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El absurdo narcisista de la izquierda andaluza
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El absurdo narcisista de la izquierda andaluza

¿Por qué se empeña la izquierda en llamarse ‘unida’ si su trayectoria política en España lo que demuestra es todo lo contrario?

Foto: Representes de los partidos que han cerrado un acuerdo de mínimos para el impulso de una candidatura única de la izquierda en Andalucía.
Representes de los partidos que han cerrado un acuerdo de mínimos para el impulso de una candidatura única de la izquierda en Andalucía.
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Unos meses antes de morir, Julio Anguita acertó y erró clamorosamente en su pronóstico político cuando, en una de sus últimas entrevistas, le preguntaron por la posibilidad de un gobierno de coalición de Unidas Podemos con el PSOE y por la división de la izquierda. La explicación de esto último es lo que tenía más claro: por “la desunión, el enfrentamiento, el narcisismo político y el cainismo”, que él mismo había padecido. Pero sobre la coalición, no tenía dudas: Unidas Podemos nunca formaría gobierno con los socialistas.

Foto: Representes de los partidos que han cerrado un acuerdo de mínimos para el impulso de una candidatura única de la izquierda en Andalucía.

No se habían celebrado aún las segundas elecciones de aquel año convulso de 2019, el año en el que se tuvieron que repetir los comicios por la falta de apoyos parlamentarios para que Pedro Sánchez pudiera formar gobierno. En el intervalo entre elecciones, a Julio Anguita le preguntaron por el futuro y dijo tajante, como solía: “Un Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos es imposible. Diría más: es metafísicamente imposible”. El error garrafal en el pronóstico sólo tiene una disculpa, que el comportamiento de Unidas Podemos en el Gobierno ha sido justo el que Julio Anguita descartaba completamente y sólo contemplaba como hipótesis disparatada: “A no ser -añadió, como bromeando- que Unidas Podemos dijera: bueno, me voy a plegar a todo lo que se apruebe, no voy a tener ninguna responsabilidad, no voy a asistir a los Consejos de Ministros”.

En fin, ya hemos visto que no se ha llegado ni siquiera al desplante de no acudir a los Consejos de Ministros por algún desacuerdo interno, que han sido múltiples, porque en Unidas Podemos se ha impuesto la lógica del poder y, sobre todo, la lógica de una coalición de gobierno, en la que el socio pequeño debe plegarse a menudo a las decisiones del socio mayoritario. Con lo cual, en contra de lo que pensaba Anguita de sus discípulos, hubo gobierno de coalición de Unidas Podemos y jamás plantaron al Gobierno cuando tuvieron que ceder ante el PSOE.

Foto: La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (REUTERS/ Juan Medina) Opinión
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En lo que sí acertó plenamente fue en el desastre organizativo de la izquierda al margen del PSOE. La unidad de esa izquierda sí que es un imposible metafísico, como él decía de la coalición con el PSOE. Unidas Podemos había adoptado a Julio Anguita como referente ideológico, no sólo por la solidez comunista del ex alcalde de Córdoba durante toda su trayectoria, sino porque fue él el primero que intuyó que la única manera de adelantar al PSOE en unas elecciones era con la unión de todos los grupos, asociaciones, partidos, fundaciones y movimientos que revolotean a la izquierda de los socialistas.

Treinta años antes de que se formara Unidas Podemos, la movilización de muchas fuerzas de izquierda contra el referéndum de la OTAN, que supuso un cambio diametral en la política del PSOE, ya en el Gobierno con Felipe González, condujo, impulsada por Julio Anguita como líder, a la formación de Izquierda Unida. El acta fundacional de aquel movimiento puede resultar un testimonio deprimente para los actuales dirigentes de izquierda en España porque, de forma casi literal, se siguen repitiendo hoy los mismos objetivos de entonces: “Esta Plataforma de la Izquierda Unida es una fuerza política referente de las políticas sociales, medioambientales, de empleo y de paz, con capacidad de influencia social y cultural, con gestión de gobierno en las instituciones”.

