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Cinco claves ocultas del Gobierno andaluz
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Javier Caraballo

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Cinco claves ocultas del Gobierno andaluz

El nuevo Gobierno de Andalucía de Ciudadanos y Partido Popular contiene cinco claves ocultas que explican su composición

Foto: El nuevo Gobierno de la Junta de Andalucía, presidido por Juanma Moreno. (EFE)
El nuevo Gobierno de la Junta de Andalucía, presidido por Juanma Moreno. (EFE)

El primer ‘Gobierno del cambio’, como les gusta llamarlo, se ha trenzado con la lógica política y los intereses electorales de los dos partidos que lo integran y con un leve guiño a Vox, el partido que ha hecho posible el relevo en la Junta de Andalucía por su apoyo parlamentario y por su irrupción en las elecciones, que revolucionó el reparto de escaños a partir de los restos de la Ley D’Hont.

Las expectativas de máximos que, en su día, planteó Vox para condicionar su apoyo al nuevo Ejecutivo andaluz, y enviar así a la mayoría socialista a la oposición, se reducen al mínimo cuando se comprueba la composición de este Gobierno. Todas aquellas propuestas tan llamativas, que parecían bravuconadas, como la deportación de inmigrantes, la derogación de las leyes de violencia de género y la devolución de competencias al Estado, se quedan reducidas a nada. Si acaso, como se señala, un leve guiño que ni siquiera es tal. Se incluye en el nombre de una de las consejerías el departamento de ‘Familias’, en plural, cuando lo que pretendía Vox es que hubiese una Consejería de Familia y Natalidad. Al margen de esa circunstancia, el nuevo Gobierno de Andalucía de Ciudadanos y Partido Popular contiene cinco claves ocultas que explican su composición.

Foto: Francisco Serrano, junto a Santiago Abascal. (Reuters)

Juanma Moreno se blinda

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha diseñado un Ejecutivo que lo blinda como presidente en el sentido de que será, indiscutiblemente, la imagen principal del ‘cambio’ que proclaman, y eso puede servirle para consolidarse él mismo como el líder político que no es en la actualidad. No debemos olvidar, en este sentido, que Moreno Bonilla ha alcanzado la presidencia de la Junta de Andalucía después de dos derrotas consecutivas: desde que se fue Javier Arenas, ha perdido más votantes que los que conserva. La presidencia de la Junta de Andalucía es su gran oportunidad para mostrar a los andaluces su talante político, moderado y conciliador, que de ninguna forma lograba transmitir en la oposición.

Tras 40 años de gobierno de un partido que se titulaba a sí mismo como “PSOE, el partido natural de los andaluces” (y no le faltaba razón, porque durante mucho tiempo la identificación fue absoluta), el líder del Partido Popular tiene que valerse de esa imagen suya centrada para espantar viejos demonios sobre la derecha andaluza que aún permanecen. Para llevar adelante esa tarea, se ha blindado doblemente, cuenta con un consejero de Presidencia, Elías Bendodo, para que asuma la coordinación política del Gabinete (Moreno y Bendodo se conocen desde antes de entrar en Nuevas Generaciones del PP y han trazado juntos su carrera política), y cuenta, también, con un vicepresidente de Ciudadanos, Juan Marín, que, por su débil personalidad política y por haberse cargado de responsabilidades de gestión (una macroconsejería que incluye Regeneración Democrática, Justicia y Turismo), le deja el camino libre para estar recorriéndose Andalucía, de punta a punta, todos los días del año.

Rivera, presidente sin cartera

Lo de Albert Rivera en Andalucía no tiene precedentes en la política española. Casi a la misma hora en que el presidente de la Junta de Andalucía anunciaba ayer la composición de su primer Gobierno, en el Palacio de San Telmo, que es la sede de la presidencia andaluza, Rivera comparecía en el Parlamento andaluz, el Hospital de las Cinco Llagas, para presentar a los cinco miembros de Ciudadanos, un vicepresidente y cuatro consejeros, que integran el Ejecutivo andaluz. Ni que decir tiene que Rivera no es diputado andaluz, pero allí estaba, delante de los cinco, como si fuera el presidente sin cartera del nuevo Gobierno andaluz. “Este Gobierno se parece más a la sociedad civil —decía Rivera, con ‘sus consejeros’ detrás—. Acumulan años y años de experiencia profesional fuera de la política. Hay mucho por hacer y no os lo van a poner fácil”.

¿Es normal, habitual, esta forma de proceder de un líder nacional ante la composición de un Gobierno de su partido en una comunidad autónoma? Evidentemente, no. Al menos, nunca había ocurrido. Pero lo único que señala es algo que ya se sabía, la importancia que Ciudadanos concede a su crecimiento en Andalucía —por eso, todos sus líderes se volcaron en la campaña electoral andaluza— y la importancia que da a su primera experiencia de gobierno, la ‘vía andaluza’, por si, en el futuro, puede extrapolarla a toda España.

