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Andalucía ya conoce el futuro prometido por Sánchez
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Javier Caraballo

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Andalucía ya conoce el futuro prometido por Sánchez

La segunda modernización que presentó Manuel Chaves a principios de la década de 2000 se podría comparar con el plan para 2050 de Sánchez y se encontrarían muchos calcos. Quedó en nada

Foto: El expresidente andaluz Manuel Chaves. (EFE)
El expresidente andaluz Manuel Chaves. (EFE)

Andalucía ya ha estado en el futuro que ahora se anuncia en España. Hace años que ocurrió, por lo menos 20. Con lo cual, podemos afirmar sin exageración alguna que el futuro de 2050 que anuncia el Gobierno de Pedro Sánchez, elaborado en el mismo laboratorio de grandes planes de la Moncloa, ya se anticipó en esta comunidad y que los andaluces conocen cada paso de ese proceso, desde las promesas iniciales y el despliegue legislativo que viene después a la estructura política que se crea para aplicarlo y el resultado final, cuando se decide pasar a la siguiente fase. Sí, lo único que ha trascendido hasta ahora es que el Gobierno de coalición del PSOE y de Unidas Podemos quiere iniciar la segunda modernización de España, pero lo que es desconocido es que luego viene la tercera modernización, que también se anunció en Andalucía, aunque con menos ímpetu propagandístico que la anterior, por eso muchos andaluces incluso lo habrán olvidado ya. Quiere decirse que en los planes del Gobierno de Pedro Sánchez para los próximos 30 años caben las dos modernizaciones, la segunda y la tercera, pero vayamos por pasos, aprovechando la extraordinaria circunstancia de que los andaluces saben qué va a pasar.

El reasfaltado de una carretera era segunda modernización, igual que una campaña de concienciación sobre el cáncer de colon

En Andalucía, los planes de la segunda modernización comenzaron con el nuevo milenio. Manuel Chaves llevaba ya 11 años de presidente de la Junta de Andalucía y necesitaba un revulsivo para mantenerse en el cargo una década más. Y así fue como surgió. De repente, la maquinaria socialista andaluza, tan eficaz siempre en la elaboración de un discurso político para fijar a su electorado en esta tierra y mantener firme su hegemonía, se volcó con ese lema, la ‘segunda modernización’, y toda la acción política se volcó espectacularmente en su difusión. De repente, todo, absolutamente todo, estaba presidido por ese lema, todo era segunda modernización. Si se aprobaba una campaña de publicidad sobre la protección de la infancia, era segunda modernización, igual que si se difundía un festival de flamenco o un ciclo de ópera. El reasfaltado de una carretera era segunda modernización, como también lo era una campaña de concienciación sobre la detección precoz del cáncer de colon o de mama. Hubo hasta un 'estilo segunda modernización', diseñado por ‘artistas segunda modernización’ que “apuestan por la multidisciplinariedad, asumen sin esfuerzo valores y principios de gestación reciente, como la defensa de un desarrollo sostenible o la igualdad de género, y utilizan las nuevas tecnologías con total naturalidad, aunque no tienen complejos a la hora de usar medios tradicionales”. Es literal.

Foto: Susana Díaz y Juanma Moreno. (EFE)

