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Vallecas, un día después: vulnerable, cansado, desatendido
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Ángeles Caballero

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Vallecas, un día después: vulnerable, cansado, desatendido

“Lo de ayer es consecuencia de la insatisfacción de los jóvenes. Vivimos mejor que nuestros padres, pero nuestros hijos no lo harán, y eso les genera rabia. Esto no justifica nada, es simplemente un diagnóstico”

Foto: Asistentes al acto de desinfección antifascista este jueves después de los disturbios en el acto de precampaña de Vox. (EFE)
Asistentes al acto de desinfección antifascista este jueves después de los disturbios en el acto de precampaña de Vox. (EFE)

El cierre del Ateneo Republicano está a medio echar a las 11:30 de la mañana. Dos mujeres hablan en la puerta. La más joven dice que no tiene ganas de hablar, que el barrio lo está pasando mal, hoy, ayer y desde antes. La otra invita a la periodista a entrar en el local. “Yo estuve ahí, con los jóvenes. ¿Por qué optar por la indiferencia? Había que estar ahí y decir lo que pensamos. Mírame bien, ¿tú crees que yo soy una terrorista? Pues es lo que opinan de mí, cuando soy una mujer que lleva tiempo esperando a que me llamen para la diálisis, que vivo más o menos regular, pero a lo que vinieron es a provocar y a insultarnos. Pero en cuanto vi la que se empezaba a liar me tuve que ir, yo no puedo defenderme ni correr”, dice.

La conversación continúa en la calle. Carmela es educada y sus opiniones son rotundas. “Hemos aprobado la ley del aborto, la del divorcio y la de la eutanasia. ¿Acaso eso obliga a alguien a hacerlo? Yo no he abortado nunca, pero si alguien lo necesita, ¿por qué no lo va a hacer?”, explica. A la charla se une Manuela, unos cuantos años menor que Carmela, que confiesa que lleva despierta desde las cuatro de la mañana. Enumera con su vecina el parte de lesiones, los nombres de algunos detenidos, de heridos que forman parte del paisaje del barrio.

Se les nota el hastío, la cantinela de convertirse otra vez en noticia, pero una noticia que no revela la realidad y las necesidades de Puente de Vallecas, que esta mañana luce nublado y con los problemas de siempre. Es el síndrome del safari, el ratito que acuden los de fuera a ver a las fieras del barrio para luego volver a sus hogares y olvidar cuanto antes lo que han visto.

Vayamos a los datos que ofrece el Ayuntamiento de Madrid y que aporta la concejal del distrito Enma López, del PSOE. Puente de Vallecas es el tercer distrito de Madrid con mayor número de habitantes, 245.179, de los que el 20% son inmigrantes. Los ancianos representan el 17,5% de la población, de los que un alto porcentaje pertenece a clases desfavorecidas. La tasa de fecundidad es ligeramente superior a la media de Madrid, aunque la tasa de fecundidad entre las mujeres de entre 15 y 20 años está muy por encima de la media.

placeholder Pinche en la imagen para ver el álbum de los disturbios.
Pinche en la imagen para ver el álbum de los disturbios.

Más. Es el primer distrito en cuanto a absentismo escolar. La tasa de fracaso escolar es del 23,39%, frente al 11,34% de media de la ciudad. La tasa de paro es del 22,4%, también mayor que la media, y predominan los empleos de baja cualificación. La renta media es un 30% inferior a la media de la capital. Puente de Vallecas es el distrito con más perceptores de la RMI de la ciudad de Madrid.

“Los datos explican los gritos de ayer”, afirma una de las portavoces de la asociación Somos Tribu. “Lo mío es por vocación, porque solo el año pasado ayudamos a 2.000 familias. Esto está a punto de explotar”, añade. Iñaki Olazábal, del colectivo Vallekas se Defiende, habla de las desigualdades estructurales. Una de ellas, el transporte. “Es una de las zonas de Madrid con peor transporte público. Apenas tenemos una línea de metro y una estación de Cercanías, mientras que en zonas como San Diego y Doña Carlota siguen sin parada de Cercanías y de metro”, aclara.

