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Carta a la amiga sevillana de Junqueras
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Javier Caraballo

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Carta a la amiga sevillana de Junqueras

Quiero que me entiendas bien, Eugenia: lo ideal no es presentar ante los españoles una estampa idílica de la situación que nada tiene que ver con la realidad

Foto: Eugenia y Junqueras, en 'Salvados'. (La Sexta)
Eugenia y Junqueras, en 'Salvados'. (La Sexta)

Todos te conocimos, apreciada Eugenia, por el programa de televisión en que participaste, hace ya tres años, cuando el independentismo catalán encandilaba su hoja de ruta hacia la república de Cataluña. A Jordi Évole se le ocurrió entonces, y su idea acabó arrasando en la audiencia, que el máximo líder del independentismo, Oriol Junqueras, se sentara a charlar con una familia sevillana, tu familia, contraria a la independencia catalana. Aquello fue en 2014 y debe haber pocos trabajos periodísticos con una carga de contenidos más subliminal, más oculta, que aquel programa en el que participaste. Por eso todavía dura su estela y, por eso, tú sigues siendo una referencia para el independentismo.

Quiero que me entiendas bien, Eugenia, porque no se trata de ningún reproche, pero seguro que entiendes que en un problema tan complejo y tan tenso como el que se vive en Cataluña, lo ideal es presentar ante los españoles una estampa idílica de la situación que nada tiene que ver con la realidad. Y, sobre todo, utilizar Andalucía, como en aquel programa, a una familia de un pueblo de Sevilla, porque nada hay más efectivo para el independentismo catalán que encontrar a un andaluz que lo defienda. Incluso mejor que un nieto de emigrantes andaluces, como ocurre con Gabriel Rufián. Dicho de otra forma, para quien insulta a los andaluces no hay mejor disfraz que el de un andaluz que defienda a los independentistas.

El arte de la política, como el de la guerra, es el arte del engaño, de la simulación, por eso tiene tanta aceptación entre nuestros dirigentes políticos el ensayo milenario de Sun Tzu, un manual de estrategia, de persuasión y de conocimiento para la batalla. Este, Eugenia, es uno de los consejos del general chino: “Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas”. Pocas veces el independentismo se ha vestido con la piel de cordero como aquella vez, en el programa de televisión en el que participaste, haciéndonos ver a todos la terrible injusticia que se comete con ellos y lo disparatado de pensar que en Cataluña no existen ni imposiciones, ni exclusiones ni sectarismo. Todo es respeto y consideración, dicen.

Créeme que en Cataluña hay amigos que han dejado de verse y familias que se han separado. Créeme que existe tensión en los trabajos y gente que se siente amenazada. Créeme que hay muchos que han optado por el silencio, por no hablar, para no complicarse la existencia. Créeme, en suma, Eugenia, que el interés del independentismo en aparentar normalidad, tolerancia y respeto es porque el problema mayor de Cataluña es el contrario, la ruptura social entre catalanes.

Foto: Jordi Evole. (Atresmedia)

Nadie mejor que Oriol Junqueras, apreciada Eugenia, por su voz y por su imagen de bonachón, para desmentirnos aquello que vemos. Todavía recuerdo la versión, casi de guardería, con la que nos explicó a todos en tu casa el referéndum ilegal que se empeñaron en hacer y que nos ha conducido a la situación en la que nos encontramos: “La consulta es como un novio que va a ver a su novia para dejarla y decirle que seréis muy buenos amigos. Sería decirle que a mí me irá mejor solo y a ella también. La novia es encantadora, pero la suegra, que en este caso sería el Gobierno del PP, es insoportable”.

Fíjate, Eugenia, lo poco que tiene que ver esa versión almibarada del pensamiento independentista con lo que luego ocurre, con la verdad de odios y desconsideración hacia la gente como nosotros: a quien han votado para presidente de la Generalitat es un tipo que lo que piensa de España, y especialmente de los andaluces, es que somos una raza inferior; para Quim Torra, en Cataluña “la gente ya se ha olvidado de mirar al sur y vuelve a mirar al norte, donde la gente es limpia, noble, libre y culta”. Oriol Junqueras, como sabrás, también lo ha votado.

