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Los prejuicios contra Susana Díaz
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Javier Caraballo

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Los prejuicios contra Susana Díaz

Según Zapatero, hay quien desprecia a Susana Díaz por ser "mujer y andaluza". Sin embargo, ninguno de esos dos términos ha frenado su carrera política

Foto: Susana Díaz. (EFE)
Susana Díaz. (EFE)

Por ser mujer y por ser andaluza. Por esa doble condición, hay quien desprecia a Susana Díaz, sobre todo en Cataluña, según nos ha dejado dicho el ex presidente Zapatero en unos de sus actos de campaña de las primarias, porque ni siquiera cuando él mismo fue candidato a la secretaría general tuvo tanta actividad interna, entre otras cosas porque era un desconocido que no contaba hasta que Alfonso Guerra decidió convertirlo en líder sólo para fastidiar a Felipe González, que apoyaba a José Bono.

Foto: De izquierda a derecha: Patxi López, Susana Díaz y Pedro Sánchez (Fotos: EFE)

Ahora, Zapatero entra en las sedes del PSOE de media España blandiendo el estandarte de Susana Díaz, como el más valiente de los caballeros de su mesa redonda. Y debe haberse olido Zapatero que las cosas no van demasiado bien, que a la campaña de Susana Díaz le hace falta agitar y tensar el ambiente, porque se fue a Cataluña con munición pesada: “A Susana Díaz la discriminan por ser mujer y por ser andaluza”. Los prejuicios sobre los andaluces existen, evidentemente, de la misma forma que existen prejuicios sobre la mujer. Y Susana Díaz es andaluza y es mujer. Por tanto, de ser cierto lo que dice Zapatero, que no es el primero en insinuarlo, estaríamos ante una doble ofensa que roza el machismo y la xenofobia. De ser cierto, sería terrible, intolerable y despreciable pero… ¿es cierto? Vayamos por partes.

Los prejuicios sobre la mujer se alargan, como una espesa sombra negra, a medida que se echa la vista atrás en la historia y, por mucho que hayan avanzado las sociedades desarrolladas como la nuestra, los prejuicios siguen existiendo. Es una especie de ‘techo de cristal’ que no se puede ver a simple vista porque la igualdad real existe en las leyes, es más sutil y complejo; es un techo de cristal formado por los complejos, la desconsideración, la minusvaloración y el machismo. Si no existiera esa realidad, en todo el mundo, todos los organismos internacionales, desde la Carta de las Naciones Unidas hasta la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no mantendrían la necesidad de acabar con todas las formas de discriminación contra las mujeres, algo que los gobiernos de casi todos los países desarrollados van plasmando en distintas leyes.

No sólo no se ha visto perjudicada en su ascenso en política por ser mujer sino todo lo contrario: si ha llegado tan alto ha sido por ser joven y mujer

Pese a toda esa protección legal, la discriminación u los prejuicios siguen existiendo. Y es, sobre todo, a medida que la mujer asciende en la escala profesional cuando esos prejuicios pueden ponerse más de manifiesto. En política, por ejemplo, en la que el liderazgo, de forma mayoritaria está reservado a los hombres, Susana Díaz podría sentirse discriminada. Pero resulta que Susana Díaz no sólo no se ha visto perjudicada en su ascenso en política por el hecho de ser mujer sino todo lo contrario: si ha llegado tan alto ha sido precisamente por ser joven y por ser mujer.

Ya lo dijo su mentor, José Antonio Griñán cuando le dejó el sillón de la Presidencia de la Junta de Andalucía: “Se ha optado por un cambio generacional y además por un cambio de género. Susana Díaz representa ese cambio. Una candidata nacida en los años 70. Para mí es una satisfacción que una mujer vaya a ser por primera vez presidenta de la Junta de Andalucía”. Si Susana Díaz ha padecido en política alguna discriminación, ha sido una discriminación positiva. ¿Cómo puede insinuar nadie que a Susana Díaz la menosprecian por ser mujer después de la exhibición de poder desplegada cuando presentó en Madrid su candidatura a la secretaría general? Hay prejuicios sobre la mujer, pero no es el caso de Susana Díaz.


