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De sastres y desmemorias
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Juan José Cercadillo

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De sastres y desmemorias

Nadie se acuerda de nada como se debería acordar y eso genera pelea. No es solo no estar de acuerdo con lo que acaba de pasar, es discrepar sobre la base de lo que algo fue o no fue

Foto: Sánchez, en su reunión de la semana pasada con portavoces de Bildu. (EFE/J.P.Gandul)
Sánchez, en su reunión de la semana pasada con portavoces de Bildu. (EFE/J.P.Gandul)
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La memoria es el traje del pasado, el sastre a medida de los recuerdos. Eliges colores y texturas para colgar tus trapos sucios en un armario que irremisiblemente va creciendo con el tiempo. El alcanfor del sesgo que no falte para conservarlos y mitigar el mal olor de errores que, en forma de mancha por descuidados, deslucen el vestuario que va contando nuestra vida. Todos tenemos fondo de armario y nuestras vestimentas preferidas.

Recuerdos de juventud o infancia apuntalan decisiones o justifican comportamientos buscando culpables buenos o a quien hacerle reproche. Todos tenemos ese vestido que lucir en las tertulias deportivas o sociales, familiares o de trabajo. Ese que siempre que sale el mismo tema nos ponemos y enseñamos. El recuerdo talismán que siempre exhibes cuando se habla del primer amor o contrato, de la relación con tus padres, de tus primeros kilómetros, de tus tremendos esfuerzos, de tu bondad y sacrificio o de tu capacidad o denuedo por tratar de conseguir algo. Ese que luces para justificar todo lo que tienes de bueno, con el que quieres deslumbrar venga o no venga a cuento.

Foto: ¿Dónde ver por televisión y 'online' el desfile militar del 12 de octubre por la Fiesta Nacional de España? (Reuters/Juan Medina)

Nadie sabe si es verdad que lo que cuentas fue cierto. Especialmente tú mismo y ese rincón de la mente que ha guardado una película basada en hechos reales pero guionizando el recuerdo. Como guionista jefe siempre al mando la nostalgia. Ayuda a entender vicisitudes pasadas la fuerte presencia de ayudantes en ese equipo misterioso que trabaja en el cerebro. Son los genios del matiz. La reinterpretación de los hechos con el filtro de hoy en día distorsiona hasta el extremo las experiencias vividas. No éramos como recordábamos, nos recordamos como queremos. La actualidad, lo políticamente correcto, matizan comportamientos a la hora de contarlos. Secretos inconfesables reestructuran lo ocurrido que se adapta como puede a lo que queremos mostrar de nuestro devenir y de nuestro armario.

Nadie se acuerda de nada como se debería acordar y eso genera pelea. No es solo no estar de acuerdo con lo que acaba de pasar, es discrepar sobre la base de lo que algo fue o no fue, donde el debate es infinito, los argumentos irrefutables y las conclusiones opuestas, y casi siempre equidistantes de la verdad. Esta realidad palpable que socialmente aceptamos está carcomiendo las bases de una sociedad en convivencia. Si esto es malo entre los amigos y en comidas familiares, no somos capaces de imaginar lo perjudicial de este esquema según se avanza en la escala de mandar u organizar. Recuerdos equivocados se han cargado mil empresas. Reinterpretar los sucesos, justificar comportamientos poniéndote el vestido largo que llevaste alguna vez y que mostraba tu belleza, o crees, arruinan por igual autónomos y corporaciones. Suele ser la falta de humildad o los intereses sesgados los culpables del desastre.

Foto: Cristóbal Colón en la Corte de los Reyes Católicos, de Juan Cordero (CC)

Y esos intereses sesgados, nutridos de odio o ignorancia, son de los más virulentos en la distorsión de las historias. Hablando de la memoria, existe un espacio crucial donde se nos ha ido de las manos la falta de objetividad. Y avanzando en la escala de lo que afecta de verdad no se me ocurren muchos puestos más altos que el de tener que gobernar. Ahí está rozando el esperpento tanta discrecionalidad. Y está a la orden del día la reinterpretación de los hechos para poder justificar posiciones y hasta acuerdos.

Pasa con todo lo que tenga que ver con recordar. Da igual con hechos vividos, leídos o imaginados. El día de la Hispanidad, para unos un orgullo, para otros algo de lo que nos debemos avergonzar. Las repúblicas anteriores, modelos de progresismo o caos violento y sectario. La guerra, con vencedores o vencidos, pero solo con buenos o malos, depende del bando que profeses. Y no tanto por el que militaron los abuelos -la mayoría en ninguno- sino por el que estés ahora militando. La transición, un milagro o algo de lo que renegar. Los acuerdos del pasado, consensos de alta gama o represiones sin más. Pacíficas convivencias alcanzadas entre todos, o trampantojos de opresión institucional.

Los recuerdos son un arma arrojadiza

El tono de los recuerdos se está además exagerando. Ya no existe el término medio cuando se está valorando. Presidentes ponderados, con resultados concretos, demonizados por los suyos por los cambios de criterio. Otros que han presidido, santos de la gestión o manirrotos de libro, señor de la guerra de Irak o adalid de las batallas que ya debieron terminar. Felipe González, Aznar, Zapatero o hasta Rajoy Siempre en el disparadero para poder disparar, que a tiros nos entenderemos, ya lo pudimos demostrar.

Las rondas de investidura, las negociaciones y precios, exacerban sentimientos. Ahora se recuerda al Rey como nexo o como necio. Unos demasiado caso, otros ni van a verlo. Los recuerdos manipulan, son un arma arrojadiza. Estamos en las semanas que hablan demonios y santos. Depende de cómo recuerdes los casi mil muertos de ETA la foto con los de Bildu de quien intenta gobierno es la tormenta perfecta.

Porque se puede recordar uno con capa de héroe en la Uni, con novias en cada puerto, o subcampeón mundial, son mentiras piadosas que compensan los anhelos incompletos con los que tenemos que lidiar. Pero debería haber algo que todos recordáramos por igual, juzgarlo con más sosiego y que no vuelva a pasar: la violencia y la muerte. La gestión del dolor hecho, el sentimiento de piedad, el arrepentimiento sincero como punto de partida de lo que ha estado mal. No se dan esas premisas. La memoria sigue igual, siempre que se manipula está acechando el desastre.

La memoria es el traje del pasado, el sastre a medida de los recuerdos. Eliges colores y texturas para colgar tus trapos sucios en un armario que irremisiblemente va creciendo con el tiempo. El alcanfor del sesgo que no falte para conservarlos y mitigar el mal olor de errores que, en forma de mancha por descuidados, deslucen el vestuario que va contando nuestra vida. Todos tenemos fondo de armario y nuestras vestimentas preferidas.

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