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Marihuana 'made in Spain': no es una locura
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Javier Caraballo

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Marihuana 'made in Spain': no es una locura

El consumo de marihuana no está exento de riesgos para la salud, pero desde luego no serán mayores que los que puede producir el consumo de alcohol en determinadas edades

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Jorge Moruno, que es sociólogo y está en la dirección de Podemos, escribió un tuit en cuanto se publicó la noticia de que Canadá había aprobado la legalización de la marihuana con fines recreativos: “España tiene un clima privilegiado que bien podría exportar marihuana con denominación de origen —como el vino— a Canadá; pero nada, será una locura...”. El planteamiento de Moruno está bien, porque quizás esa es la primera pregunta que tendríamos que hacernos: ¿es una locura que se legalice la marihuana en España, igual que está sucediendo en varios países del mundo, o, por el contrario, se trataría de una medida con más aspectos positivos que negativos, además de suponer una fuente de riqueza para el país? De acuerdo con la realidad que ya se vive en España, me inclino por lo segundo, por la legalización de la marihuana, aunque solo sea por acabar de una vez con la hipocresía actual, ese mundo absurdo de la ‘alegalidad’ en que se persiguen la venta y el tráfico, pero se consiente el consumo. Dicho de otra forma, ya que España es el país donde se consume y se produce más marihuana y cannabis de Europa, quizás ha llegado la hora de, como en aquella frase mítica de Adolfo Suárez, “elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es plenamente normal”.

Me inclino por la legalización de la marihuana, aunque solo sea por acabar con la hipocresía actual que persigue el tráfico, pero consiente el consumo

La última ‘Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España’, que realiza cada dos años el Ministerio de Sanidad, confirmaba el incremento sostenido del consumo de cannabis o marihuana, de forma que se acerca ya al 10% de la población española entre 15 y 64 años. Ese porcentaje habla por sí mismo de lo que podría suceder si se acaba legalizando el consumo de marihuana, de la misma forma que sucede con las otras dos drogas que preceden al cannabis en la encuesta del Ministerio de Sanidad, el alcohol, con un consumo creciente que lo eleva a casi el 80% de la población, y el tabaco, que aunque está descendiendo se mantiene en el 40%. En Europa, el consumo de marihuana es, aproximadamente, la mitad que en España, sobre un 5%, algo más de 19 millones de personas. Con esas cifras, la realidad que se pone delante es la que ha plasmado en un mensaje el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, cuando en este país pusieron fin, el pasado 20 junio, a un siglo de prohibiciones: “Ha sido demasiado fácil para nuestros hijos obtener marihuana, y para que los delincuentes logren beneficios. Hoy, cambiamos eso. Nuestro plan para legalizar y regular la marihuana acaba de pasar el Senado”.

En España, el cambio de Gobierno en la legislatura y la apertura progresiva que se está produciendo en todo el mundo deberían desembocar en un debate abierto, sin prejuicios ni vetos a ninguna de las posiciones que se puedan mantener al respecto. De hecho, ya existe una mayoría parlamentaria que respaldaría la legalización de la marihuana, aunque no se haya expresado así en ninguna votación en las Cortes Generales. El partido del Gobierno, el PSOE, Podemos y Ciudadanos están a favor de esta medida, y hace tan solo unas semanas, a principios de junio, votaron juntos en las Cortes Valencianas por una legalización controlada de la marihuana; era una proposición no de ley que instaba al Gobierno a "realizar las modificaciones legales oportunas para regular el autocultivo para uso personal y que se modifiquen todos aquellos aspectos legales necesarios para que deje de ser sancionable y se dote de un estatus legal procedido”. Ciudadanos ya había presentado en el Congreso de los Diputados, a principios del año pasado, una proposición no de ley sobre esta misma cuestión, pero entonces la limitaba al consumo para fines terapéuticos, lo que, sin duda, nos conduciría solo a ampliar el actual marco de hipocresía del que se hablaba antes.

