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El candidato lastrado y la guerra sin cuartel entre Cospedal y Santamaría
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Fernando Garea

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Fernando Garea

El candidato lastrado y la guerra sin cuartel entre Cospedal y Santamaría

La inesperada renuncia de Núñez Feijóo abre la puerta al enfrentamiento en las primarias entre las número dos de Rajoy en el Gobierno y en el partido

Foto: Pablo Casado, a su llegada este lunes a la sede del PP. (EFE)
Pablo Casado, a su llegada este lunes a la sede del PP. (EFE)

Ironías del destino: Mariano Rajoy, el tranquilo, el cómodo y el enemigo de los líos, deja al PP acelerando sobre el carril de las primarias de resultado incierto y posible guerra interna cruenta. El dedo de Manuel Fraga y el dedo de José María Aznar quedan convertidos en reliquias para exponer con nostalgia en una urna en el 'hall' de la sede de Génova. El líder que más poder institucional, orgánico y político ha acumulado en la historia constitucional se retira dejando en manos de los afiliados del PP, que nunca han sido consultados sobre nada, la capacidad de elegir entre media docena de candidatos.

El PP es un partido conservador en trance de vivir el vértigo de dar un paso hacia un cambio radical en su funcionamiento. Es una maquinaria pesada que abandona la placidez y ahora acelera el paso hacia un abismo tras el que nadie sabe lo que hay y si hay red. Y ya no tiene opciones de frenar. Un universo nuevo y desconocido para el PP.

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La democracia interna se les va de las manos. Con solo 100 avales se puede ser candidato a liderar el mayor partido de España en afiliados, en votantes, en parlamentarios y en poder institucional. Alberto Núñez Feijóo, con su mayoría absoluta y su poder territorial, era visto como la opción más segura, pero al retirarse por sorpresa de la carrera rompe el guion e incrementa la incertidumbre, los nervios y las posibles heridas profundas. Soraya Saénz de Santamaría, Dolores de Cospedal y sus odios respectivos se preparan. Las dos tienen equipo y hasta 'hoolligans' y 'haters'. No representan corrientes ideológicas, sino odios personales y cuentas aplazadas entre ellas que cobrarse.

En la candidatura de Pablo Casado y la forma en que la presentó está concentrado el resumen de lo que es hoy el PP. Empezando por sus declaraciones, cuando asegura que quiere recuperar el voto que ahora se va a VOX y a Ciudadanos.

El PP es un partido conservador en trance de vivir el vértigo de dar un paso hacia un cambio radical en su funcionamiento

El PP es, precisamente, eso, el partido que era hegemónico del centroderecha, el que no competía con nadie en su ámbito, el que ocupaba desde la extrema derecha al centro que linda con el PSOE y que ahora se siente amenazado en su mismo espectro ideológico. El partido adaptable a criticar el matrimonio homosexual en la oposición, dejar pasar su mayoría absoluta sin derogarlo y terminar por incorporarlo a sus valores ideológicos.

Casado es un dirigente considerado joven y, al tiempo, tiene su mochila y un gran lastre en la investigación judicial sobre sus estudios, que estalla en forma de decisión judicial casi de manera simultánea al anuncio de su candidatura. Una jueza arruinando su aparición estelar, de la misma forma que otros magistrados han arruinado la presencia en el Gobierno del PP. Otra ironía del destino. No es imposible que sea imputado antes de las primarias o que lo sea después, y se puede imaginar lo que supondría un líder recién elegido e imputado.

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Como el PP, que estos días busca cómo mudar de piel y da un cambio espectacular hacia una dimensión nueva, la de las primarias, la democracia directa y la palabra por primera vez de los afiliados y, al tiempo, mira de reojo a las rémoras del pasado contenidas en actuaciones judiciales que volverán en cualquier momento y con las que hay para unos cuantos años. Y al tiempo vuelve los ojos hacia las colaboradoras más directas del líder que quiere sustituir. Otra ironía del destino.

Casado, además, se presentó con un tuit y en solitario ante la sede del PP, porque se desconoce qué corriente lidera y quién forma su equipo. Eso ocurre con el resto de candidatos a las primarias, porque en el PP no hay corrientes, no es fácil adivinar familias ideológicas o posiciones diferentes sobre asuntos concretos porque todos han vivido en el reino del líder fuerte que primero decide y luego consulta para ser aplaudido. No se conoce crítica pública a lo que hacía Rajoy, como antes no se conocía reproche público a lo que hacía José María Aznar. La unidad ha sido su mantra.