¿Por qué se empeña la izquierda en llamarse ‘unida’ si su trayectoria demuestra todo lo contrario?

¿Por qué se empeña la izquierda en llamarse ‘unida’ si su trayectoria política en España lo que demuestra es todo lo contrario, la izquierda dividida? Después de Izquierda Unida, en efecto, llegó Unidas Podemos y, con su declive, ha surgido otra Plataforma, con los mismos objetivos de siempre, la creación de un “frente amplio”, abierto y progresista, feminista y ecologista. Esa será la Plataforma de Yolanda Díaz, y, como ya dijimos aquí, su primera renuncia han sido las próximas elecciones andaluzas, sin que existan razones orgánicas, ni políticas ni estratégicas para que pudiera hacerlo. La única explicación es que Andalucía es el avispero más activo de la división de la izquierda, como ha vuelto a ponerse de manifiesto esta semana.

Foto: Teresa Rodríguez participa con su hija en uno de los actos por el Día de Andalucía. (EFE/Raúl Caro)

Rozando el patetismo, el lunes 28 se anunció “un acuerdo para poner en marcha un proceso programático conjunto, crear equipos técnicos para seguir avanzando en el proceso de colaboración y trabajar por candidaturas con liderazgos sociales fruto del consenso”. (Es conveniente releer de nuevo ese párrafo, sin respirar, y reparar en la redacción cuajada de infinitivos). Pues bien, para empezar, el intento de unificación ya nacía desgajado porque la última candidata de ese bloque, la gaditana Teresa Rodríguez, ya se había negado a formar parte de una coalición con los que la expulsaron de Podemos, aprovechando su baja por maternidad, como ella misma denunció.

Foto: El diputado Juan Antonio Delgado, en el Congreso. (EFE/Fernando Alvarado)

Contada esa baja, el resto de partidos que firmaron el ‘acuerdo para poner en marcha…’ son Izquierda Unida, Podemos, Equo, Alianza Verde, Más País e Iniciativa del Pueblo Andaluz, con la peculiaridad llamativa de que estos dos últimos ya se habían inclinado por otra coalición hace poco. Y en esa otra coalición figura un tercer partido, llamado ‘Andalucía por Sí’, que ha decidido denunciar y renunciar a otra coalición más porque, según dicen, está planificada y dirigida desde Madrid. Al margen del absurdo ilegible de esta sopa de letras, lo relevante es que, en menos de 48 horas, se anunció el comunicado de los infinitivos y se comunicaron las primeras deserciones. Ahí se sintetiza el por qué de la división narcisista de la izquierda andaluza.

Cuando le preguntaron a Anguita en aquella entrevista, pocos meses antes de que se lo llevara una parada cardiaca, dijo que el “problema común de la izquierda son las divisiones, el temor, desorganización...”. Y añadió algo más, que es un diagnóstico demoledor sobre muchos de los nuevos líderes que surgen en ese espacio y, al poco, ya tienen su propio partido político: “La izquierda está desorganizada. ¿Por qué? Porque tal vez se pensó que su fuerza residía en las ruedas de prensa, los mensajes en los medios o en las redes sociales… Y su fuerza está en la organización territorial. Hay que volver a organizarse en comités de barrio, de fábrica, de provincia. Que la gente debata, que participe democráticamente en las decisiones y que después asuma la disciplina”. ¿Tiene algo que ver con lo que tenemos delante? Pues eso.

Unos meses antes de morir, Julio Anguita acertó y erró clamorosamente en su pronóstico político cuando, en una de sus últimas entrevistas, le preguntaron por la posibilidad de un gobierno de coalición de Unidas Podemos con el PSOE y por la división de la izquierda. La explicación de esto último es lo que tenía más claro: por “la desunión, el enfrentamiento, el narcisismo político y el cainismo”, que él mismo había padecido. Pero sobre la coalición, no tenía dudas: Unidas Podemos nunca formaría gobierno con los socialistas.

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