Los andaluces también soportan, a diario, la pesada carga de los estereotipos y los prejuicios. Lo hemos analizado aquí mismo en otras ocasiones y, por mucho que se insista, por mucho que algunos lo consideren una cuestión menor, la verdad es que siempre surge un comentario que pretende ser jocoso o una ocurrencia sarcástica que nos devuelven al problema de fondo: todos los pueblos soportan tópicos, pero pocas veces son tan dañinos como los que soportan los andaluces. Los andaluces lo saben bien.

Pero, ¿es eso lo que le sucede a Susana Díaz? No lo parece porque desde que llegó a la presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz ha contado con el apoyo unánime de los principales referentes de la comunicación, de la empresa y del socialismo en España. Los presidentes del Santander, del BBVA, de Caixabank, de Telefónica y de Endesa, referentes del Ibex 35, se hicieron fotos con ellas nada más llegar y todavía hoy, en la batalla de las primarias, sus preferencias están volcadas en la presidenta andaluza. Lo mismo habría que decir de los principales medios de comunicación de España, que en sus líneas editoriales defienden mayoritariamente que Susana Díaz sea la secretaria general del Partido Socialista. Y en el PSOE, qué decir, se ha llegado al éxtasis con los piropos; “Ha nacido una estrella a nivel nacional”, que dijo Belloch nada más verla. “No vamos a consentir que te toquen ni un pelo”, le dijo Matilde Fernández en aquel gran acto de presentación en Madrid. ¿Cómo puede sostenerse entonces que Susana Díaz se ha visto perjudicada por ser andaluza? Es verdad que existen los prejuicios sobre los andaluces, pero no es el caso de Susana Díaz.

Foto: Miembros de la plataforma Stop Impuesto de Sucesiones, frente al Parlamento andaluz. (EFE) Opinión
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Javier Caraballo

Podría argumentarse, todavía, que a lo que se refería Zapatero es a Cataluña, por el auge del independentismo, los valores españoles que representa Susana Díaz en su modelo de Estado, y por el tradicional trato despectivo al ‘charnego’. Pero no es exactamente así. Lo que dice Zapatero es: “Espero que el debate de estas primarias sea intenso sobre contenidos, sobre coherencia, sobre voluntad de mayorías, sobre credibilidad y, como siempre en la política, porque en la política siempre hay que empezar por ahí, sobre deshacer prejuicios”.

A continuación, aunque se refiere a Cataluña, su mensaje central es que cuando una mujer aspira a lo más alto en política, se la intenta destruir desacreditándola por su procedencia. “Ya pasó con Carmen Chacón y ahora pasa con Susana Díaz”. Por tanto, no es algo que Zapatero circunscriba a Cataluña. Aún así, si pensamos eso, resulta que, como se ha repetido desde entonces, un ‘charnego cordobés’, José Montilla, llegó a ser presidente de la Generalitat y, en este momento, la líder de la oposición y acaso una de las políticas con más proyección en Cataluña, Inés Arrimadas, es de Jerez de la Frontera, donde aún vive buena parte de su familia. Andaluza y, encima, mujer. ¿Puede sostenerse, entonces, que en Cataluña exista un odio especial a Susana Díaz por ser andaluza y ser mujer? De existir esa animadversión, será por otros motivos pero no desde luego por esos.

Por ser mujer y por ser andaluza. Por esa doble condición, hay quien desprecia a Susana Díaz, sobre todo en Cataluña, según nos ha dejado dicho el ex presidente Zapatero en unos de sus actos de campaña de las primarias, porque ni siquiera cuando él mismo fue candidato a la secretaría general tuvo tanta actividad interna, entre otras cosas porque era un desconocido que no contaba hasta que Alfonso Guerra decidió convertirlo en líder sólo para fastidiar a Felipe González, que apoyaba a José Bono.

Susana Díaz