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Casado pasa por ser un cachorro de Aznar, pero tampoco es fácil ponerle esa etiqueta porque, procediendo de FAES, fue aupado por Rajoy a la dirección nacional del partido y aplaudió como el que más al ahora expresidente del Gobierno. El precandidato a las primarias del PP simboliza también la posición del PP frente a la corrupción: su discurso es el de la renovación y la regeneración pero, a día de hoy, se desconocen críticas a la gestión que de este asunto ha hecho su partido.

La renuncia a presentarse de Alberto Núñez Feijóo, con extraño y confuso discurso, abre el camino a Casado, y también a Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. El presidente gallego representaba el poder institucional, la última mayoría absoluta del PP, y, por tanto, aportaba capacidad de ganar elecciones, aunque también reunía esa circunstancia Susana Díaz en el PSOE y perdió las primarias con estrépito.

Su baza principal era la de la experiencia de gestión, como oferta de seguridad para afiliados conservadores. En su comunidad, además, Ciudadanos no existe, lo que también era otro aval, porque da a entender que conoce el antídoto de Rivera. Era el candidato más fuerte y, de hecho, de su presentación estaban pendientes otros posibles candidatos que aún dudan, pero él sabrá por qué ha renunciado porque no se le ha entendido nada.

Casado pasa por ser un cachorro de Aznar, pero tampoco es fácil ponerle esa etiqueta porque, procediendo de FAES, fue aupado por Rajoy

Por todo eso, con Feijóo de candidato era probable que no quisieran presentarse Soraya Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal. Ahora tienen el camino abierto y ambas han anunciado su candidatura, permitiendo así al PP poder presentar una mujer frente a Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera en las próximas elecciones generales.

Solo ellas dos pueden competir contra Casado. Y al tiempo, pueden anularse y terminar por favorecer a Casado. O polarizar tanto la campaña que acaben disputando en solitario en la segunda vuelta a sangre y fuego del congreso. Incluso es posible que lleguen las dos y los asistentes al congreso corrijan a los afiliados lo que dejaría al partido tocado.

Las dos, con distintas características y razones, tienen el inconveniente de ser las número dos de Rajoy en el Gobierno y en el partido. Es decir, las dos son también corresponsables con el líder que se retira, por ejemplo, sobre la gestión de los escándalos de corrupción o sobre Cataluña. El concepto de regeneración quedará con ellas difuminado y esperando a otra ocasión.

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Se busca un líder que tenga el antídoto contra Ciudadanos y las dos han visto crecer a Rivera. Porque, a la vez, el PP es también el partido que repele y combate cada día a Ciudadanos y la nueva política y, al tiempo, intenta evolucionar y adaptar valores como el de la democracia interna, la participación de los afiliados y el fin del dedazo. Se juega el ser relevado como primer partido del centroderecha.

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Se busca también quien pueda arrebar a Rivera la defensa de la bandera de España y lo que representa y en eso parecen igualados todos los posibles candidatos.

Se presentan también el diputado José Ramón García Hernández, el exministro José Manuel García-Margallo y el exconcejal José Luis Bayo, con escasas opciones, aunque tal número de candidatos hacen muy difícil evitar una segunda vuelta con los dos más votados en el congreso y con el voto de los compromisarios. Es mucho más difícil con un número elevado de candidatos llegar al 50% de los votos o tener una ventaja de 15 puntos. Y aún puede haber más sorpresas. Los tres se presentan como candidatos de los afiliados, marchando por el camino abierto por Pedro Sánchez.

Desde este momento, es imprevisible quién saldrá el 21 de julio del congreso extraordinario como líder del PP, es posible que haya debates entre los candidatos, es seguro que habrá equipos enfrentados de cada una de las candidaturas y dirigentes que se adscriban a uno o a otro, y desde ahora se deberá hablar de vencedores, de vencidos, de coser heridas y de integración. Es decir, como el PSOE, al que tanto han criticado por todo eso.

Ironías del destino: Mariano Rajoy, el tranquilo, el cómodo y el enemigo de los líos, deja al PP acelerando sobre el carril de las primarias de resultado incierto y posible guerra interna cruenta. El dedo de Manuel Fraga y el dedo de José María Aznar quedan convertidos en reliquias para exponer con nostalgia en una urna en el 'hall' de la sede de Génova. El líder que más poder institucional, orgánico y político ha acumulado en la historia constitucional se retira dejando en manos de los afiliados del PP, que nunca han sido consultados sobre nada, la capacidad de elegir entre media docena de candidatos.

Soraya Sáenz de Santamaría Pablo Casado María Dolores de Cospedal Mariano Rajoy José María Aznar Alberto Núñez Feijóo