“Lo de ayer es consecuencia de la insatisfacción de los jóvenes. Vivimos mejor que nuestros padres, pero nuestros hijos no lo harán, y eso les genera rabia. Esto no justifica nada, es simplemente un diagnóstico”, explica Paco Pérez, concejal del Ayuntamiento de Madrid por Más Madrid. Señala que un estudio de la Universidad Carlos III revelaba que Vallecas salía con diferencia como el distrito más vulnerable y castigado de la ciudad.

Porque hay datos con consecuencias demoledoras. Como ese que dice que el porcentaje de población sedentaria es del 52,4% frente al 34% de la ciudad, o ese que revela que el consumo de medicamentos habitualmente es un 10% superior. En este contexto, no extraña que la esperanza de vida sea la cuarta por la cola, 2,7 años menor que en el distrito mejor situado.

Foto: Manifestantes contrarios a Vox, en el acto del partido. (Sergio Beleña)

Necesitamos médicos”, dice Manuela. Y algo de claridad en el futuro a corto plazo. “¿Dónde vamos a echar a nuestros muchachos si no hay trabajo?”, lamenta. Los datos revelan que los mayores porcentajes de menores viviendo en hogares con ingresos bajos están en Puente de Vallecas, Usera y Villaverde. Lleva en las manos un sobre que abre para enseñar el contenido. “Mira, esto es lo que de verdad hacemos en el barrio”, explica mientras saca un taco de fotos en papel. En ellas, cenas flamencas en las que Carmela cantaba con Enrique Meneses. Aparecen Chano Lobato y Pitingo. “Soy una osada, a quién se le ocurre cantar con ellos”, dice. “Anda, si cantas de miedo”, le responde Manuela.

Algunos vecinos reniegan de la presencia de la prensa. Otros comentan la jugada. En la llamada Plaza Roja, ha desaparecido la policía, también los gritos y los carteles. A esa hora, como en cualquier plaza, hay ancianos sentados en los bancos. También carritos de bebés con progenitores, varios perros corretean felices por el césped. “¿A qué vienen?”, dice un anciano en voz baja a sus amigos, ante la cercana presencia de un par de reporteros de televisión.

Unas cuantas paradas de metro más allá, las que separan Puente de Vallecas de Villa de Vallecas, un muro recuerda al alcalde Almeida que los vecinos esperan desde hace años un pasadizo que les conecte con el Hospital Infanta Leonor, ese que requiere hoy de un autobús y un paseo para acceder a él.

Muy cerca, en la calle del Arroyo del Olivar, una cola de al menos 20 personas aguarda paciente para comprar huevos de la Granja del Molino, que abre un par de días a la semana. En el local vecino, que vende retales y telas, un par de carteles destilan educación y buen rollo. Desean que pasemos un buen día y recuerdan que sonreír es gratis. En una barbería cercana, Jay repasa el corte de un cliente. Media cabeza rapada y la otra media bien poblada. Al lado, las empleadas de la panadería llaman “cariño” a todo el que entra. Huele a pan y a empanada.

Es otro día más en Puente de Vallecas. Cuando haya otro mitin, volveremos a hacerles caso. Pero, con o sin cámaras, seguirá siendo uno de los cuatro distritos que más ayuda social necesitó en 2020.

El cierre del Ateneo Republicano está a medio echar a las 11:30 de la mañana. Dos mujeres hablan en la puerta. La más joven dice que no tiene ganas de hablar, que el barrio lo está pasando mal, hoy, ayer y desde antes. La otra invita a la periodista a entrar en el local. “Yo estuve ahí, con los jóvenes. ¿Por qué optar por la indiferencia? Había que estar ahí y decir lo que pensamos. Mírame bien, ¿tú crees que yo soy una terrorista? Pues es lo que opinan de mí, cuando soy una mujer que lleva tiempo esperando a que me llamen para la diálisis, que vivo más o menos regular, pero a lo que vinieron es a provocar y a insultarnos. Pero en cuanto vi la que se empezaba a liar me tuve que ir, yo no puedo defenderme ni correr”, dice.

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