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El Gobierno no indulta a Juana Rivas: se indulta a sí mismo
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Juan Soto Ivars

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El Gobierno no indulta a Juana Rivas: se indulta a sí mismo

Fueron miembros del Gobierno quienes animaron a Rivas a cometer el delito de sustracción de menores por el que ha sido condenada. Los que la empujaron por el barranco judicial

Foto: La ministra de Igualdad, Irene Montero. (EFE/David Fernández)
La ministra de Igualdad, Irene Montero. (EFE/David Fernández)

Dicen que el Gobierno ha concedido el indulto parcial a Juana Rivas, pero es falso: el Gobierno se ha concedido el indulto parcial a sí mismo. Fueron miembros del Gobierno quienes animaron a Rivas a esconderse con los hijos, amparados por la masa y las manifestaciones, y a incumplir una sentencia. Es decir, fueron ellos quienes alentaron a esa mujer a cometer el delito de sustracción de menores por el que ha sido condenada. Los que la empujaron por el barranco judicial. Y son los mismos que dan el indulto, ya digo, no a esa mujer sino a sí mismos. Cuando nos estudien desde el futuro y quieran saber de qué pie cojeaba nuestra época, este episodio será uno de los puntos fuertes del menú.

Preguntarán los del futuro, anonadados: ¿en serio pasó que políticos con responsabilidades usaron a una señora como peón propagandístico hasta el punto de animarla a cometer un delito? ¿De verdad protestaron cuando fue condenada por ello y luego, cuando le concedieron un indulto a medida, se jactaron de estar salvando el mundo y a todas las mujeres? ¿De verdad siguieron cubriendo de improperios al exmarido pese a que los juzgados italianos y españoles le daban una y otra vez la razón a él? Y tendremos que incorporarnos en nuestros ataúdes y responder: pues sí, eso es exactamente lo que pasó.

¿Qué son los hechos y las evidencias para una pandilla de propagandistas posmodernos sin escrúpulos? Una sentencia de maltrato sí que hay, de 2009. Fue dictada de conformidad tras una trifulca entre la pareja, una noche en la que Rivas volvió a casa a las cinco, Arcuri no le quería abrir y llegaron a las manos. Los partes de lesiones de ambos son para enmarcarlos. Y esto es todo lo que tienen para agarrarse, además de las palabras posteriores de Rivas. Pero veamos qué más pasó en 2009: la condena se dio después de que la pareja tuviera el primer hijo. Se dictó una orden de alejamiento, y tanto Rivas como Arcuri la incumplieron. Se volvieron a juntar, y en el nuevo romance engendraron al segundo hijo. Esos son los dos pobres críos que el caso ha convertido en balas. Dos críos que no le importan a ninguno de nuestros políticos, aunque tengan la desvergüenza de mencionarlos a menudo. Si les importaran, habrían sido prudentes. Por ejemplo, a la hora de hablar del padre.

Me repito ahora porque es importante para el razonamiento que viene luego: aquella sentencia de conformidad es todo lo que hay bajo la propaganda. Ahí se sustenta la monstruosidad de Arcuri. Y no fue entonces, sino después, con la separación definitiva de la pareja, que empezó lo que nosotros hemos conocido como el 'caso Juana Rivas'. Supimos de esto cuando la mujer incumplió el acuerdo con su expareja y se llevó a los dos hijos fuera de Italia sin darle explicaciones. Montó una campaña en Change.org, empezó a desfilar por los medios y cubrió de camino a Arcuri de denuncias que no han encontrado sentencia condenatoria jamás. Y ahí es, digo, cuando empezó el culebrón, el movimiento de apoyo, las manifestaciones masivas y el circo mediático, con los políticos convertidos en activistas. Justo ahí.

Foto: Juana Rivas, en una foto de archivo. (EFE) Opinión
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Por lo que a mí respecta, Juana Rivas bien podría ser una mujer que no miente, los hijos haber sufrido el maltrato del padre, y este, Francesco Arcuri, podría ser un monstruo muy astuto. Yo no lo sé, pero Irene Montero, Ione Belarra, Íñigo Errejón y un sinfín de políticos más sí que lo saben, y no paran de repetirlo. Su saber se basa, lo confiesan ellos mismos, en la fe, en la creencia: un 'yo sí te creo' del que no se pueden apear, pese a que nada de lo que ha dicho Juana Rivas desde 2012 haya sido probado en los juzgados ¡de dos países diferentes! Es decir: un puñado de salas han estudiado un caso que acumula nueve denuncias y han sacado la misma conclusión, pero nuestros políticos saben mejor que los jueces lo que pasa. ¡Ellos tienen las gafas moradas!