La ventaja que tiene ese lenguaje político es que no caduca, como se puede comprobar. Como en realidad no dice nada, tampoco pasa de moda, porque la nada vaporosa siempre permanece. El proyecto inicial que presentó Manuel Chaves a principios de la década de 2000 se podría comparar con el presentado por Pedro Sánchez para 2050 y se encontrarían muchas promesas y objetivos calcados. El de Andalucía se llamaba 'Un proyecto, 10 iniciativas y 100 medidas para la segunda modernización de Andalucía' y el de España anuncia en su proyecto "50 objetivos y más de 200 medidas". Solo se necesita detenerse en los epígrafes de lo prometido en Andalucía hace 20 años para deducir el resto: ‘Andalucía, comunidad de emprendedores’, ‘Nuevos derechos y nuevas prestaciones para todos’, ‘Igualdad real de los hombres y las mujeres de Andalucía’, ‘Invertir en conocimiento’, ‘Una Andalucía de alta velocidad, cohesionada y conectada con el mundo’, ‘Una Andalucía de ciudades abiertas al mundo, a la cultura y al conocimiento’… Como ocurre con el informe ‘España 2050’, elaborado por la muy pomposa Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo de España, es imposible que nadie esté en desacuerdo en los objetivos que se plantean, genéricos y benéficos, de la misma forma que nadie puede garantizar que nada de ello se cumpla, ni que la realidad socioeconómica de España se transforme con la mera identificación de sus problemas estructurales. Eso es, precisamente, lo que nos adelanta la experiencia andaluza, que la segunda modernización se quedó en nada, de forma que ahora, casi un cuarto de siglo después, se podría desempolvar aquel proyecto y volver a prometer que las ocho capitales andaluzas estarían conectadas por AVE, por citar una de las promesas más concretas.

Lo que nos adelanta la experiencia andaluza es que la segunda modernización se quedó en nada

¿Solo eso? No, claro. Lo peor de todo es que se da la penosa circunstancia de que durante todo el periodo que duró la supuesta segunda modernización de Andalucía, de 2001 en adelante, lo que de verdad se cocía en la Junta de Andalucía era el mayor fraude conocido en democracia, el caso de los ERE, que representa todo lo contrario a una buena inversión pública: despilfarro y amiguismo con los cientos de millones que se tendrían que haber destinado a los verdaderos emprendedores, a la verdadera educación, a la verdadera formación… En todo caso, esa corrupción sí que no se le puede prejuzgar a la segunda modernización anunciada por el presidente Pedro Sánchez. Por ahora, lo único comparable es la voluptuosidad inane de lo presentado, aunque es difícil que se llegue a los niveles de demagogia que se alcanzaron en Andalucía. Siempre servirá de ejemplo definitivo aquello que dijo en un mitin junto a Manuel Chaves el presidente de entonces, José Luis Rodríguez Zapatero: “Con la segunda modernización, nacerán en Andalucía miles de Picassos y de Garcías Lorca”. No se conformó el tipo con anunciar otro pintor de época, otro poeta universal, sino “miles”. Pasados unos años, sin que se sepa muy bien por qué, el mismo Zapatero dio por zanjada la segunda modernización de Andalucía, “que se ha cumplido con creces”, y anunció la tercera modernización de Andalucía, que comenzaría con una inversión de 12.000 millones de euros de fondos europeos para el periodo 2007-2013. En realidad, lo que se venía encima era la crisis financiera mundial, que Zapatero se obstinaba en negar, hasta que el desastre lo barrió del mapa político de España.

Andalucía ya ha estado en el futuro que ahora se anuncia en España. Hace años que ocurrió, por lo menos 20. Con lo cual, podemos afirmar sin exageración alguna que el futuro de 2050 que anuncia el Gobierno de Pedro Sánchez, elaborado en el mismo laboratorio de grandes planes de la Moncloa, ya se anticipó en esta comunidad y que los andaluces conocen cada paso de ese proceso, desde las promesas iniciales y el despliegue legislativo que viene después a la estructura política que se crea para aplicarlo y el resultado final, cuando se decide pasar a la siguiente fase. Sí, lo único que ha trascendido hasta ahora es que el Gobierno de coalición del PSOE y de Unidas Podemos quiere iniciar la segunda modernización de España, pero lo que es desconocido es que luego viene la tercera modernización, que también se anunció en Andalucía, aunque con menos ímpetu propagandístico que la anterior, por eso muchos andaluces incluso lo habrán olvidado ya. Quiere decirse que en los planes del Gobierno de Pedro Sánchez para los próximos 30 años caben las dos modernizaciones, la segunda y la tercera, pero vayamos por pasos, aprovechando la extraordinaria circunstancia de que los andaluces saben qué va a pasar.

Pedro Sánchez