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La vergüenza negra de la RTVE
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Javier Caraballo

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La vergüenza negra de la RTVE

Las camisetas negras que exhiben en la Radio Televisión Española son una vergüenza, porque se vuelven blancas en cuanto los hilos los manejan otros distintos a los gobiernos de la derecha

Foto: Redactores y presentadores de TVE visten de negro para visibilizar su protesta por el bloqueo en la renovación de la corporación. (Twitter Consejo de Informativos de TVE)
Redactores y presentadores de TVE visten de negro para visibilizar su protesta por el bloqueo en la renovación de la corporación. (Twitter Consejo de Informativos de TVE)

El patetismo de la RTVE no es que los partidos políticos quieran manipularla, eso ya lo sabemos; el patetismo está en que para muchos periodistas la única manipulación que debe denunciarse es la que ejecuta el Partido Popular. Parece que cuando es la izquierda la que controla los medios de comunicación públicos, los periodistas, o aquellos que representan a los periodistas españoles, considerasen que se trata de una manipulación asumible, aceptable y aplaudible. Por eso, las camisetas negras que exhiben en la Radio Televisión Española son una vergüenza, porque se vuelven blancas en cuanto los hilos los manejan otros distintos a los gobiernos de la derecha. Un periodista no es eso, nunca puede ser eso, porque cuando ocurre ya solo se le puede considerar un altavoz, un propagandista, y esta profesión ya es lo suficientemente precaria, tan débil y dependiente está el periodismo en España, que lo único que le queda para ser nada es no saber ni siquiera quién es.

Cuando el PSOE y su socio privilegiado, Podemos, o su ‘ministro sin cartera’, Pablo Iglesias, como quieran que se llamen, se ponen a jugar a los nombramientos en la RTVE, como si estuvieran poniendo el dedo en la presidencia de Correos, la novedad, o lo escandaloso, no es que intenten buscar un periodista afín, porque eso es lo que hacen todos en cuanto pisan los jardines de La Moncloa, sino la respuesta que se obtiene de la prensa. No existe diferencia alguna entre un tipo como José Antonio Sánchez, el director general de la RTVE que nombró el Partido Popular, y los que han estado barajando hasta ahora en el Gobierno socialista para sustituirlo. El tal Sánchez llegó a reconocer en el Congreso de los Diputados que era votante del Partido Popular; fue aquel día que se sinceró ante los diputados para admitir lo que ya todo el mundo sabía: “Me preguntan si es compatible que yo sea votante del PP con el cargo que ocupo, pues le digo que sí, que es compatible”.

Foto: (Ilustración: Raúl Arias)
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Sinceridad sobrevalorada: tan torpe fue en su declaración que ni siquiera reparó en el ridículo, porque una confesión así solo tendría algún mérito cuando quien te ha propuesto para el cargo es de un partido político distinto, no cuando resulta que es el mismo partido que gobierna. Como si hubiera algún mérito profesional en que un partido político te eleve a un alto cargo porque eres un militante más, sin reparo. ¿Es compatible? Pues claro, no son peras y manzanas, pero ni es éticamente justificable ni deontológicamente defendible. Esto es también elemental, o debería serlo: es muy distinto que periodistas y medios tengan una ideología, y defiendan una ideología, a que tengan una adscripción partidaria y defiendan a un partido político. Aunque lo preferible, a mi juicio, será siempre otra actitud profesional, aquella que le leí una vez al director del 'The Washington Post' Leonard Downie: “No he votado en unas elecciones desde 1984, cuando fui nombrado director. Si vienes a trabajar aquí, tienes que aceptar ciertas restricciones de tus derechos políticos. Y el único acto político que uno puede llevar a cabo es votar en las elecciones”. Pues eso; ya se puede apreciar la diferencia.

Entre José Antonio Sánchez y los candidatos que se han barajado hasta ahora por parte del Gobierno socialista y su socio privilegiado no existe ninguna diferencia, más allá de la adscripción política. Tan patético ha sido el proceso de selección, o el sorteo, o el tanteo, que los candidatos, conforme iban recibiendo llamadas para colocarles el dedo del poder encima, se han puesto a borrar tuits como locos. Los periodistas deben tener asumido que siempre habrá alguien al que no le guste lo que escribes, pero qué tipo de periodistas son esos que, en cuanto reciben una oferta del Gobierno, empiezan a borrar sus huellas. ¿De qué se arrepienten? Es el único caso de vasallaje por anticipado, vasallaje público, que se ha conocido. Desde luego, en periodismo, ninguno tan bochornoso como el que estamos viviendo.

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Es verdad, como ha dejado sentado aquí Nacho Cardero, que “la única diferencia entre PSOE y PP es la superioridad moral que se atribuyen los primeros desde la izquierda”, pero a partir de esa certeza que una vez más ha quedado demostrada, lo fundamental es detenerse un instante a contemplar cuál ha sido la reacción de los periodistas, o de aquellos que representan a los periodistas españoles. Ninguna. Y el problema de RTVE no es José Antonio Sánchez, sino que la televisión pública esté dirigida por alguien que el Gobierno designa para que defienda, y si es necesario manipule, la información en su favor, de acuerdo a sus intereses. Puede ser que sea la sociedad española la que concede una ventaja moral a la izquierda en este tipo de nombramientos con respecto a la derecha, pero los periodistas, y quienes dicen representarlos no pueden caer en ese juego grosero que prostituye la profesión.

Debemos exigir, como periodistas y como ciudadanos, que la dirección de la Radio Televisión Española salga de una vez de este mercadeo en el que la han metido todos. Ahí, en eso, es donde tendrían que estar las camisetas negras que exigen, o eso dicen, una televisión plural, sin manipulaciones ni consignas. Y de paso, a ver cuándo las camisetas negras, y los viernes negros, llegan también a las televisiones autonómicas, porque cada vez que se protesta, y hacen bien, contra el sectarismo de los informativos de la RTVE, la única duda es dónde están y qué piensan los periodistas y los sindicatos de las televisiones autonómicas, como Canal Sur, o como TV3, y las demás. ¿Es que ahí no se manipula? ¿Cómo es que nunca, jamás, ha habido camisetas negras en esas televisiones autonómicas? La “defensa de la independencia y la regeneración democrática” que se pide para la RTVE no se puede limitar a un partido político ni a una sola televisión pública. Porque si es así, será una vergüenza negra.

El patetismo de la RTVE no es que los partidos políticos quieran manipularla, eso ya lo sabemos; el patetismo está en que para muchos periodistas la única manipulación que debe denunciarse es la que ejecuta el Partido Popular. Parece que cuando es la izquierda la que controla los medios de comunicación públicos, los periodistas, o aquellos que representan a los periodistas españoles, considerasen que se trata de una manipulación asumible, aceptable y aplaudible. Por eso, las camisetas negras que exhiben en la Radio Televisión Española son una vergüenza, porque se vuelven blancas en cuanto los hilos los manejan otros distintos a los gobiernos de la derecha. Un periodista no es eso, nunca puede ser eso, porque cuando ocurre ya solo se le puede considerar un altavoz, un propagandista, y esta profesión ya es lo suficientemente precaria, tan débil y dependiente está el periodismo en España, que lo único que le queda para ser nada es no saber ni siquiera quién es.

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