La comida de los abogados del Estado en la que nadie vio venir la tormenta

El pasado 15 de noviembre, la flor y nata de la Abogacía del Estado se reunió en uno de esos elegantes clubes del entorno de la plaza de Colón de Madrid. La cita era la comida de homenaje a Eugenio López, abogado general del Estado desde noviembre de 2016 y que dejó el cargo con la llegada del PSOE a La Moncloa. Los abogados del Estado han copado mucho poder en las últimas épocas. Desde el Gobierno (Soraya Sáenz de Santamaría o Dolores de Cospedal) a la empresa privada (Pablo Isla, de Inditex, por ejemplo). Pero aun así, el puesto de abogado general del Estado, el jefe del servicio jurídico, sigue teniendo para este cuerpo de solo 400 integrantes un sabor especial, por encima de colores partidistas.

Al acto acudió Consuelo Castro, abogada general del Estado desde el pasado verano. Las reuniones suelen ser en el club financiero Génova, un selecto enclave frente a la Biblioteca Nacional. Los jefes de los departamentos estaban entre el centenar de asistentes. El ambiente fue distendido y amable, como lo es en la cena anual de la asociación de abogados del Estado, generalmente en la misma sede y en el que hay tortas por asistir.

Nadie pudo imaginar entonces que solo seis días después Castro relevaría a Edmundo Bal, jefe del servicio penal de la Abogacía, desencadenando la mayor sacudida en este selecto cuerpo de altos funcionarios acostumbrado a la discreción. "Allí no podíamos presagiar que fuera a pasar nada", cuenta a este confidente uno de los asistentes.

En agosto hubo un amago de tormenta pero quedó en nada. Ahora, con el relevo de Bal por "pérdida de confianza" —se había negado a firmar la acusación en el 'procés' elegida por el Gobierno—, algunos abogados del Estado se preparan para nuevos homenajes con los cambios de destino.