Foto: Un hombre se prepara un cigarrillo de cannabis en Londres. (Reuters)

Es verdad que el consumo de marihuana no está exento de riesgos para la salud, sobre todo neurológicos, pero desde luego no serán mayores que los que puede producir el consumo excesivo de alcohol en determinadas edades. Y las consecuencias del tabaquismo tampoco hace falta enumerarlas porque están enmarcadas en cada cajetilla, con ribetes negros de esquela mortuoria. A partir de esa realidad, que es bien conocida, ¿tiene sentido que estén legalizados el tabaco y el alcohol y que se mantenga una prohibición laxa sobre la marihuana que solo beneficia a quienes trafican y se enriquecen ilegalmente? Más allá todavía, ¿legalizar la marihuana contribuiría a un descenso paralelo de los índices de criminalidad? ¿Qué efectos tendría, por ejemplo, en el Campo de Gibraltar? En el debate, este debería ser uno de los aspectos fundamentales, acaso mucho más interesante que el de las propias consecuencias económicas. Las mafias que hoy trafican con hachís desde Marruecos, por ejemplo, en qué situación quedarían. O las que ya producen hachís en España en grandes cantidades, como se contó aquí en una ocasión: las plantaciones ilegales en Granada, pisos enteros, en zonas marginales, dedicados al cultivo de cannabis que se enganchan ilegalmente a la electricidad y consumen tanta energía que, en ocasiones, en invierno, llegan a provocar cortes de electricidad en barrios enteros.

Foto: Una plantación interior en el sur de California. (Reuters)

La cuestión es que, con un simple cambio legislativo, la misma realidad de cultivo, de tráfico y de consumo de marihuana con que se convive en la actualidad puede transformarse en una actividad legal y productiva para España. Hace ya unos años, el multimillonario Richard Branson dijo que en todo el mundo debería plantearse este debate de la legalización del cannabis, pero que en países como España supondría un cambio enorme: “Si España decidiese gravar con impuestos la marihuana, contribuiría a resolver su problema de déficit. Esta única medida marcaría la diferencia en la economía española. Además, eso ayudaría a que las personas recibiesen una marihuana de buena calidad, no excesivamente alucinógena. España volvería a levantar cabeza". Con posterioridad, se han publicado informes y reportajes que cifran esos ingresos en unos 1.500 millones de euros anuales para la Hacienda pública. Desde luego, si se piensa en la comercialización internacional de una marihuana 'made in Spain’, los beneficios económicos pueden ser mucho mayores si, como está sucediendo, en todo el mundo se va ampliando la despenalización para el consumo, tanto para usos terapéuticos como recreativos. Pero todo eso solo es un aspecto más del debate. Lo fundamental es que, por una vez, sin descalificaciones previas ni fuego cruzado, deberíamos empezar por una simple pregunta: ¿es una locura? Vamos a hablarlo...

Jorge Moruno, que es sociólogo y está en la dirección de Podemos, escribió un tuit en cuanto se publicó la noticia de que Canadá había aprobado la legalización de la marihuana con fines recreativos: “España tiene un clima privilegiado que bien podría exportar marihuana con denominación de origen —como el vino— a Canadá; pero nada, será una locura...”. El planteamiento de Moruno está bien, porque quizás esa es la primera pregunta que tendríamos que hacernos: ¿es una locura que se legalice la marihuana en España, igual que está sucediendo en varios países del mundo, o, por el contrario, se trataría de una medida con más aspectos positivos que negativos, además de suponer una fuente de riqueza para el país? De acuerdo con la realidad que ya se vive en España, me inclino por lo segundo, por la legalización de la marihuana, aunque solo sea por acabar de una vez con la hipocresía actual, ese mundo absurdo de la ‘alegalidad’ en que se persiguen la venta y el tráfico, pero se consiente el consumo. Dicho de otra forma, ya que España es el país donde se consume y se produce más marihuana y cannabis de Europa, quizás ha llegado la hora de, como en aquella frase mítica de Adolfo Suárez, “elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es plenamente normal”.

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