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Miriam González

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Sánchez no lo está haciendo tan mal

¿Cómo se explica que internacionalmente se empiece a ver de forma positiva a un presidente del que desconfían dos tercios de los españoles?

Foto: El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE/Víctor Lerena)
El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE/Víctor Lerena)
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Algo está cambiando en la percepción de la opinión pública internacional sobre el Gobierno de España: empieza a cuajar la idea de que Pedro Sánchez 'no lo está haciendo tan mal'. Es una opinión internacional incipiente, pero que contrasta con la valoración de la gestión del presidente dentro de España, donde según la última encuesta del CIS (que depende del Ministerio de Presidencia) Pedro Sánchez recibe ‘mucha o bastante’ confianza del 31,4% de los españoles, pero ‘poca o ninguna’ del 66,9%.

¿Cómo se explica que internacionalmente se empiece a ver de forma positiva a un presidente del que desconfían dos tercios de los españoles? Fundamentalmente, por tres motivos. El primero, por el tirón de Madrid, que es casi lo único que ven los extranjeros que marcan la opinión pública internacional cuando miran a España. Eso que dice Díaz Ayuso de que Madrid ‘está de moda’ beneficia al PP en el contexto regional y quizá nacional, pero también beneficia, y mucho, a Sánchez en el contexto internacional.

No es la primera vez que la élite se embarca en aparentar internacionalmente que España va mejor de lo que en realidad va

El segundo, y aunque suene un poco cínico, porque Sánchez ya ha abierto la billetera de los fondos europeos. Y no hay nada que ayude más a alguien a cambiar la opinión sobre un Gobierno que el que su presidente te otorgue, directa o indirectamente, un buen montante u ofrezca prebendas políticas nacionales o europeas. Se rumorea que el presidente hasta manda mensajes personales a empresarios internacionales a los que no conoce de nada. Y el tercero, porque la élite española, una vez más, le está bailando el agua al gGobierno en círculos internacionales, en su eterna creencia de que si la imagen del Gobierno de España va bien, a todos (incluidos ellos) también nos irá bien. Muchos ni siquiera lo ven como algo interesado, sino hasta como un acto de patriotismo.

No es la primera vez que la élite se embarca en aparentar internacionalmente que España va mejor de lo que en realidad va. Lo hicieron con Zapatero, ayudando a prolongar esa sensación de que en España no había crisis, lo cual desembocó en un batacazo descomunal para los españoles menos pudientes cuando la crisis ya no podía taparse. También después, cuando ayudaron a silenciar internacionalmente la corrupción, que es por lo que la opinión pública internacional se llevó una sorpresa mayúscula cuando el Gobierno de Rajoy fue derrocado.

No todas las élites son así, a pesar de que mucha gente cree que los que están en lo más alto de la sociedad siempre van a lo suyo

Quizá recuerden ese momento absurdo cuando el anterior presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, se permitió el lujo de poner en duda la gravedad de las cifras de desempleo juvenil españolas diciendo que en la mayoría de los casos eran 'inmigrantes' o 'jóvenes todavía en edad formativa': una milonga más de las que proclamaba la élite española en los corrillos internacionales en ese momento. Ayudar a maquillar ahora las deficiencias del Gobierno de Sánchez mejorará la imagen del presidente en el exterior. Pero también contribuirá a que la opinión pública internacional no entienda nada cuando en las próximas elecciones sigua subiendo, implacable, Vox.

No todas las élites son así, a pesar de que mucha gente cree que los que están en lo más alto de la sociedad siempre van a lo suyo. En muchísimos países democráticos la élite lidera en múltiples ocasiones las críticas al Gobierno y lo hace sin miedo, precisamente porque, a diferencia del resto de la población, su posición privilegiada los hace inmunes a las represalias. Pero en España eso normalmente no ocurre, porque una gran parte de la élite española depende de empresas grandes muy reglamentadas por el poder político o de subvenciones y contratos masivos del Gobierno, que es lo que hace que nuestra élite sea generalmente dócil con el poder.

Incluso en países relativamente similares al nuestro, como Italia, las élites se implican mucho más en la política

Incluso en países relativamente similares al nuestro, como Italia, las élites se implican mucho más en la política. No en el día a día, pero sí cuando ven que su país entra en caída libre, que es lo que explica que se pudiera llegar a los acuerdos políticos que llevaron al poder a Monti y a Draghi. En España, cuando ha habido necesidad de forjar acuerdos, léase entre Rivera y Sánchez, o entre Sánchez y Casado, o ahora entre Sánchez y Feijóo, la élite tiende a observar pasivamente, en vez de utilizar su posición privilegiada para forzar la mano de los políticos en aras del interés nacional.

Salir del estancamiento en el que se ha sumido España y dejar atrás las casi dos décadas de ausencia de reformas estructurales requiere el compromiso de todos, pero especialmente de las élites. No maquillando internacionalmente la imagen del Gobierno, sino exigiendo una gestión política adecuada y ayudando a forzar los acuerdos que necesita el país. A más privilegios, más responsabilidad. Eso es algo que no debería olvidársenos nunca a ninguno.

Algo está cambiando en la percepción de la opinión pública internacional sobre el Gobierno de España: empieza a cuajar la idea de que Pedro Sánchez 'no lo está haciendo tan mal'. Es una opinión internacional incipiente, pero que contrasta con la valoración de la gestión del presidente dentro de España, donde según la última encuesta del CIS (que depende del Ministerio de Presidencia) Pedro Sánchez recibe ‘mucha o bastante’ confianza del 31,4% de los españoles, pero ‘poca o ninguna’ del 66,9%.

Pedro Sánchez Alberto Núñez Feijóo Partido Popular (PP)
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