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Crimen de Almonte, el matiz de la inocencia
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Javier Caraballo

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Crimen de Almonte, el matiz de la inocencia

La paradoja es que la 'sentencia' del juicio paralelo al que siempre ha sido sometido Francisco Javier Medina se impone a la sentencia firme que ha dictado la Justicia

Foto: Francisco Javier Medina (i), el único acusado por el doble crimen de Almonte, tras ser declarado no culpable. (EFE)
Francisco Javier Medina (i), el único acusado por el doble crimen de Almonte, tras ser declarado no culpable. (EFE)

En un Estado de derecho, solo existe una vulneración mayor que el quebrantamiento de la presunción de inocencia, y es la ignorancia de la inocencia misma cuando ya se ha demostrado y sentenciado. Esa es la tesitura diabólica en la que se encuentra atrapado un joven de Almonte, Francisco Javier Medina, desde el 24 de junio de 2014, cuando lo detuvieron por el brutal asesinato de un padre y de su hija. Es inocente, nunca ha dejado de repetirlo, y cuando la Justicia ha confirmado su inocencia, tras pasarse tres años en la cárcel a la espera de juicio, siguen culpándolo de los crímenes que nunca cometió.

Foto: F. J. M. (i), el único acusado por el doble crimen de Almonte, tras ser declarado no culpable. (EFE)

La terrible paradoja que ofrece su caso es que la ‘sentencia’ del ‘juicio paralelo’ al que siempre ha sido sometido se impone a la sentencia firme que dictan los tribunales de Justicia. Y resulta que son, además, algunos de los principales actores de la Justicia, como los investigadores o el Ministerio Fiscal, quienes parecen más interesados en seguir alimentando una farsa que les sirve a ellos para tapar su propia responsabilidad en un proceso penal que condujo a un inocente a la cárcel. En vez de asumir el error y, sobre todo, en vez de buscar al verdadero asesino, se deja pasar el tiempo y, constantemente, se vuelve a señalar como culpable a quien ha sido declarado inocente. Esta es la breve historia de ese disparate, esa barbaridad, que se está produciendo en España.

El juicio por el crimen de Almonte, que se celebró en la Audiencia Provincial de Huelva en septiembre de 2017, rompió todas las expectativas porque, al contrario de lo que se oía decir en televisiones y medios de comunicación, un jurado popular decretó la ‘no culpabilidad’ del único acusado. Toda la acusación se vino abajo durante la vista oral, fruto de su propia inconsistencia. No se trata de repetir, de nuevo, los ‘agujeros negros’ de aquella investigación, pero sí conviene recordar que la hipótesis de que Medina fuera el responsable era incompatible, por ejemplo, con la certeza de que a la misma hora en que se cometieron los asesinatos se encontraba trabajando en el supermercado Mercadona.

placeholder Francisco Javier Medina (i), absuelto por el doble crimen de Almonte, junto a su abogado. (EFE)
Francisco Javier Medina (i), absuelto por el doble crimen de Almonte, junto a su abogado. (EFE)

El jurado popular, que estadísticamente es mucho más severo que los tribunales profesionales y casi en un 90% de los casos sus veredictos son de culpabilidad, se inclinó, sin embargo, en este caso, por la absolución. En la sentencia, que redacta posteriormente la magistrada de la Audiencia de Huelva, se explicaba con detalle el porqué: “Las tesis acusatorias se apoyan en pruebas de carácter circunstancial (…) pero el indicio debe estar acreditado por prueba directa; debe ser sometido a una constante verificación que afecte tanto a la acreditación como a su capacidad deductiva (…) La prueba indiciaria exige así un proceso lógico y una motivación que explique racionalmente el proceso deductivo seguido para afirmar que de unos hechos —indicios— se deducen otros hechos —consecuencias—”. No era el caso, los indicios no conducían a ninguna hipótesis, ni lógica, ni creíble ni posible. “El veredicto del jurado está motivado suficiente y razonadamente”, añadía la sentencia.

La acusación de los investigadores de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil contra Francisco Javier Medina, al que detuvieron pasados 14 meses del doble crimen, cuando habían fracasado todas las líneas de investigación iniciadas originalmente, era tan inconsistente que los recursos judiciales posteriores contra el veredicto de absolución no prosperaron en ninguna instancia. Así, la inocencia fue ratificada por una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y, finalmente, por el propio Tribunal Supremo, que convirtió en firme la absolución.

