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Carmen Calvo, la feminista del pueblo
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Ángeles Caballero

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Carmen Calvo, la feminista del pueblo

Suya era la clausura de la presentación del libro ‘Al amparo del feminismo’ y empezó institucional, pero se fue soltando. Tanto que aquello parecía un ligero y sutil ajuste de cuentas

Foto: La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, interviene en la presentación del libro 'Al amparo del feminismo'. (EFE)
La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, interviene en la presentación del libro 'Al amparo del feminismo'. (EFE)

Este jueves por la mañana, Carmen Calvo estaba más a gusto que en brazos. Rodeada de familia, esa con la que no compartes apellidos sino costumbre, y con las cámaras y los periodistas a las puertas de la sede del Instituto Cervantes, saludaba enérgica y pletórica a sus compañeros de asiento. Esos que, como ella, acudieron a la presentación del libro de Amparo Rubiales y Octavio Salazar, ‘Al amparo del feminismo’.

Estaba feliz, relajada, con amigos y alejada de los enemigos. Suya era la clausura del acto y empezó institucional, pero se fue soltando. Tanto que aquello parecía un ligero y sutil ajuste de cuentas. No dio nombres, no habló de siglas. Empezó como vicepresidenta, acabó siendo Carmen. “Yo era la feminista del pueblo, la sospechosa de lo que no hay que hacer en la vida”. A ella le van a decir lo que es y lo que no es el feminismo. Sus buenas toxinas liberó Carmen, nacida en Cabra, provincia de Córdoba, en 1957.

“Yo era la feminista del pueblo, la sospechosa de lo que no hay que hacer en la vida”. A ella le van a decir lo que es y lo que no es el feminismo

También en Cabra nació Octavio Salazar unos años después. Los suficientes como para ser alumno de la mano derecha e izquierda de Pedro Sánchez. Como lo fue Calvo de Rubiales. Los tres, andaluces y licenciados en Derecho, alumnos y docentes. “Lo nuestro es un triángulo amoroso y yo soy el jamón de york de este sándwich”, dijo al empezar.

Previamente, Rubiales había explicado cómo surgió la idea del libro, que recopila conversaciones entre ella y Octavio Salazar, que se autodefine como “un hombre en fase de construcción”. Ella, feminista, socialista y tuitera peleona, dice no es más que un pretexto. Entre el público, la exportavoz del Gobierno Rosa Conde y el actor Miguel Rellán. “Queríamos hablar de lenguaje sexista, del agrado y el silencio”, explicó con esa voz de copla desgastada que tiene, dándole todos los méritos literarios a su compañero de escenario.

placeholder Calvo (c), Rubiales (2d) Salazar (2i) y el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero (d). (EFE)
Calvo (c), Rubiales (2d) Salazar (2i) y el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero (d). (EFE)

Calvo tiene una mirada dura, como si siempre estuviera enfadada, quizá también un poco a la defensiva. La mascarilla hace que esa percepción se acentúe. Pero lo compensó con un arranque suave, mullido como los anuncios de suavizante. “Los debates sobre amor, amistad y sinergias son los que importan”, afirmó. Tardó poco en coger velocidad, lo que dura la frase de María Zambrano que asegura que “la memoria nos rescata”.

“He llegado a la conclusión de que la inteligencia está muy sobrevalorada, quizá porque no abunda. Por eso es mejor promocionar la bondad, porque produce relax”, explicó. Miraba al público, que asentía con la cabeza. Pero pareciera que le hablara a otros y a otras que no estaban entre los asistentes.

“No se trata de estar, se trata de influir. Y este es un libro en el que los autores se desnudan en serio. En política pocos quieren desvelar quiénes son. Si lo hicieran, eso generaría confianza en los votantes. Para conseguir una alcaldía, o un ministerio”, señaló. La cabeza de la que se escribe viajó hasta Murcia al escuchar la palabra alcaldía. La que escribe no es más que una malpensada.

El feminismo, dijo, es un movimiento con más de 200 años de existencia. No viene al caso que algunos y algunas se apunten a ese carro como si hubieran descubierto la pólvora. “Es un movimiento que no se puede diluir por ir en pandilla; porque es la revolución cotidiana y triunfante que está construyendo la historia democrática del siglo XXI”, deslizó. Por si acaso la escuchaban las mujeres del edificio que está cinco números más arriba, sede del Ministerio de Igualdad.

“Hay algunos que nos dicen: 'Bueno, ya lo habéis conseguido'. Y se dedican a desmontar los logros”, dijo. Son esos, puso como ejemplo, que aseguran que las mujeres nos prostituimos voluntariamente y porque somos libres. “El libro tiene un formato facilito, a ver si así les cuesta menos leérselo a algunos”, expuso. Se apartó del atril. Se encendieron las luces. Y volvió a saludar a la familia.

Este jueves por la mañana, Carmen Calvo estaba más a gusto que en brazos. Rodeada de familia, esa con la que no compartes apellidos sino costumbre, y con las cámaras y los periodistas a las puertas de la sede del Instituto Cervantes, saludaba enérgica y pletórica a sus compañeros de asiento. Esos que, como ella, acudieron a la presentación del libro de Amparo Rubiales y Octavio Salazar, ‘Al amparo del feminismo’.

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