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Las bombas que el caso Mediador tiene debajo del sofá
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Jaime Pérez-Llombet

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Las bombas que el caso Mediador tiene debajo del sofá

¿Por qué calla Marco Antonio Navarro cuando se le pregunta si efectivamente la trama perseguía contratos con la Consejería de Sanidad y el Servicio Canario de la Salud?

Foto: Marco Antonio Navarro Tacoronte (d) y Taishet Fuentes Gutiérrez (c), junto a un empresario durante una de las fiestas.
Marco Antonio Navarro Tacoronte (d) y Taishet Fuentes Gutiérrez (c), junto a un empresario durante una de las fiestas.
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A Marco Antonio Navarro, el mediador que da nombre a la trama que tiene al PSOE con la respiración contenida y el pulso acelerado, le cuesta poco hablar muchísimo. En las entrevistas que ha aceptado en el transcurso de las últimas 72 horas —preludio de las que concederá durante las próximas semanas—, Navarro ha sorprendido por una locuacidad tan táctica como pirotécnica. Su verborrea, domiciliada en la delgada línea donde guion e improvisación se abrazan, convierte al mediador en un relator que reparte y da juego, disparando al aire con desparpajo, aparentemente sin miedo a nada ni a nadie. O puede que sí. Tal vez sí. Quizá sí tenga miedo a algo o a alguien, dando así sentido a que en el transcurso de su entrevista en COPE —el viernes pasado— el mediador frenara en seco cuando se le preguntó por reuniones o conversaciones promovidas por la trama para abrirse una ventana de oportunidad en la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias. Su silencio siembra la sospecha de que el PSOE, además de lo que ya ha trascendido sobre los presuntos favores y extorsiones a empresarios del sector ganadero, puede tener otra bomba de relojería debajo del sofá, concretamente, en alguno de la Consejería de Sanidad.

Foto: Juan Bernardo Fuentes en una imagen de archivo. (EFE/Carlos de Saá)

Cuando llegó a ese punto del orden del día radiofónico, Navarro tiró del freno de mano. Se mordió la lengua. Paró en seco. Navarro desenchufó en ese preciso instante el ventilador que lo acompaña a todas partes. Silencio. Sin comentarios. De eso no quiero hablar, llegó a decir quien habla de todo menos de la pretensión de poner un pie en los contratos de la sanidad pública. Ese dinero es para dárselo al de Sanidad, se escucha decir al mediador en una conversación grabada con su móvil. ¿Por qué calla Marco Antonio Navarro cuando se le pregunta si efectivamente la trama perseguía contratos con la Consejería de Sanidad y el Servicio Canario de la Salud?, ¿qué le asusta o preocupa?, ¿por qué enmudece cuando llega a ese capítulo de una crónica negra que sigue teniendo en el mediador a su actor principal?

Cuando Navarro tira del freno de mano, cala la sospecha de que pesa más lo que calla que lo que cuenta. Al mediador le costó poco hacerse un selfi para documentar una reunión con el entonces director general del Servicio Canario de la Salud, Conrado Domínguez, en su despacho. Sin embargo, ahora quiere hablar de todo menos de Sanidad, algo impropio de quien ha llegado a la conclusión de que su mejor arma es huir hacia delante, a todo gas, lanzando nombres, fotos y audios por la ventana del coche, fotos de todos y todo, en Ganadería, en Sanidad o con el director general de Lucha Contra el Cambio Climático y Medio Ambiente del Gobierno canario, José Domingo Fernández Herrera. El retratista incombustible lo fotografiaba todo sin que a alguien le llamara la atención tanto selfi antes, durante o después de las reuniones. Sin embargo, de Sanidad no quiere hablar.

placeholder El exdiputado del PSOE Juan Bernardo Fuentes. (EFE/Ramón de la Rocha)
El exdiputado del PSOE Juan Bernardo Fuentes. (EFE/Ramón de la Rocha)

Dijo Alfred Hitchcock que más importante que la lógica es la imaginación. Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa, debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Esto —explicó el cineasta británico— es el suspense. Y eso, la angustia que provoca la mera presencia del artefacto, es el miedo que a los socialistas les disparan los dos móviles que el mediador utilizó como almacén donde guardar munición para airearla si llegara a ser necesario —como así ha sido—. Eso, el suspense, es lo que tiene al PSOE con respiración asistida, temiéndose que el descosido preelectoral que está causándoles la crónica de barra libre, prostitutas, cenas, drogas, calzoncillos y caspa —ingredientes que retrotraen a las escenas que protagonizó el ex director general de la Guardia Civil Luis Roldán— empeore con la aparición en escena de contratos tan amañados como multimillonarios.

En los pasillos de las sedes socialistas, cruzan los dedos para que el espectáculo que el mediador está ofreciendo a la opinión pública —a solo 90 días de que abran las urnas autonómicas y locales— vaya perdiendo fuelle. Necesita el PSOE que vaya desinflándose el interés por el espectáculo de nombres, apellidos y primeros planos que garantiza el relator del escándalo. Rezan los socialistas para que en el patio de butacas se termine agotando el guion y puesta en escena de alguien que en público habla más de lo que documenta, demuestra o aporta. ¿Dónde están los contratos?, ¿dónde los documentos que avalen lo que airea en los medios?, se preguntan algunos dirigentes del PSOE.

