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Sánchez se atrinchera a la espera de elecciones anticipadas (pero ya no se fía ni de Tezanos)
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Alberto Pérez Giménez

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Sánchez se atrinchera a la espera de elecciones anticipadas (pero ya no se fía ni de Tezanos)

Tras perder 35 votaciones y retirar otras dos para no sufrir otra derrota, el presidente del Gobierno -acosado judicialmente- remodela su núcleo duro en Moncloa para resistir y ficha un nuevo gurú electoral

Foto: Sánchez suma a su debilidad parlamentaria el cerco judicial a su mujer y su entorno. EFE
Sánchez suma a su debilidad parlamentaria el cerco judicial a su mujer y su entorno. EFE
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El presidente del Gobierno sabe que la legislatura está muerta y solo espera el momento para decidir cuándo le da el tiro de gracia y convoca el adelanto electoral, como contaba en este diario Esteban Hernández. Y, para ello, ha remodelado todo su núcleo duro en la Moncloa, desprendiéndose de Óscar López y Antonio Hernando, rediseñando un Gabinete de poco más de 30 años y buscando otro gurú electoral porque, por supuesto, no se fía de José Félix Tezanos y su CIS.

Sánchez sabe que no puede gobernar. Ha perdido en lo que lleva de legislatura 35 votaciones, que habrían sido más si no hubiera retirado in extremis la ley de Suelo o la del techo de gasto, ayer mismo, al saber que sus ‘socios’ de Junts se la iban a tumbar. La parálisis es casi total y ya nadie da un duro por la aprobación de los Presupuestos.

El chantaje de Junts es tal que en la Moncloa ahora apuestan por dar una patada a seguir, intentar prolongar la negociación con Junts hasta después del congreso de la formación independentista —del 25 al 27 de octubre en Calella— y cruzar los dedos a que después, con Puigdemont entronizado, sea más fácil volver a conseguir su apoyo en Madrid. El problema es que Puigdemont no puede aprobarle los PGE a Sánchez y garantizarle, además del Ayuntamiento, la Diputación de Barcelona y la Generalitat, tres años más de Gobierno en España. Junts estaría muerto.

Foto: El portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, y el portavoz del PNV, Aitor Esteban. (Europa Press/Eduardo Parra)

A la esclerosis legislativa y la debilidad en el Parlamento, a Sánchez se le suma que está cada vez más acosado por los problemas judiciales de su entorno familiar y que, por mucho que algunos se empeñen en minusvalorar, no parece que vayan a amainar. Al contrario.

La Audiencia Provincial de Madrid, que debe decidir el día 30 sobre la instrucción del juez Peinado en el caso que sigue contra Begoña Gómez por presunta corrupción en los negocios y tráfico de influencias, no parece proclive al archivo de la causa cuando acaba de darle vía libre para que la investigue también por un posible delito de apropiación indebida del software de la Universidad Complutense que financiaron tres empresas —Telefónica, Google e Indra— con contratos multimillonarios dependientes del Gobierno de su marido.

La UCO, este mismo martes, volvía a la Diputación de Badajoz en busca de más correos del hermano de Pedro Sánchez, el director de orquesta David Azagra. Su ingeniería fiscal para evitar tributar en España alegando un domicilio portugués, así como la veracidad de su puesto de trabajo en la diputación, se complica día a día.

Y por si esto fuera poco, la investigación judicial y política sobre la trama del que fuera hombre fuerte de Sánchez y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, tiene al hoy diputado del Grupo Mixto a un paso de que el Supremo decida su imputación y en una guerra permanente con Óscar Puente, con Félix Bolaños y con su partido, a quien chantajea con quitarle su voto si los informes que se lanzan desde el Gobierno insisten en que Ábalos y Koldo sean las únicas cabezas que rueden en el oscuro episodio de las mascarillas y las comisiones multimillonarias.

Foto: Imagen de archivo del presidente Pedro Sánchez. (EFE/ J.P. Gandul) Opinión

Con este panorama, demasiado incluso para Sánchez, el presidente del Gobierno parece decidido a sobrevivir hasta que vea un resquicio para convocar el adelanto electoral. Para ello, acaba de reformar toda la estructura de la Presidencia del Gobierno, reforzando la oficina de Discurso y fichando un nuevo gurú electoral que interprete, de verdad, todos los miles de datos con los que cuenta el CIS.

Sánchez no es tonto y sabe que Tezanos y su CIS cocinado adolece de falta de realismo. Es un producto de cara a la opinión pública. Pero para la cocina interna de la Moncloa, el presidente acaba de fichar a José Pablo Ferrandiz —como adelanta este periódico—, fundador de Metroscopia, para mantener permanentemente avisado al todopoderoso núcleo de Presidencia, especializado en "derecha radical" y con el nuevo jefe de Gabinete a la cabeza, del momento oportuno en que se atisbe que las tres derechas —PP, Vox y Alvise— y sobre todo los cientos de miles de votos que pueden ir a este último sin tener ninguna representación en unas elecciones generales, le den a Sánchez el mínimo margen de esperanza para convocar y reeditar el Gobierno Frankenstein que aglutine todo el miedo y el rechazo a la llegada de la extrema derecha a la Moncloa.

¿Y si no llega ese momento y las encuestas, las de verdad, le dicen que no hay una ventana de oportunidad? Quien conoce al presidente del Gobierno asegura que “nunca convocará unas elecciones para perderlas”. Para esa disyuntiva, Sánchez se trabajaba su perfil internacional. Su reconocimiento casi unilateral de Palestina, sus viajes a China, su papel como nexo entre el Grupo de Puebla y Europa —gracias a los movimientos entre bambalinas de Zapatero—, le hacían soñar con una salida internacional.

Quien conoce al presidente del Gobierno asegura que "nunca convocará unas elecciones para perderlas"

Siempre se habló de suceder al belga Michel al frente del Consejo Europeo. Los socialdemócratas reclaman el puesto para ellos como segunda fuerza de la UE, pero los tiempos no acompañan. Michel termina mandato a finales de noviembre, y aunque Sánchez tendría el apoyo del alemán Scholz, de Macron y el visto bueno de Von der Leyen, el calendario se le ha echado encima. La OTAN, con Washington y Londres en contra y con un paupérrimo gasto en Defensa por parte de España, nunca estuvo sobre la mesa por mucho que se lanzaran globos sonda.

Sin destino internacional a la vista, a Sánchez solo le queda resistir: parapetarse en su nuevo núcleo duro de la Moncloa, sobrevivir a las exigencias de Junts, ceder uno a uno ante sus socios para intentar sacar adelante alguna iniciativa y seguir escudriñando las oportunidades de un adelanto electoral que aproveche la división y los errores de la derecha, especialista en darse tiros en el pie en el momento más inoportuno. Y, sobre todo, 'confiar' en que la Abogacía del Estado, la Fiscalía y la maquinaria mediática afín pongan coto al juez Peinado. Y hasta entonces, la mayor parálisis legislativa.

El presidente del Gobierno sabe que la legislatura está muerta y solo espera el momento para decidir cuándo le da el tiro de gracia y convoca el adelanto electoral, como contaba en este diario Esteban Hernández. Y, para ello, ha remodelado todo su núcleo duro en la Moncloa, desprendiéndose de Óscar López y Antonio Hernando, rediseñando un Gabinete de poco más de 30 años y buscando otro gurú electoral porque, por supuesto, no se fía de José Félix Tezanos y su CIS.

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