Foto: El nuevo presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, durante el acto de toma de posesión. (EFE)

Arenas le deja un recado a Casado

Javier Arenas nunca desaparece y en este Gobierno de Andalucía ha dejado su señal, como el zorro. Es sabido que el Partido Popular de Andalucía apoyó, casi sin fisuras, a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias que se celebraron para sustituir a Mariano Rajoy. Y es sabido también que, tras triunfar Pablo Casado, la inminencia de las elecciones andaluzas le impedía promover un profundo cambio en la cúpula del PP andaluz, empezando por Moreno Bonilla. Todo ese panorama se transformó cuando se cerraron las urnas y Juan Manuel Moreno Bonilla se convirtió en presidente de la Junta de Andalucía. Todos los planes para su liquidación se esfumaron porque ahora, en vez un político amortizado, es la principal referencia institucional del PP en toda España.

Javier Arenas ha dejado ver su influencia con la designación de Patricia del Pozo, que pertenece desde hace años a su círculo de confianza política

Ese valor lo ha sabido esgrimir Moreno Bonilla en la composición del Gobierno, en el que no hay ni un solo atisbo de presencia de dirigentes afines a Juan Ignacio Zoido, el exministro, que era, hasta ahora, el principal interlocutor de Pablo Casado en Andalucía. La política es así, se gana o se pierde. Por el contrario, Javier Arenas ha dejado ver su influencia con la designación de una consejera, Patricia del Pozo, que pertenece desde hace años a su más estricto círculo de confianza política, un ‘reservado’ de estrategias, planificación y trabajo en el que solo pueden entrar cuatro o cinco personas.

Ciudadanos cultiva su imagen

Esta es la primera vez que Ciudadanos entra en un Gobierno de cierta envergadura, y la designación de ‘sus consejeros’ se ha tratado como un asunto de la máxima prioridad, porque para este partido es fundamental seguir conservando su imagen de centro y alejada de la política tradicional. Salvo el vicepresidente Juan Marín —que también es un caso extraño en política—, lo que ha pretendido Ciudadanos con el Gabinete andaluz ha sido reforzar su apuesta por los independientes de prestigio.

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera (i), junto a la líder catalana, Inés Arrimadas, y el líder andaluz del partido, Juan Marín. (EFE) Opinión
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Ante los vicios de la política tradicional, plagada de cuadros que solo conocen la vida de partido, que no han tenido otra dedicación que los distintos cargos electos que han acumulado desde que se iniciaron en la juventudes de sus partidos políticos, Ciudadanos ha recurrido a personas de una gran experiencia profesional, desconocidas en política. Un exseleccionador de baloncesto para la cartera de Educación y Deporte, una directora de la Tesorería de la Seguridad Social en Málaga para Empleo, un reputado catedrático de Economía para una macroconsejería de Economía y Universidad y una directora de instituto para Igualdad y Políticas Sociales. Ciudadanos, con este Gobierno andaluz, presenta sus credenciales de futuro.

El PP andaluz premia a sus provincias

Juan Manuel Moreno Bonilla va a ser el primer presidente de la Junta de Andalucía que no es de Sevilla; los seis anteriores del PSOE eran de la capital andaluza. Pero esa circunstancia es la más evidente; lo interesante de este Gobierno andaluz es comprobar cómo el Partido Popular rinde homenaje con los nombramientos de los consejeros a las provincias andaluzas que más lo han apoyado, donde más fuertes se han hecho esas siglas, aun en los momentos de mayor dominio del PSOE en las urnas andaluzas: Almería, Málaga y Granada.

La ‘cuota política’ del nuevo Gobierno andaluz se corresponde con los intereses orgánicos del PP en esas tres provincias andaluzas, las ‘orientales’

La ‘cuota política’ del nuevo Gobierno andaluz se corresponde con los intereses orgánicos del PP en esas tres provincias andaluzas, las ‘provincias orientales’, que hasta ahora no veían correspondida su importancia con un peso similar o equivalente en la estructura regional de los populares andaluces. Los nombramientos más políticos del PP están ahí: Elías Bendodo (Málaga), Carmen Crespo (Almería) y Marifrán Carazo (Granada).

Los tres nombramientos obedecen al interés de los distintos aparatos del PP en esas tres provincias. Los otros dos consejeros del Partido Popular provienen de otra lógica, la de contar con experimentados profesionales alejados de la política, como es el caso de Jesús Aguirre, especialista de Medicina de Familia, o de Alberto García Varela, del Cuerpo Superior de Inspectores de Hacienda del Estado. Los dos han estado en política, pero no forman parte de los aparatos del PP. La consejera del PP que falta, Patricia del Pozo, ya se ha explicado: la clave Arenas, que nunca falla en Andalucía.

El primer ‘Gobierno del cambio’, como les gusta llamarlo, se ha trenzado con la lógica política y los intereses electorales de los dos partidos que lo integran y con un leve guiño a Vox, el partido que ha hecho posible el relevo en la Junta de Andalucía por su apoyo parlamentario y por su irrupción en las elecciones, que revolucionó el reparto de escaños a partir de los restos de la Ley D’Hont.

Parlamento de Andalucía Vox Ciudadanos Javier Arenas Pablo Casado