Nadie mejor que Oriol Junqueras, apreciada Eugenia, por su voz y por su imagen de bonachón, para desmentirnos aquello que vemos

Desde la cárcel, donde sigue de preso preventivo, también lo ha votado. Si vuelves a encontrarte con él, si lo visitas en la cárcel, seguro que volverá a explicarte que nada de eso tiene importancia al lado de la suegra insoportable; incluso es capaz de ampliar su símil con la novia, o el novio, encerrado en la habitación por culpa de la suegra que no lo deja salir. Te lo digo porque hace unos días el periodista que os presentó a los dos, Jordi Évole, se ha ido a la cárcel a visitarlo y, según ha contado, estuvieron hablando de ti, “Eugenia, nuestra amiga sevillana que ahora se ha empeñado en hacer conocer a mujeres catalanas y andaluzas la realidad de aquí y de allí, pasando de prejuicios, de estereotipos, de rencores”.

Tanto tiempo después, Eugenia, vuelves a convertirte en una referencia necesaria para el independentismo. Por eso me he acordado y he decidido escribirte esta carta. Porque otra vez querrán que seas tú la que hable, las que nos diga a todos, desde tu casa en un pueblo de Sevilla, que no hay derecho con lo que está pasando, que no se puede vivir con rencor, que los odios siempre acarrean tempestades y se está sembrando mucho odio. Pero eso lo pensamos todos, Eugenia, con la diferencia de que nunca desde aquí se han convocado manifestaciones para decir que los catalanes nos roban, o que son un pueblo innoble y sucio. Si vas a la cárcel a verlo, si otra vez participas en el programa, no nos mires con cara de suegra insoportable, ni siquiera al Gobierno del Partido Popular, por mal que te pueda caer Mariano Rajoy.

Cuando ingresaron en prisión, dijiste que te producía “un cabreo absoluto y una pena enorme”, y luego añadiste que “si las leyes no sirven para proteger a la gente, que cambien las leyes”. También en eso podemos estar de acuerdo, que las leyes sirven para proteger a la gente, que somos todos. De hecho, eso es lo primero que dice la Constitución, la misma Constitución que los independentistas catalanes ni acatan ni respetan: “Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo y consolidar un Estado de derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular”.

Repara en eso último, el imperio de la ley es la expresión de la voluntad popular. Hacer cumplir la ley, por lo tanto, es un mandato expreso de todos los españoles que votaron en masa esa Constitución para que los protegiera. Pero si las leyes no sirven, o pensamos que no sirven, que se cambien las leyes. Lo que nadie puede hacer es saltarse las leyes, ignorarlas o incumplirlas. Eso es lo que ha hecho tu amigo Oriol y por eso está en la cárcel. Si esa circunstancia te produce un cabreo y una pena enorme, imagínate, apreciada Eugenia, cómo te sentirías en un país en el que nadie cumple las leyes porque ha vuelto a vencer el odio.

Todos te conocimos, apreciada Eugenia, por el programa de televisión en que participaste, hace ya tres años, cuando el independentismo catalán encandilaba su hoja de ruta hacia la república de Cataluña. A Jordi Évole se le ocurrió entonces, y su idea acabó arrasando en la audiencia, que el máximo líder del independentismo, Oriol Junqueras, se sentara a charlar con una familia sevillana, tu familia, contraria a la independencia catalana. Aquello fue en 2014 y debe haber pocos trabajos periodísticos con una carga de contenidos más subliminal, más oculta, que aquel programa en el que participaste. Por eso todavía dura su estela y, por eso, tú sigues siendo una referencia para el independentismo.

Jordi Évole Oriol Junqueras