Su saber se basa, lo confiesan ellos mismos, en la fe, en la creencia: un 'yo sí te creo' del que no se pueden apear

En el arranque de este delirio de masas, participaron políticos de izquierdas y de derechas, aunque con el tiempo los segundos se alejaron silbando y no han vuelto a abrir la boca sobre el tema, mientras los otros continuaban gritando 'yo sí te creo'. Pese a que las denuncias de Rivas caían una tras otra, seguían gritando que la Justicia es patriarcal, y sobre ese eje hicieron girar buena parte de su propaganda populista. Y cuando los juzgados condenaron finalmente a la madre, en vez de achantarse, en vez de pedir perdón, en primer lugar a Rivas y luego a la ciudadanía en general, nuestros valientes populistas terminaron de venirse arriba. Aunque pueda sonar paradójico, cuanto más le quitan la razón a Juana Rivas los jueces, más cargados de razón están ellos. Habían dictado sentencia desde el minuto uno.

El dogma dice que la Justicia es patriarcal: esto significa que cualquier sentencia que contradiga el dogma es inválida, a pesar de que, para llamar maltratador a Arcuri, se agarren, claro, a una sentencia judicial. Debe de ser porque aquel día estaba menos patriarcal la Justicia que de costumbre, pero el caso es que han construido todo su ataque contra Arcuri y el poder judicial sobre la base de una sentencia de conformidad dictada... por el poder judicial. Sé que, dicho así, parece imposible unir las piezas, pero si ustedes fueran verdaderamente posmodernos lo entenderían. No existe la contradicción argumental, ni la falacia, sino los hechos alternativos. Y sobre todo, existe el beneficio político de usar a personas como bolas de catapulta.

Pero, bueno, creo que hay que leer el cuento a cierta distancia para unir todos los puntos. Repasemos: los mismos que sacan a Juana Rivas de la cárcel argumentando que ella dice la verdad son los que nos dicen que no existen las denuncias falsas en violencia de género, pese a que nadie sabe cuántas denuncias falsas hay, porque lo que no existe es el dato. Son también los que tratan de aprobar una ley por la que la simple denuncia de una mujer, sin necesidad de más prueba o estudio, convertiría a la expareja en maltratador 'de facto' y suspendería el régimen de visitas. Y, para terminar, son los mismos que han aparecido en el infame programa sobre Rocío Carrasco, y los que llamaron violador al tipo al que había asesinado una compañera de partido que se presentó a las elecciones tras cumplir su condena. Sí, esos, esos. Los que ahora han tenido que pagar 80.000 euros a la familia de la verdadera víctima. Los mismos.

En fin. Hoy he oído a ministros justificar el delito de sustracción de menores. A esto hemos llegado. Pese a las nueve denuncias que no prosperaron, me resulta mucho más fácil creer a Juana Rivas que a esta panda de manipuladores. Cualquier día podría pasar que Arcuri se quitara la careta y todos nos cayéramos de culo, pero ni siquiera eso daría un gramo de credibilidad a este atracón de propaganda. Por el momento, no han dejado de calumniar a un tipo para justificar que su expareja se quede con los críos, no para ayudarla a ella, sino para crear un mito popular que soporte su osadía ideológica; para abonar su Arcadia y anular un debate sobre los límites de una legislación que tiene efectos adversos, aunque se nieguen. Pero, bueno, ya me voy.

Dicen que el Gobierno ha concedido el indulto parcial a Juana Rivas, pero es falso: el Gobierno se ha concedido el indulto parcial a sí mismo. Fueron miembros del Gobierno quienes animaron a Rivas a esconderse con los hijos, amparados por la masa y las manifestaciones, y a incumplir una sentencia. Es decir, fueron ellos quienes alentaron a esa mujer a cometer el delito de sustracción de menores por el que ha sido condenada. Los que la empujaron por el barranco judicial. Y son los mismos que dan el indulto, ya digo, no a esa mujer sino a sí mismos. Cuando nos estudien desde el futuro y quieran saber de qué pie cojeaba nuestra época, este episodio será uno de los puntos fuertes del menú.

Indulto Irene Montero Íñigo Errejón
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