabido transmitir a su militancia que era él el único capaz de recuperar las esencias de un Partido Popular que bajo el mandato de Mariano Rajoy había quedado muy desdibujado.

No olvidemos una cosa, que es fundamental para entender lo que ha pasado: los que tenían que elegir, primero los militantes y luego los compromisarios, no representan ni mucho menos a la mayoría de los votantes del Partido Popular, sino que realmente constituyen el alma de un partido y, como tal, su comportamiento es puramente emocional. Ocurre lo mismo en los otros grandes partidos, especialmente el PSOE y Podemos. Por eso Sánchez le ganó las primarias a Susana Díaz, y por eso Casado se las ha ganado, finalmente, a Soraya Sáenz de Santamaría. El militante vota con el corazón y las entrañas. El votante lo hace con la razón. Y Casado apeló a los sentimientos en una jugada maestra que solo pudo haberse torcido si su adversaria en esta batalla hubiese conseguido convencer a los compromisarios de que ella podía garantizarles el sustento mejor que su oponente.

Pero no lo consiguió, y al final los compromisarios, por una diferencia de casi veinte puntos, han votado por pasar página del pasado más reciente y mirar hacia el futuro. Han votado por sobrevivir. Y le han dicho a Mariano Rajoy y a Soraya Sáenz de Santamaría que su tiempo ha pasado, y que hace falta volver a recuperar todo aquello que en su día fue el Partido Popular y que ellos habían enterrado bajo los escombros de la corrupción y una gestión inhumana de la crisis. No había más que ver los rostros circunspectos de Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría mientras Ana Pastor leía los resultados de la votación. Era evidente que el expresidente apoyaba sin fisuras a su exvicepresidenta, y de ahí la frialdad con la que recibió la noticia del triunfo de Pablo Casado. No ocurría igual a la derecha del nuevo líder del PP donde, a la vera de su mujer, una María Dolores de Cospedal exultante no podía ocultar las lágrimas de satisfacción.

Al final los compromisarios, por una diferencia de casi veinte puntos, han votado por pasar página del pasado más reciente y mirar hacia el futuro

Y es que el PP se sobreponía a su peor pesadilla: una victoria de Soraya Sáenz de Santamaría habría llevado al partido a la ruptura, y quien sabe si a la desaparición. Pablo Casado ya es presidente. Con 37 años ha llegado a la cima del poder en su partido, pero ¿está en condiciones de llegar a la Presidencia del Gobierno? Para ello tendrá que modular su discurso. Si quiere ganar elecciones, Casado debe fijarse en el modelo que impuso Aznar en el PP entre el 89 y el 96: un partido transversal que fue capaz de aglutinar apoyos a su derecha y a su izquierda. Y con el discurso con el que ha captado la atención de los militantes, no puede ganar a la mayoría de los votantes, aunque es cierto que su victoria ha caído como un jarro de agua fría en las sedes de los dos partidos que confiaban en hacerse con los despojos del PP: Ciudadanos y Vox. Ahora le toca lo más duro, pero se ha rodeado de gente como la exministra García Tejerina que pueden aportar mucho y muy bueno al futuro del PP. Casado ya es presidente y el PP inicia una nueva etapa, aunque la travesía de la oposición será larga. Sin embargo, otra cosa no, pero si algo le sobra a Pablo Casado es tiempo.

Cuando el 18 de junio Pablo Casado anunció que se presentaba a las primarias del PP para presidir el partido, le envié un escueto mensaje de WhatsApp: "Con un par". Me contestó con otro casi igual de escueto: "Voy a ir a por todas, y voy a ganar". Fue una muestra de audacia política, la misma que ha llevado a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno, y ya se sabe que los éxitos en política pertenecen a los audaces. En aquel momento casi nadie apostaba por esa victoria, pero el primer peldaño se lo facilitó esa misma noche, creo recordar, Alberto Núñez Feijóo, renunciando a lo que en un principio estaba previsto: que fuera él quien liderara el PP. Aun así, todo hacía pensar que la batalla final estaría entre dos mujeres: María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría.

Pablo Casado Soraya Sáenz de Santamaría María Dolores de Cospedal