Es noticia
Susana, el parto del pueblo
  1. España
  2. Matacán
Javier Caraballo

Matacán

Por

Susana, el parto del pueblo

La presidenta se quiere hacer pasar por “una ciudadana más” con su decisión de parir en un hospital público y recibe una atención que puede resultar insultante y cínica

Foto: La presidenta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)
La presidenta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)

“Lo de la presidenta es un parto programado”, dice un médico con sigilo, mirando alrededor, como si estuviera desvelando un Watergate. “Es que no sabes cómo nos vigilan…” Tanta es la prudencia que uno le contesta medio en broma: “¿Y dónde está la novedad? Lo de Susana Díaz es un parto programado desde que la presidenta lo anunció a principios de año en una guardería, el mismo día que empezó a justificar el adelanto de las elecciones”. Al fin, el tipo sonríe. A fin de cuentas, sólo se trata de un parto más por mucho que a veces parezca que se ha declarado el ‘estado de alerta’ en la sanidad andaluza porque se acerca la fecha y todo se ha dispuesto con la meticulosidad que debía guardarse en las monarquías absolutistas para los herederos de la Corona. Y esa es precisamente la cuestión, la desproporción de todo. De hecho, quizá ni la misma presidenta sea consciente de los excesos hospitalarios con los que se está preparando su inminente parto. Es posible, sí, que no sepa lo que está ocurriendo a su alrededor, pero eso es, en cualquier caso, lo que sucede cuando un embarazo se convierte en acicate de la estrategia política. Que la demagogia acaba desbordándose por todos lados.

A ver, al margen de lo que se decía antes, el uso del embarazo en la campaña electoral, el problema fundamental de los últimos meses es que cada vez se han hecho más evidentes las dos realidades que conviven en la sanidad andaluza. El modelo idílico que la presidenta andaluza airea en sus discursos y la realidad de recortes que padecen los ciudadanos, sobre todo en verano por la reducción drástica de las camas disponibles. De hecho, si la presidenta andaluza ha decidido dar a luz en un hospital público de la red andaluza, es precisamente por eso, para subrayar la excelencia de la sanidad en esta comunidad autónoma en la que el Gobierno socialista reitera siempre que no se realizan los recortes, ni las privatizaciones, de “las comunidades en las que gobierna la derecha”. En decenas y decenas de ocasiones, Susana Díaz ha dicho lo mismo y ahora que se palpan las contradicciones, los colectivos de profesionales de la sanidad explotan en las redes sociales cuando repasan esos vídeos.

¿Cómo que no hay recortes, si se suprimen miles de camas en verano? El consejero de Salud ha contestado a los sindicatos con el desahogo cínico marca de la casa: “No se cierran camas, lo que pasa es que hay camas que no se ocupan”, dice el hombre. La realidad es otra: sí se cierran alas enteras de los hospitales en verano a pesar de que Andalucía es la comunidad con menos camas por habitante de España, el país que, a su vez, está a la cola de Europa en ese mismo concepto. La consecuencia es que, según el PP, hay 87.830 andaluces en lista de espera para una intervención quirúrgica, 195.996 pacientes en cola para la primera consulta con el especialistay 28.964 más pendientes de procedimientos de diagnóstico. Y entre los trabajadores de la sanidad andaluza, este verano ha sido especialmente llamativa la oferta del Servicio Andaluz de Salud a médicos para un hospital en Níjar (Almería) con estas condiciones laborales: “Siete horas de trabajo por las tardes de lunes a viernes, y 11 horas los festivos, sábados y domingos, sin descansos entre el 1 de julio y el 15 de septiembre, con un sueldo reducido al 75% del habitual, que suele ser de 2.000 euros mensuales”.

