Luna de Papel
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Ayuso, o cómo crecer sobre los cadáveres del PSOE de Madrid
"Usted no es un criminal y, por tanto, está sentenciado en el sanchismo". La presidenta madrileña avisó hace 15 meses a Lobato de su muerte política
"Señor Lobato. Usted no es un criminal y, por tanto, está sentenciado en el sanchismo". El 19 de septiembre de 2023, en la Asamblea de Madrid y en un cara a cara tras la aprobación de la ley de amnistía y las concesiones a Puigdemont por parte de Pedro Sánchez, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, lanzaba este vaticinio a Juan Lobato. Quince meses después, Lobato dimitía porque "mi forma de hacer política no es igual ni quizá en ocasiones compatible con la que una mayoría de la dirigencia actual de mi partido tiene". Ferraz ejecutaba una sentencia de muerte política que ya le había anticipado Ayuso. De fondo, suena la banda sonora de Nino Rota en El Padrino para inaugurar el congreso del PSOE en Sevilla, el de una nueva subida a los cielos de Pedro Sánchez.
Isabel Díaz Ayuso se fue a Corea del Sur con Miguel Ángel Rodríguez, y a 9.992 kilómetros de la Puerta del Sol ha visto cómo, una vez más, Ferraz ha decapitado a su rival socialista. El PSOE lleva desde 1995 en la oposición en la Comunidad de Madrid y, desde entonces, Ferraz ha cortado la cabeza en cuatro ocasiones a su líder regional: Rafael Simancas (2007); Tomás Gómez (2015, con cambio de cerradura de la sede del PSM incluido, dejando a Gómez literalmente en la calle); José Manuel Franco (2021) y Juan Lobato (2024). Las tres últimas gestoras, bajo el poder de Sánchez en Ferraz.
La historia del socialismo en Madrid desde hace tres décadas es la historia de un fracaso por el empeño de la cúpula nacional en intervenir con mano de hierro la federación y colocar a sus afines. El problema lo describió hace casi 20 años Joaquín Leguina, el único presidente madrileño del PSOE, cuando sentenció: "Pobre Partido Socialista de Madrid, tan lejos de la democracia y tan cerca de Ferraz". Hoy, Joaquín Leguina está expulsado del partido por participar en actos con Isabel Díaz Ayuso. Como Nicolás Redondo Terreros. O casi como Felipe González y Alfonso Guerra, ausentes de un Congreso del PSOE... ¡En Sevilla! La banda sonora de El Padrino sigue sonando...
Ayuso ha permanecido en silencio en este último episodio de la crisis que ha colocado al frente del PSOE de Madrid a otra gestora. La figura de la presidenta de la Comunidad ha crecido gracias a que sus enemigos le han convertido en su diana. Así le sucedió cuando Pablo Iglesias pretendió convertir las elecciones autonómicas del 4-M de 2021 en un referéndum entre Ayuso y él (curiosamente, nacidos el mismo día del mismo año, 17-10-1978).
En una campaña de ataques centrados en la personalidad de Ayuso, como había sucedido con Sánchez durante la pandemia, cuando todos los cañones del Gobierno apuntaron contra la Puerta del Sol en un intento desesperado por reconquistar Madrid, MAR y Ayuso se movieron como pez en el agua. El resultado: Ayuso obtuvo una clamorosa mayoría absoluta "que recuerda a la época dorada del PP madrileño", dijeron las crónicas. El PSOE, con el candidato impuesto por Pedro Sánchez, sufría una derrota estrepitosa y caía a la tercera posición. Y Pablo Iglesias se retiraba oficialmente de la política para dedicarse a las tertulias, las tabernas y a seguir manejando los hilos en la sombra de Podemos. "España me debe una", resumió la presidenta madrileña.
Con Juan Lobato, el PSOE madrileño parecía haber recuperado el pulso. Joven, dialogante, sin miedo a la prensa, solo necesitaba tiempo... Pero era demasiado independiente para Ferraz y Moncloa. Llevaba meses con la cruz puesta, como Tudanca en Castilla y León. Como Espadas en Andalucía, que parece salvarse por la campana. Como Gallardo en Extremadura, al que la imputación en el caso del hermano de Sánchez puede acabar por socorrerle. La decisión de sustituir a Lobato por Óscar López, el exjefe de Gabinete de Sánchez, era un secreto a voces.
Y Lobato intentó una última jugada: llevó los e-mails de Moncloa a un notario con la idea de guardar una bala a futuro e intentar demostrar que él no había querido ser partícipe de un presunto delito de revelación de secretos orquestado desde el Gobierno y que implicaba, directamente, a Pilar Sánchez Acera, la jefa de Gabinete de Óscar López, el elegido por Sánchez para quitarle a él de en medio. Una filtración en ABC desde la notaría dinamitó los tiempos y provocó que se desmoronara su estrategia. Intentó resistirse y anunció que se quedaba el lunes para dimitir el martes... ¿Qué había pasado en esas horas? Vuelvan a hacer sonar la música de Nino Rota de El Padrino. En política, siempre hay cabezas de caballo para meter entre las sábanas.
La última escena tenía lugar este viernes en el Supremo (donde parecen acabar últimamente todos los episodios que involucran al PSOE y a Pedro Sánchez). El juez ya investiga las actas notariales de los WhatsApp entre Moncloa y Lobato y la hora de los envíos de los e-mails. Demuestran la implicación de Moncloa en las filtraciones contra el novio de Ayuso. Y Lobato ha puesto a disposición de su señoría también el contenido de su móvil. Puede ser su venganza o la última oportunidad —dicen sus seguidores en el socialismo madrileño— de volver a ser ungido en unas primarias. Sea Óscar López o él, lo único cierto es que Ayuso asiste al espectáculo asomada a la Puerta de Sol mientras ve pasar otro cadáver socialista. Con estos rivales, el techo de sus mayorías absolutas no se alcanza a ver.
"Señor Lobato. Usted no es un criminal y, por tanto, está sentenciado en el sanchismo". El 19 de septiembre de 2023, en la Asamblea de Madrid y en un cara a cara tras la aprobación de la ley de amnistía y las concesiones a Puigdemont por parte de Pedro Sánchez, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, lanzaba este vaticinio a Juan Lobato. Quince meses después, Lobato dimitía porque "mi forma de hacer política no es igual ni quizá en ocasiones compatible con la que una mayoría de la dirigencia actual de mi partido tiene". Ferraz ejecutaba una sentencia de muerte política que ya le había anticipado Ayuso. De fondo, suena la banda sonora de Nino Rota en El Padrino para inaugurar el congreso del PSOE en Sevilla, el de una nueva subida a los cielos de Pedro Sánchez.