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¿Por qué aumentan los jóvenes negacionistas con la violencia de género?
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Ángeles Caballero

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¿Por qué aumentan los jóvenes negacionistas con la violencia de género?

Deberíamos preguntarnos qué estamos haciendo mal para que tantos jóvenes le quiten importancia a la violencia

Foto: Imagen de Tumisu en Pixabay.
Imagen de Tumisu en Pixabay.

Dos de cada 10 jóvenes entre 15 y 29 años consideran que la violencia de género no existe y que es un “invento ideológico”. Para ser invento, llevamos 1.113 víctimas mortales desde enero de 2003, según la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. Eso sin contar las que lo padecen aquí y ahora. Con golpes, con insultos, con silencios. Jóvenes de entre 15 y 29, también madres de hijos que también son víctimas, solteras y casadísimas, mujeres todas. Pero paro, que hay más datos por digerir.

Veamos cómo perciben y viven sus relaciones afectivas. Un 18,1% de los hombres entre 15 y 29 años reconoce que es normal mirar el móvil de la pareja, frente al 12,7% de ellas. Esperen, no se vayan, que hay más. Tres de cada 10 chicos consideran que una pareja necesariamente limita tu libertad y normalizan la presencia de celos como “prueba de amor” (28% entre ellos, 15% entre ellas).

Esta no es —o no pretende ser— la enésima turra en la que la periodista (mujer tenías que ser) señala a los y las negacionistas y a los tolerantes con la violencia como enemigo a batir y este responde de la manera más iracunda posible en los comentarios, en las redes sociales, en las quedadas con otros de su montón.

"La evolución desde 2017 es a peor, y si observamos los datos de los chicos más jóvenes, se te cae el alma a los pies"

Vuelvan a leer los datos del principio, que no son cosecha mía, sino algunas de las conclusiones del ‘Barómetro juventud y género’, del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción). “La evolución desde 2017 es a peor, y si observamos los datos de los chicos más jóvenes, se te cae el alma a los pies”, afirma Anna Sanmartín, subdirectora de la institución.

A pesar de la foto, Sanmartín se niega a caer en el desánimo, la demonización y el apocalipsis, así que opto por seguir su camino, para no volver a esa guerra en la que unos se consideran moralmente superiores y los otros víctimas de un nuevo orden mundial desde que muchas mujeres han dejado de estar calladas.

Foto: Las 27 reglas que rigen el maltrato habitual, redactadas por el Supremo. (EFE)

“Hay algo que no estamos sabiendo explicar. Tenemos que inventarnos algo, no sé el qué, para llegar a ellos y que aprendan cómo deben comportarse con una pareja”, explica. “Están muy despistados”, dice, y se le escapa una risa un poco nerviosa por teléfono.

A mí no me miraban el móvil, pero sí me han controlado. Mis movimientos, a qué hora debería estar en los sitios, las compañías, a ver a qué venía esa risa de más. También a veces, aunque pocas, la ropa que llevaba. ¿Ven? Como si por ocurrir solo unas cuantas ocasiones le quitara violencia al asunto. Aún tengo mucho que aprender y borrar de mi día a día.

Foto: Manifestación contra la violencia machista. (EFE)

El debate público y el político no ayudan. Pero eso ustedes ya lo saben, así que hagamos un pequeño ejercicio de autocrítica. Vayamos a lo que se cuece en lo que tenemos más cerca; en lo que vemos, decimos y hacemos en casa. También en el trabajo, en los colegios, institutos y universidades. Sin bronca, con sosiego. El gatillo, en otro sitio que no sea este.

No se trata de buscar culpables. O más bien, de no poner el foco en una sola cosa. No nos sabemos explicar, no sabemos escuchar

Deberíamos preguntarnos qué estamos haciendo mal para que tantos jóvenes le quiten importancia a la violencia. Por qué afirman sufrir y ejercer violencia de control como si fuera algo inherente a la edad y a la época que les toca vivir. Por qué ellas, según esta misma investigación, se consideran cada vez más feministas (es decir, quieren igualdad entre hombres y mujeres) y ellos parezcan optar por el camino contrario.

No se trata de buscar culpables. O más bien, de no poner el foco en una sola cosa. No nos sabemos explicar, no sabemos escuchar. O quizá sea que no queremos, porque aprender y reaprender es un ejercicio que cansa y nos saca los colores. “Al final, se trata de abrir los cinco sentidos, dejar a un lado las razones propias para atender las diversas”, me dijeron el otro día en una entrevista. Se me quedó grabado en el teléfono y en la memoria. Y puede que sea un buen punto de partida.

Dos de cada 10 jóvenes entre 15 y 29 años consideran que la violencia de género no existe y que es un “invento ideológico”. Para ser invento, llevamos 1.113 víctimas mortales desde enero de 2003, según la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. Eso sin contar las que lo padecen aquí y ahora. Con golpes, con insultos, con silencios. Jóvenes de entre 15 y 29, también madres de hijos que también son víctimas, solteras y casadísimas, mujeres todas. Pero paro, que hay más datos por digerir.

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