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Pepu dimite. Suena Míchel
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Ángeles Caballero

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Pepu dimite. Suena Míchel

Desaparecido en combate, Pepu ha decidido marcharse, quizás, antes de que le inviten a abandonar el ayuntamiento. Ese que Iván Redondo pensó que le sentaba como un traje a medida

Foto: Pepu Hernández. (EFE)
Pepu Hernández. (EFE)

—Os tengo que dejar, que tengo que escribir de Pepu Hernández.

—¿Le ha pasado algo?

Ha dimitido.

—¿De qué? ¿De seleccionador?

Puede que piensen que están ante el enésimo chiste sin gracia sobre el asunto, pero este brevísimo diálogo ha tenido lugar este jueves por la tarde en un hotel entre la que suscribe y otra colega de profesión también residente en Madrid. Porque pasar por la vida sin dejar huella en la política es exactamente lo que ha hecho el hombre que nos hizo felices a los seguidores del Estudiantes e infelices a los votantes socialistas en la capital. Que los hay, no sean mal pensados.

La historia del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid es una serie de catastróficas desdichas. Es un puñado de imágenes para el olvido del partido y para el deleite de la oposición. Es Miguel Sebastián renunciando a recoger el acta de concejal tras las elecciones de 2007, son las idas y venidas de Antonio Miguel Carmona. Es esa mujer llamada Purificación Causapié a la que nueve de cada 10 madrileños no pusieron cara cuando fue la cabeza visible en Cibeles (de 2015 a 2019) ni ahora. Es Jaime Lissavetzky como ejemplo de los días de vino y rosas (imaginen el percal).

También es Trinidad Jiménez con su chupa de cuero, su suave acento canario y el ‘Trinimaratón’ (con ese nombre dónde vas, hija mía), con el que, a pesar de los esfuerzos, no consiguió ganar a su primo Alberto Ruiz-Gallardón. Es Pepu Hernández paseando por la pradera de San Isidro intentando cogerle el gusto al asunto. Soy yo intentando montar un mueble de Ikea. Un fracaso.

Foto: Pedro Sánchez y el exseleccionador de baloncesto Pepu Hernández, el 2 de octubre de 2014 en el Fórum Europa, Madrid. (Inma Mesa | PSOE)

La portavocía socialista del Ayuntamiento de Madrid se ha convertido en un agujero negro al que nadie quiere aproximarse. En un oficio como el de la política que todo lo tritura y que solo premia las agallas mal entendidas, también el coraje, el colmillo y la chispa. Las ideícas, el titular redondo, pero no la actitud del que va hasta arriba de infusiones de melisa y valeriana.

José Vicente Hernández ha sido un poco eso, el hombre tranquilo, probablemente una buena persona a la que de vez en cuando, cuando le tocaba dar un paso al frente, la cosa no le salía como esperaba. Como no remataba en los debates televisivos, siempre pendiente de lo que estaba escrito en las tarjetas, como los malos presentadores. Aprendía la lección con demasiada rapidez y luego pasaba lo que pasaba, como aquella vez en que no supo o no pudo argumentar en una entrevista en Onda Cero por qué su partido estaba en contra de la concesión de la medalla de Madrid al escritor Andrés Trapiello.

Foto: El portavoz del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Madrid, Pepu Hernández. (EFE) Opinión
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Marta García Aller

El PSOE de la capital es percibido hoy como un extraño relleno de sándwich. Las rebanadas son el PP y Más Madrid, capaces de enarbolar discurso, hacerse una marca propia. Es Almeida el simpaticón, es Maestre acusada por sus excompañeros de partido de ser la bruja mala del Oeste. Es Ciudadanos, pero ustedes ya me entienden.

Mientras, los ocho concejales que el PSOE obtuvo en las últimas elecciones municipales han hecho, imagino, lo que han podido, con un portavoz que ha pasado desapercibido porque parece haber tenido las mismas ganas de trabajar que yo de salir con Arévalo. Entre ellos, Mercedes González, actual delegada del Gobierno en Madrid, o Enma López, la que demostró con números que los 1.400 millones de euros que pedía el consistorio al Gobierno central por los daños ocasionados por Filomena eran tal despropósito que nuestro alcalde rehizo el informe y rebajó la cantidad hasta los 279 millones.

Desaparecido en combate, Pepu ha decidido marcharse, quizás, antes de que le inviten a abandonar el ayuntamiento. Ese que Iván Redondo pensó que le sentaba como un traje a medida. Quizá vuelva al baloncesto y a la nevera del Magariños, allí donde inició su amistad con Pedro Sánchez. Ese deporte en el que para muchos se ha pasado los dos últimos años.

—Os tengo que dejar, que tengo que escribir de Pepu Hernández.

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