Foto:  Las reuniones del diputado con el resto de implicados acababan en clubes de alterne y hoteles
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Salvando las distancias y los matices, si las fotos en habitaciones de hotel reflejan en el retrovisor las imágenes de Luis Roldán —qué decir del daño que aquel escándalo hizo a aquel PSOE—, las declaraciones y el manual de instrucciones de Marco Antonio Navarro recuerdan a ratos algunos de los momentos estelares de Francisco Nicolás Gómez, apodado el pequeño Nicolás, especialistas uno y otro en dejarse ver en los eventos de la alta política y del mundo financiero para construirse un contexto con el que captar posibles cómplices. Inauguraciones. Aeropuertos. Videoconferencias. Reuniones. El mediador estaba en todas partes y en ninguna. Falsificación de documentos públicos. Robo con fuerza en las cosas. Robo con violencia e intimidación. Estafa. Marco Antonio Navarro —sobrino de Julián Navarro, histórico del PSOE de Las Palmas de Gran Canariano es ni de lejos un becario sin pasado.

Su galería de audios e imágenes tiene en jaque al PSOE y contra las cuerdas al actual pacto de gobierno en las islas, conscientes sus socios de que un retroceso de los socialistas hará inviable reeditar el denominado pacto de las flores, conformado por PSOE, Nueva Canarias, Agrupación Socialista Gomera y una cuarta formación, Podemos, que sorprendentemente no ha dicho una sola palabra sobre un episodio que incluye, entre otras vergüenzas, el flanco de la prostitución.

placeholder Juan Bernardo Fuentes, durante un pleno en el Congreso de los Diputados. (Europa Press/A. Pérez Meca)
Juan Bernardo Fuentes, durante un pleno en el Congreso de los Diputados. (Europa Press/A. Pérez Meca)

Siendo enorme el daño que ya ha causado esta trama, a lo que habrá que sumar el desgaste que generen los audios e imágenes que seguirán saliendo a la luz en el transcurso de las próximas semanas, al PSOE le preocupa especialmente que en algún momento el caso Mediador empiece a vomitar contratos y documentos que impulsen la transición del relato a las pruebas. En esa dirección, inquieta sobremanera la posibilidad de que el caso multiplique su dimensión si se demuestra que se apañaron algunos contratos en el continente africano. Otra bomba debajo del sofá.

A la espera de conocer en qué acaban las investigaciones de la rama africana del caso, y con un buen puñado de parlamentarios socialistas de distintas comunidades autónomas poniendo velas a todos los santos para que una cena promovida por el compañero Fuentes no les haga perder el escaño —obligados a dimitir— y los anule sin penitencia posible como posibles candidatos en las elecciones generales, en las islas el PSOE está a la espera de saber cuánto queda por saberse de los negocios y movimientos de la trama para, caso de ir a peor, tomar decisiones orgánicas de mayor calado en Fuerteventura. ¿Es cierto o no que el PSOE canario envió un emisario a Ferraz para explicar el alcance del escándalo?

Foto: Marco Antonio Navarro Tacoronte fotografiaba a los empresarios durante sus fiestas.
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Con el secretario de Organización, Santos Cerdán, cada vez con más frecuencia al teléfono crece la convicción de que la Moncloa terminará exigiendo que ruede alguna cabeza más. La consejera autonómica de Agricultura, Ganadería y Pesca, Alicia Vanoostende, está en primera línea de fuego, pero no dimite —aunque ya se lo han sugerido, por cauces extraoficiales—, porque considera que no merece que un cese siembre dudas sobre la rectitud de su comportamiento al frente de la consejería.

En apenas 24 horas echarán a andar en el Parlamento de Canarias las sesiones con mayor seguimiento informativo del año, el debate sobre el estado de la nacionalidad. El presidente, Ángel Víctor Torres, tendrá que esforzarse para evitar que la oposición, Coalición Canaria y Partido Popular, no lo reduzcan a un debate sobre el escándalo que tiene al PSOE, en las islas y en Madrid, con algunas bombas debajo del sofá.

A Marco Antonio Navarro, el mediador que da nombre a la trama que tiene al PSOE con la respiración contenida y el pulso acelerado, le cuesta poco hablar muchísimo. En las entrevistas que ha aceptado en el transcurso de las últimas 72 horas —preludio de las que concederá durante las próximas semanas—, Navarro ha sorprendido por una locuacidad tan táctica como pirotécnica. Su verborrea, domiciliada en la delgada línea donde guion e improvisación se abrazan, convierte al mediador en un relator que reparte y da juego, disparando al aire con desparpajo, aparentemente sin miedo a nada ni a nadie. O puede que sí. Tal vez sí. Quizá sí tenga miedo a algo o a alguien, dando así sentido a que en el transcurso de su entrevista en COPE —el viernes pasado— el mediador frenara en seco cuando se le preguntó por reuniones o conversaciones promovidas por la trama para abrirse una ventana de oportunidad en la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias. Su silencio siembra la sospecha de que el PSOE, además de lo que ya ha trascendido sobre los presuntos favores y extorsiones a empresarios del sector ganadero, puede tener otra bomba de relojería debajo del sofá, concretamente, en alguno de la Consejería de Sanidad.

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