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Si Tamara no le amara
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Juan José Cercadillo

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Si Tamara no le amara

Ha sido tal el despliegue para la boda que he tenido que preguntarme el origen primigenio del interés popular por esta historia sentimental

Foto: Tamara Falcó e Íñigo Onieva, en su fiesta de pedida. (Instagram/@tamara_falco)
Tamara Falcó e Íñigo Onieva, en su fiesta de pedida. (Instagram/@tamara_falco)

Sin estar en tiempos de sopa me encuentro treinta tamaras en cada repaso de prensa. Estando en trance de boda aún me ha dado más pereza la retransmisión deportiva que ha protagonizado el evento que, parece, por fin declina. Con minuto y resultado vivimos jornadas previas, ruedas de calentamiento, alineaciones indebidas, suspensiones por mal tiempo, repaso de las equipaciones y estado del terreno de juego. Ha sido tal el despliegue que he tenido que preguntarme el origen primigenio del interés popular por la historia sentimental, el devenir de la vida, de esta inocente diva que en su formato o sea igual despierta intereses que te duerme a mediodía aún con los gritos estridentes que inundan esas tertulias.

Foto: Tamara e Ínigo, en una imagen de archivo. (Limited Pictures)

Sobre todo una en concreto que, conscientes de su ignominia, no tuvieron más remedio que titular Sálvame. Mejor título imposible, vale para los protagonistas y para los televidentes. Parece que los últimos cambios en la parrilla de marras conseguirán la salvación postrera de las llamas del infierno a los tertulianos más rastreros vía cancelación ejecutiva e inmediata.

Indagando en el origen de la omnipresencia mediática, la madre que la parió parece el punto de partida. Famosa por haber pasado por varias -y algún que otro- iglesias para asuntos matrimoniales, de casta le viene a la ganga lo de monetizar sorpresas. Portadas que no dicen nada cada quince o veinte días. Confesiones en exclusiva, sin ave maría purísima, que conciben el pecado de perdonar el mandamiento de hacer dinero de todo.

Foto: Íñigo Onieva y Tamara Falcó, en una imagen de archivo. (Instagram/@ionieva)

Al secreto de confesión siempre se le puso precio. Ese trato mercantil juega con el bolsillo y con la ilusión de todos, de ahí que no desaparezca. El mecanismo es claro. Exponen vidas perfectas los jueves y los viernes, noche que alivian, ilusionándote por algo camino de la limpieza, tu mierda de no tener mucho. También sacan de vez en cuando las miserias pestilentes, los disgustos y dolores de quien no debía tenerlos para darle explicación, camino de la peluquería para hacerse algún retoque o de despacho de alcurnia en un coche de alta gama, que te explique los bajones que no te quitas de encima sabiendo que tienes mucho. El amplio espectro es la clave y lo hacen de maravilla.

Siguiendo con la influencia de la madre del cordero, los cinco años que estuvo casada con el padre de la fenómena, de masas, puso guinda al apellido. Y le puso la etiqueta, la marca de marqués en este caso, que da ventaja en la selección de candidatas a protagonizar El Show de Truman que no dejarán de emitirnos y que aquí nos gusta patrio. El lustro de la pareja consiguió dar ese lustre que también tienen sus hermanos más por genes que por título. De nuevo hablamos de Iglesias. La conjunción de la familia, las andanzas de la madre casi siempre hacia el altar del brazo de otro famoso, el desparpajo adolescente que estiras más de tres décadas de quien ha sufrido poco y el valor de la vacuidad que reina en todas las audiencias, han podido hacer el resto para elevarla a ese altar que resulta el primer puesto en el interés general.

Foto: Nacho Montes, en 'Lazos de sangre'. (TVE)

Tiene gracia que una boda lo haya exagerado todo. Puede que otros factores hayan avivado el fuego. Por ejemplo, aquel rehúse que en plena carrera de ¿obstáculos?protagonizó la fémina al ver que el caballo desbocado que tendría por marido estaba decidido a cambiar los inocentes saltos del Gran National por el excelso y no poco gratificante arte del rejoneo. Entre cuernos y rejones la alusión al Metaverso me pareció de filósofa. -“Ni que existan otros mundos que no nos cuente la Biblia volverán a vernos juntos”. Al amor y a su poder le bastaron tres semanas para demostrar que nadie sale victorioso de la osadía de retarle. Como él -el amor, no el caballo asalvajado- maneje el pulso y lo sincronice con otro puedes darte por jodido. Es tal el poderío de dos latidos al unísono que puedes perdonarlo todo. Infelicidad momentánea o infidelidad permanente forman parte de la categoría de perdonar a la primera si le hincas la rodilla. Y da igual si hincó él o hinca ella. Insisto en lo de la rodilla para evitar confusiones.

Foto: El look de Tamara Falcó para su preboda. (Instagram/@tamara_falco)

Resuelto el desliz taurino, pregonado a toda página, la salida estaba clara: por la entrada de una Iglesia. Nadie de educación cristiana y de convicciones católicas iba a permitir el riesgo de dejar sin la protección de la bendición de un cura la unión y la nueva etapa. Comprometidos ante Dios, los riesgos del picoteo desaparecen por la mera enunciación de votos matrimoniales. Espero que éste no haya sido la base del razonamiento para la reconstrucción de la pareja. Y que Tamara ame a su Íñigo más allá de la protección supuesta que le dará el sacramento. Y que el amor sea recíproco. Porque alguien les habrá dicho que la influencia divina está perdiendo mucha fuerza. El miedo a cometer pecado hace décadas que no funciona. Quizá el miedo a perder algo te garantiza unos años pero tampoco puede ser la base de una eterna convivencia. Es si amas de verdad y si te sientes amado que da igual lo que te digan, lo que juzguen de uno mismo, lo que critiquen tu vuelta.

Foto: Tamara Falcó e Íñigo Onieva, en su fiesta de pedida. (Instagram/@tamara_falco)

Es celebrando el amor como callas las boquitas de los que no amaron nunca y que no sabrían perdonar, porque no se perdonarían lo que piensen los demás. Es amando sin condición como puedes conquistar hasta el último rincón del alma de tu pareja hasta hacerla con la tuya un espacio común, sin límites y sin barreras. Si quieres concelebrarlo compartiendo con amigos ese gran descubrimiento me parece comprensible la movida de la boda. Tamara no habría perdonado si de verdad no le amara. Pero la boda no es un fin, es un camino. La verdadera movida sería que tengan un hijo. No tardará, vaticino. Seguiremos de portadas. El titular no volverá a ser malo si la pareja se ama.

Sin estar en tiempos de sopa me encuentro treinta tamaras en cada repaso de prensa. Estando en trance de boda aún me ha dado más pereza la retransmisión deportiva que ha protagonizado el evento que, parece, por fin declina. Con minuto y resultado vivimos jornadas previas, ruedas de calentamiento, alineaciones indebidas, suspensiones por mal tiempo, repaso de las equipaciones y estado del terreno de juego. Ha sido tal el despliegue que he tenido que preguntarme el origen primigenio del interés popular por la historia sentimental, el devenir de la vida, de esta inocente diva que en su formato o sea igual despierta intereses que te duerme a mediodía aún con los gritos estridentes que inundan esas tertulias.

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