Uno de los familiares de las víctimas ha llegado a decir en una entrevista que lo ocurrido aquí "es que quien aprieta el gatillo es el propio Estado"

La última vía que quedaba, el Tribunal Constitucional, también se saldó con la inadmisión de los recursos que solicitaban, en última instancia, una repetición del juicio. En la desestimación de los recursos, los tribunales profesionales repitieron la misma lógica procesal: El jurado, "con un razonamiento perfectamente comprensible, valora como 'poco probable' que, con todos los datos recabados, [el acusado] hubiese tenido tiempo para realizar los hechos que se le atribuían; no puede sino concluirse que el jurado ha explicado suficientemente la razón por la que no lo considera autor". Ante la contundencia de la imposibilidad física, de estar en un punto y en otro de la ciudad al mismo tiempo, se desvanecían todos los esfuerzos de las acusaciones por ensalzar y engrandecer los indicios y las especulaciones.

Pero, como se señalaba antes, todo eso tendría que pertenecer al pasado y haber dado paso a una nueva investigación para descubrir al verdadero autor del doble crimen de Almonte. Pero ocurre todo lo contrario: se sigue señalando como culpable a quien ha sido declarado inocente. Uno de los familiares de las víctimas, que son los más activos en señalar la culpabilidad de quien ha sido declarado inocente, ha llegado a decir en una entrevista en el programa ‘La linterna’, de la Cadena COPE, con la correspondiente complicidad del presentador, que lo ocurrido es “como lo que les pasa a las víctimas de ETA”, cuyos asesinos no han sido juzgados, “pero aquí lo que pasa es que quien aprieta el gatillo es el propio Estado”.

placeholder Familiares y vecinos de Almonte, a las puertas del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) en Granada. (EFE)
Familiares y vecinos de Almonte, a las puertas del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) en Granada. (EFE)

¿Acaso vivimos en un Estado asesino? ¿Se admitiría esa misma acusación en cualquier otro caso? La barbaridad se completa cuando se añade que, si no hay un responsable de los crímenes de Almonte, no es porque la investigación de la Guardia Civil haya fracasado, sino porque “lo han decidido ocho analfabetos integrales”, que es la mayoría de ocho miembros del jurado, de un total de nueve, que votó a favor del veredicto de inculpabilidad. El nuevo abogado de la acusación contra Medina —que es el cuarto letrado que la representa—, José Ignacio Bidón, ha presentado en el juzgado un escrito en el que solicita que se practiquen nuevas pruebas para tratar de incriminar a quien ya ha sido declarado inocente porque sigue considerando que “existen pruebas irrefutables en donde se considera que el autor de los hechos recae en Medina”.

De todas formas, este letrado, como todos, actúa de parte. Lo más desconcertante del proceso judicial del crimen de Almonte es que, tras la absolución, los investigadores de la Guardia Civil no quieran volver sobre sus pasos e iniciar una nueva investigación, basada en pruebas directas, en vez de en conjeturas, y que el Ministerio Fiscal se sume también al disparate de sostener que en este caso quien ha fallado ha sido la Justicia. La obstinación de los investigadores la conocemos bien a través de los propios acusadores, porque en cada entrevista repiten lo mismo, que lo que les dicen en la Guardia Civil es que “ellos ya han encontrado al asesino y que ha sido la Justicia la que lo ha dejado en libertad”. Y el Ministerio Fiscal…

Lo primero que dice el estatuto orgánico del Ministerio Fiscal es que “tiene por misión promover la acción de la Justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público”. A ver cómo se compagina eso con lo que dice el fiscal Jefe de Huelva, Alfredo Flores, sobre este caso desgraciado de Almonte. Esto es literal, de una entrevista de ese fiscal en 'Huelva Información'; le preguntan por el crimen de Almonte, tras las absoluciones, y él responde: “¿El que haya una sentencia absolutoria quiere decir que no se ha resuelto? Es una cuestión de matiz. Para los investigadores, puede estar resuelto y el fiscal puede pensar que la persona que ha sentado en el banquillo es el autor. Cuando hay una sentencia absolutoria, no automáticamente se reabre un procedimiento. Porque no quiere decir que el autor no sea esa persona. Quiere decir que ha obtenido una sentencia absolutoria”. ¿Cómo que la inocencia es una cuestión de matiz? ¿Y lo dice el Ministerio Público? ¿Qué debe hacer el inocente? En fin. Continuará…

En un Estado de derecho, solo existe una vulneración mayor que el quebrantamiento de la presunción de inocencia, y es la ignorancia de la inocencia misma cuando ya se ha demostrado y sentenciado. Esa es la tesitura diabólica en la que se encuentra atrapado un joven de Almonte, Francisco Javier Medina, desde el 24 de junio de 2014, cuando lo detuvieron por el brutal asesinato de un padre y de su hija. Es inocente, nunca ha dejado de repetirlo, y cuando la Justicia ha confirmado su inocencia, tras pasarse tres años en la cárcel a la espera de juicio, siguen culpándolo de los crímenes que nunca cometió.

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