¿En definitiva? Pues que hay muchísimos aspectos de la sanidad andaluza de los que los andaluces pueden sentirse muy orgullosos, pero es una evidencia que está muy lejos de ser el sistema modélico del que se enorgullece su presidenta. El problema de este ‘embarazo político’ es que sólo sirve para generar agravios entre los andaluces que acuden estos días a los hospitales teniendo que soportar la precariedad del servicio público y la presidenta que se quiere hacer pasar por “una ciudadana más” con su decisión de parir en un hospital público y recibe una atención que puede resultar insultante y cínica.

Un solo ejemplo. Hace unas semanas, en el hospital infantil del Virgen del Rocío de Sevilla cambiaron de habitación a una docena de niños enfermos con la excusa de que iban a reformar la planta en la que estaban. Los padres accedieron hasta que, al poco, supieron que en realidad se trataba de un “lavado de cara” de algunos pasillos del hospital por los que tenía que pasar la presidenta Susana Díaz para inaugurar un nuevo servicio o similar. Uno de ellos grabó la escena en vídeo y la colgó en las redes sociales de colectivos profesionales de la sanidad andaluza. “Nos están hacinando en algunas habitaciones, sin baño ni agua caliente; tan sólo un baño para compartir entre diez pacientes”, afirma en el vídeo. El médico que, con el sigilo de un Watergate, va contando detalles de la próxima hospitalización se Susana Díaz para dar a luz a su primer hijo, afirma que en el hospital de Valme, donde ingresará la presidenta, tienen un ala a su disposición. De forma directa, cuatro habitaciones preparadas: una para ella, otra para los familiares, otra para los escoltas y otra más para los regalos y parabienes que vayan llegando en los cinco días de hospitalización previstos. Previamente, han adecentado todo el ala con encerado del suelo, pintura en paredes y puertas, colchones nuevos para su habitación… Los jefes de departamento han cambiado sus vacaciones y a todo el personal se le somete a unos controles inusuales, en las puertas de acceso y en los ordenadores del hospital, para evitar cualquier problema de filtraciones de noticias. Quizá por eso mismo, se ofrecen dos fechas para el parto programado, en el caso de que, como se piensa ahora, no se produzca de forma natural, sino con cesárea: el sábado día 1 o el domingo 9de agosto.

Volvamos a lo de antes. Es posible que la propia Susana Díaz no sepa lo que está ocurriendo a su alrededor, pero la realidad de estos días, ese contraste entre la sanidad pública de los ciudadanos y la sanidad ad hoc para la presidenta, convierte en una burla o en un insulto este embarazo, que parece salido de otras latitudes populistas. El ‘parto del pueblo’, como antes lo fue el ‘embarazo del pueblo’, es un exceso en sí mismo. Un exceso político que degenera en lo que estamos viendo.

“Lo de la presidenta es un parto programado”, dice un médico con sigilo, mirando alrededor, como si estuviera desvelando un Watergate. “Es que no sabes cómo nos vigilan…” Tanta es la prudencia que uno le contesta medio en broma: “¿Y dónde está la novedad? Lo de Susana Díaz es un parto programado desde que la presidenta lo anunció a principios de año en una guardería, el mismo día que empezó a justificar el adelanto de las elecciones”. Al fin, el tipo sonríe. A fin de cuentas, sólo se trata de un parto más por mucho que a veces parezca que se ha declarado el ‘estado de alerta’ en la sanidad andaluza porque se acerca la fecha y todo se ha dispuesto con la meticulosidad que debía guardarse en las monarquías absolutistas para los herederos de la Corona. Y esa es precisamente la cuestión, la desproporción de todo. De hecho, quizá ni la misma presidenta sea consciente de los excesos hospitalarios con los que se está preparando su inminente parto. Es posible, sí, que no sepa lo que está ocurriendo a su alrededor, pero eso es, en cualquier caso, lo que sucede cuando un embarazo se convierte en acicate de la estrategia política. Que la demagogia acaba desbordándose por todos lados.

Susana Díaz Campañas electorales
El redactor recomienda