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Juana Rivas, despropósito múltiple
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Javier Caraballo

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Juana Rivas, despropósito múltiple

Ese es el despropósito múltiple en el que estamos, con el 'plante' de un juez de provincias frente a todo un Gobierno de España para impedir el indulto a Juana Rivas, icono del feminismo radical

Foto: Una manifestación para pedir el indulto a Juana Rivas. (EFE/Miguel Ángel Molina)
Una manifestación para pedir el indulto a Juana Rivas. (EFE/Miguel Ángel Molina)

Las facultades de Derecho de toda España deberían incluir en sus temarios el ejemplo práctico del caso de Juana Rivas, como símbolo supremo de un despropósito múltiple, con el agravante de los menores implicados, que se ven zarandeados sin la menor consideración en este torbellino. En la sociedad en la que vivimos, en la que la información y las redes sociales caen sobre nosotros como un aguacero diario, da pavor pensar en esos dos niños, el epicentro ignorado de un caso emblemático de esos que llamamos 'mediáticos': todo el mundo tiene referencias de lo que ha ocurrido y se ha posicionado en la batalla, a favor o en contra.

Es posible, incluso, que en esa espiral cada vez más agresiva, más sectaria, sea difícil encontrar a uno solo de los que han intervenido en este caso que no se haya visto arrastrado, condicionado o influenciado por la repercusión de sus decisiones o las consecuencias mediáticas posteriores. Ese es el despropósito múltiple en el que estamos, con el 'plante' de un juez de provincias frente a todo un Gobierno de España para impedir que se lleve a cabo el indulto concedido a esa mujer o a lo que representa, Juana Rivas, icono del feminismo radical y demonio de extremistas de signo contrario. Por esa razón debería analizarse este caso en las facultades, porque ante una situación así ninguno de los actores principales del Estado de Derecho se comporta correctamente.

La deformación brutal del 'caso Juana Rivas' se aprecia bien cuando se repasan los orígenes del conflicto de esa pareja, que ya son irreconocibles. Por eso conviene detenerse y regresar. De los cientos de miles de casos de separaciones traumáticas de parejas, el de Rivas y Arcuri no es muy diferente a otros muchos en los que los progenitores utilizan a sus hijos para dañar al exmarido o a su exmujer. Si existieran estadísticas de esos conflictos familiares, hijos separados de sus padres, abuelos a los que se les niega la posibilidad de ver a sus nietos, amenazas tras los acuerdos judiciales, nos alarmaríamos de lo que está ocurriendo... La diferencia, quizá, de Juana Rivas y Francesco Arcuri es que antes de la separación definitiva, la mujer denunció a su exmarido por malos tratos y éste aceptó ser condenado por la comisión de un delito de lesiones en el ámbito familiar a la pena de tres meses de prisión y un año de alejamiento. Luego, se le conmutaría esa pena por unos cursos de control de la agresividad.

Foto: La ministra de Igualdad, Irene Montero. (EFE/David Fernández) Opinión

Quiere decirse, en suma, que cuando se habla de Arcuri como un 'maltratador condenado', algo que no se puede poner en duda, tampoco se puede obviar ni olvidar que en este caso se trata de un delito menor, como dice el Código Penal (artículo 153), que se refiere a quien "causare a otro menoscabo psíquico o una lesión de menor gravedad" o que "golpeare o maltratare de obra a otro sin causarle lesión". ¿Fue una pelea de la pareja en la que ambos se intercambiaron tortazos e insultos? Es posible, por eso Arcuri sostiene que aceptó la condena de conformidad en contra del criterio de su abogado y el consejo de sus amigos, para poder seguir viendo a su hijo. ¿Se trata de un marido celoso y agresivo que golpeó a su mujer por llegar tarde a casa? De hecho, esa es la verdad judicial que quedó plasmada en la sentencia.

A partir de ahí, la pareja se separa, vuelve a reconciliarse unos años después, conciben otro hijo más, y cuando vuelven a separarse, es cuando surge el ‘caso Juana Rivas’ que ya nada tiene que ver con los problemas de ellos dos sino con lo que simbolizan. La mujer se convierte en icono feminista y el hombre, en abanderado de movimientos como el de las asociaciones de padres separados que exigen la custodia compartida y de todos los detractores de la Ley Integral contra la Violencia de Género. Ahí comienza la brutal deformación en la que se puede añadir, objetivamente, que mientras que Arcuri mantiene una defensa firme y coherente ante los tribunales, su exmujer, Juana Rivas, en la espuma de manifestaciones y de olas de solidaridad, enloquece y se desliza por una pendiente de barbaridades que la llevaron a ‘secuestrar’ a sus dos hijos con tal de no entregárselos al padre, como correspondía, por el acuerdo judicial entre ambos.

