El monologuista de Podemos

Podemos está haciendo la mejor campaña electoral de estas elecciones. A ver, que no se trata de estar de acuerdo o no con las propuestas de Podemos, ni siquiera de si se tienen simpatías o antipatías con este personal, que esa es otra historia; no, se trata solo de valorar la originalidad y el impacto de la campaña electoral, y en comparación con las demás fuerzas políticas, parece claro que la campaña electoral de Podemos en estas elecciones del 20 de diciembre es la que tiene mayor valor político de novedad e impacto social.

Acaso porque ha sido la irrupción abrupta de Podemos, en las elecciones europeas de 2014, la que ha impuesto en España una nueva forma de hacer política, en la expresión y en la forma; un impulso de regeneración de la clase política española que ya se puede apreciar en todos los partidos políticos y en todos los dirigentes.

Podemos fue la avanzadilla de esa regeneración, la primera fuerza política que supo conectar con la profunda transformación que estaba experimentando el electorado español, y ahora, en la campaña electoral, está ratificando el liderazgo de los nuevos usos políticos.

Podemos fue la avanzadilla de la regeneración, la primera fuerza política que supo conectar con la profunda transformación del electorado

De hecho, llegaron a la campaña electoral envueltos en un aura gris de decadencia repentina y se la han sacudido. Los socialistas andaluces, que tienen siempre engrasada la maquinaria de etiquetar con aceradas descalificaciones a sus adversarios, dijeron que Podemos había envejecido “100 años en 100 días”, desde las primeras elecciones a las que se presentaron en España, las municipales y autonómicas.

Esa exactamente era la sensación, que Podemos se estaba desfondando, que se había desplomado en las expectativas de voto desde el primer lugar que le otorgaban las encuestas hace un año hasta la cuarta plaza. Con el dominio de los medios de comunicación y de las redes sociales, la puesta en escena y el lenguaje directo que utilizan en las intervenciones públicas y, sobre todo, con el acierto de los eslóganes, han revertido los aires con que entraron en la campaña.

Otra vez más han sabido encontrar un lema que les sirve de trampolín, la “remontada”. Y es curioso, porque el acierto con los eslóganes es una constante en Podemos, desde “la casta” inicial -que ya, por cierto, se ha convertido en una palabra es desuso- hasta la “remontada” de estas elecciones, pasando por otros términos como “el empoderamiento” que comenzaron a ser del dominio común en las demás fuerzas políticas de la izquierda política española.

La gran duda, a partir del evidente dominio que ejerce Podemos en redes sociales, la destreza con la que se mueven en los medios de comunicación o el acierto con el que despliegan sus consignas, es qué influencia real tiene todo ello en las urnas. El espejismo para Podemos en estas elecciones quizá sea justo ese, pensar que existe una traslación significativa entre lo que muestran las redes sociales y el voto posterior, porque no tienen nada que ver.

En las redes sociales, como se está viendo en la propia 'app' de El Confidencial de las elecciones generales, Podemos aparece siempre en cabeza y obtiene el mayor porcentaje de preferencia de voto entre los usuarios. Pero se trata de una franja de edad que va de los 25 a los 34 años, mientras que la gran novedad de estas elecciones es la ‘bomba demográfica’, el envejecimiento de la sociedad española que se refleja en el dato fundamental de que uno de cada tres electores tiene más de 60 años. Una bolsa de más de 11 millones de votantes que, en su inmensa mayoría, jamás habrá entrado en redes sociales.

Una de las últimas ‘revelaciones’ de Podemos en estas elecciones es un ‘candidato/monologuista’, número uno de la formación por la provincia de Almería. En uno de sus peculiares mítines, este abogado, especializado en derecho informático y propiedad intelectual, explica que se decidió a participar activamente en Podemos porque en esta fuerza política no existe el ánimo de derrota habitual de los partidos que se han situado hasta ahora a la izquierda del PSOE.

“Existe la sensación de que somos personas destinadas a ser solo palos en la rueda, un estorbo, una molestia, pero que nunca podemos ganar. Y no hay nada más reaccionario que este pensamiento. Además, esas derrotas continuas han acabado configurando una especie de sello de distinción: somos tan estupendos, tan buenos y tan exquisitos, que no podemos tener votos”. A su juicio, es Podemos quien rompe con ese discurso y lanza un reto: “Ahora o nunca”.

Es verdad que la gran movilización que se produjo en el entorno de Podemos surge de esa adrenalina de victoria, de creer que es posible darle la vuelta a la tortilla y revolucionar toda la clase política. Pero no va a ser así. No será ahora, y está visto que lo que peor le sienta a Podemos es la normalidad de las instituciones. Si se mira hacia atrás, todo el mundo, partidarios y detractores, devotos y odiadores, tendrán que reconocerle a Podemos la iniciativa en la transformación y regeneración del mapa político en España. Pero de la misma forma, tendrá que admitirse que de todos los eslóganes de Podemos, el “ahora o nunca” es el primero que van a tener que modificar. Se tendrá que acostumbrar el propio monologuista de Podemos si, como dicen las encuestas, él mismo se queda sin escaño a pesar de sus mítines virales.

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