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La protesta de Ana Oramas a la que nadie hace caso
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La protesta de Ana Oramas a la que nadie hace caso

La parlamentaria lleva tiempo pidiendo que se regule de alguna manera la comida de los pasajeros en los aviones, el medio de transporte que más utiliza por ser diputada por Santa Cruz de Tenerife

Foto: La diputada de Coalición Canaria (CC), Ana Oramas, interviene desde su escaño en el Congreso. (EFE)
La diputada de Coalición Canaria (CC), Ana Oramas, interviene desde su escaño en el Congreso. (EFE)

Estaba España encerrada en sus casas por culpa de la pandemia cuando Ana Oramas cogió el primer vuelo de Santa Cruz de Tenerife rumbo a Madrid para asistir a uno de los plenos que se celebraron durante aquel claustrofóbico estado de alarma. El 9 de abril de este año, exactamente. La diputada reconoce que pasó miedo porque entonces el simple contacto con otras personas daba miedo. Llegó a Madrid y se fue al Congreso porque ese día se debatía la prórroga. Vinieron muchas más.

Oramas, siempre que pudo, usó la misma rutina. Así fue para el pleno del 9 de abril, para el del 22 y luego para el del 6 de mayo, más tarde el del 20 y después los de junio. Avión para la ida y avión para la vuelta. Al principio, su protesta fue en privado: expuso al grupo socialista y al equipo del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, que no podía admitirse que en los vuelos los pasajeros pudieran comer y, por tanto, estar sin mascarilla en un espacio cerrado y sin ventilación. Posteriormente, llevó la petición a la esfera pública e incluso en la tribuna de oradores del hemiciclo lo comentó: no puede ser que en los aviones no se delimite ninguna zona para la gente que quiera o necesite comer.

La diputada canaria ha sido de las más batalladoras en el cumplimiento de la normativa de prevención contra el covid. Fue la única que en una sesión de la Diputación Permanente del pasado verano, en una sala del Congreso, denunció que sus señorías hablaran sin rubor y sin mascarilla y con las puertas cerradas. El malestar de Oramas no se ciñe solo a la política. Le disgusta el Gobierno de Pedro Sánchez y más le disgustan las maneras de los ministros de Unidas Podemos, empezando por el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, a quien profesa su animadversión públicamente siempre que tiene ocasión. Sin embargo, se caracteriza por decir sin ambages lo que piensa, aunque el tono choque muchas veces.

Oramas vio aeropuertos vacíos en primavera, y las calles de Madrid de camino al Congreso. Les pasó a muchos diputados que sencillamente alucinaban por el aspecto espectral del centro de la ciudad. Todo eso ha causado en la diputada de Coalición Canaria una honda impresión y ha avivado su sentido de la prudencia debido al contacto frecuente con familiares de avanzada edad. Pero lo que más le molestaba y le molesta es que nadie aún haya hecho nada por evitar que en los aviones la gente coma. Insistirá.

Estaba España encerrada en sus casas por culpa de la pandemia cuando Ana Oramas cogió el primer vuelo de Santa Cruz de Tenerife rumbo a Madrid para asistir a uno de los plenos que se celebraron durante aquel claustrofóbico estado de alarma. El 9 de abril de este año, exactamente. La diputada reconoce que pasó miedo porque entonces el simple contacto con otras personas daba miedo. Llegó a Madrid y se fue al Congreso porque ese día se debatía la prórroga. Vinieron muchas más.

Ana Oramas