¿Pertenece el juez Manuel Piñar a ese grupo de exaltados contrarios a la Ley de Violencia de Género, como se le acusa?

También vuelve a interponer decenas de demandas por malos tratos contra Francesco Arcuri, pero ninguna de ellas prospera, por inconsistentes, ni en España ni en Italia. Quien sí condena a Juana Rivas es un juez de lo penal de Granada, Manuel Piñar, que es quien ahora, de nuevo, regresa al primer plano de la controversia por el hecho, ciertamente insólito, de oponerse de facto al indulto que el Gobierno le ha concedido a Juana Rivas. No sólo eso, aprovecha para recriminarle al Ejecutivo de Pedro Sánchez que tome sus decisiones sin tener en cuenta la realidad del caso, con lo que ello conlleva de falta de respeto y desconsideración del Poder Judicial.

¿Pertenece el juez Manuel Piñar a ese grupo de exaltados contrarios a la Ley de Violencia de Género, como se le acusa? Quienes conocen a este juez en Granada no dudan de que Piñar, como él mismo ha manifestado en varias sentencias, considera que la legislación actual es un exceso que perjudica a los hombres porque "está llevando a quitar la dignidad a determinados varones", como dijo en una sentencia de 2011. Su machismo rancio tampoco se pude dudar, como quedó plasmado cuando estaba de juez en Almuñécar, en 1999, y redujo la indemnización a una mujer por un accidente con el argumento de que la cicatriz que le había dejado no era fea. Atención al lenguaje utilizado en una sentencia judicial: “Viendo la belleza y el atractivo de la persona, cuestión tan subjetiva, la ligera curvatura y redondez que adquiere el muslo derecho en su parte superior pudiera, para algunas personas, llegar a constituir un elemento de atracción”.

Foto: Juana Rivas en una imagen de archivo. (EFE)

¿Convierte todo ello al juez Piñar en un reaccionario que actúa contra Juana Rivas por ser mujer y feminista? No cabe duda de lo que piensa al respecto, pero quienes le conocen también aseguran que es un profesional "trabajador y riguroso". De hecho, en esta última 'batalla' directamente contra el Gobierno no ha hecho otra cosa que cumplir estrictamente con sus competencias, aunque sean evidentes algunos excesos, como la utilización del supuesto caso de abusos sexuales a uno de los hijos para denegar la suspensión de la condena a Juana Rivas. De la misma forma que antes se decía que la condena de maltrato de Arcuri debe ceñirse al caso menor por el que está condenado, a Juana Rivas tampoco se le puede acusar, implicar o relacionar con un caso que está sobreseído.

Y, en todo caso, si alguien acusa al juez Piñar de estar influenciado por su ideología, tiene que acusar de lo mismo a la Fiscalía, que cambió de criterio y apoyó el indulto porque así lo exigía la fiscal general, Dolores Delgado, exministra de Pedro Sánchez. De los demás comentarios sobre el caso, desde los dirigentes de Podemos hasta los de VOX, ni siquiera es necesario mostrar el sesgo radicalizado que muestran. Lo que no ha existido en todo este proceso ha sido una figura, ni una sola figura, que haya sabido abstraerse del torbellino para detener esta escalada de imbecilidad, atropellos y desmesura. Y todavía se está a tiempo de que a esa mujer, Juana Rivas, se la pueda excarcelar de hecho, incluso tras el auto del juez Piñar, mediante un dictamen del juez de Vigilancia Penitenciaria, y de que quienes la asesoran la convenzan de que no puede seguir por el camino que iba, que es autodestructivo, aunque la jaleen tantos. Todavía se puede reconducir este despropósito múltiple, pero no ocurrirá.

Las facultades de Derecho de toda España deberían incluir en sus temarios el ejemplo práctico del caso de Juana Rivas, como símbolo supremo de un despropósito múltiple, con el agravante de los menores implicados, que se ven zarandeados sin la menor consideración en este torbellino. En la sociedad en la que vivimos, en la que la información y las redes sociales caen sobre nosotros como un aguacero diario, da pavor pensar en esos dos niños, el epicentro ignorado de un caso emblemático de esos que llamamos 'mediáticos': todo el mundo tiene referencias de lo que ha ocurrido y se ha posicionado en la batalla, a favor o en contra.

Caso Juana Rivas Violencia de género Código Penal
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