Matacán
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Juanma Moreno, el Gobierno de lo posible
El presidente de la Junta de Andalucía ha compuesto un Gobierno que se acerca a lo que hubiera querido, pero que no ha conseguido plasmar como había imaginado
La mayoría absoluta que se consigue en las urnas no se transmite de igual forma a la realidad política. Por esa razón, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha compuesto un Gobierno que se acerca a lo que hubiera querido, pero que no ha conseguido plasmar como había imaginado. De ahí la imagen de improvisación que ha transmitido en la presentación de su primer Gobierno en solitario, porque la seguridad abrumadora que proporciona una mayoría absoluta en el Parlamento no sirve de nada cuando se intenta fichar a algunos grandes profesionales y el intento se frustra por la negativa de quienes han sido requeridos. Esa es, quizá, la primera lección aprendida en esta legislatura andaluza, recién estrenada por el presidente andaluz, que las dificultades para gobernar no tienen nada que ver con la pleitesía que conlleva un triunfo electoral como el que ha logrado.
¿Quiere decirse, entonces, que el nuevo Gobierno andaluz es deficiente o inapropiado? En absoluto, nadie puede afirmarlo ahora, pero sí que no es el Gobierno deseado, es el Gobierno de lo posible, y la cuestión no es baladí cuando el líder de los populares andaluces afronta su primera legislatura de verdad, en la que se va a tener que enfrentar a los problemas reales, algunos de ellos estructurales, de una comunidad que durante 40 años estuvo gobernada por el mismo partido político. Es a partir de ahora cuando el programa reformista de Juanma Moreno se va a colocar delante del espejo andaluz, porque lo dicho hasta ahora del ‘milagro económico’ no ha sido más que un eslogan electoral muy efectivo o, en todo caso, un esbozo de lo que realmente se pretende y cuya consecución es inexcusable en este mandato.
Este es el nuevo Gobierno andaluz. Un equipo con mucha experiencia, gestor, con más consejeras que consejeros y que suma perfiles de ámbito político e independiente.
— Juanma Moreno (@JuanMa_Moreno) July 25, 2022
Tenemos trabajo por delante. Os deseo acierto a todos y pido que siempre esté por delante #Andalucía. pic.twitter.com/05IBp0v9wf
Lo de que este primer Gobierno de Juanma Moreno es el Gobierno de lo posible es algo que desveló en su comparecencia el propio presidente de la Junta de Andalucía, cuando afirmó que algunas de las personas a las que había solicitado que formaran parte de su gabinete habían rehusado. Algunas lo hicieron en la misma mañana en la que iba a anunciarse su nombramiento… Hace días, aquí mismo en El Confidencial, mi compañero Carlos Rocha ya había adelantado las dificultades que se estaba encontrando el dirigente andaluz para incorporar a algunos profesionales de reconocido prestigio en la empresa privada, pero ajenos a la vida política. Lo que siempre se arguye como razón de esa reticencia es el sueldo de los políticos, menor que el que obtienen en la empresa privada.
Es cierto. Es así, de hecho, sobre todo en algunas administraciones como la andaluza, con un sueldo bruto anual de 68.000 euros para un consejero, menos, por ejemplo, de lo que cobra un cargo público de tercera fila en la Administración del Estado. (Recuérdese, por ejemplo, el caso de nuestro inútil de este año, el director general de Derechos de los Animales, que cobra 86.000 euros). Esa barrera existe, es cierto, para la incorporación de profesionales a la política, pero nunca debemos olvidar, como exigencia ciudadana, que se trata de un servicio público, que la política no puede desprenderse jamás de su carácter de trabajo en bien de la comunidad. La política no puede competir nunca con la empresa privada, al menos tal y como tenemos concebidos nuestros sistemas democráticos. Y en el plano meramente teórico, mucho menos, aunque nos suene como una inocente utopía.
La consecuencia que ha tenido esa reticencia de algunos destacados profesionales para incorporarse al primer Gobierno andaluz de Juanma Moreno se ve plasmada en varias consejerías, como las del área de economía o la de gestión del agua, que han sido unas constantes en los discursos del presidente andaluz desde la campaña electoral, en que prometió que esta sería "la legislatura del agua" y de la "revolución verde". También en economía, el reto pendiente era el de llenar el vacío que ha dejado el anterior consejero de Hacienda, Juan Bravo, al que Núñez Feijóo ha sentado a su lado en Génova como ‘gurú’ económico del Partido Popular, como lo han presentado. Pues bien, es evidente que en ninguna de esas dos parcelas ha podido satisfacer el presidente Moreno Bonilla sus propias expectativas, con lo que ha acabado tirando de la plantilla del partido para ambas consejerías.
Otros dos nombramientos de independientes, ajenos a la política, son los que satisfacen ese interés inicial de Juanma Moreno de conformar un Gobierno muy profesional en algunas parcelas. Es el caso del nuevo consejero de Industria y Energía, Jorge Paradela, y el de Universidad e Innovación, José Carlos Gómez Villamandos. Ambos proceden del ámbito privado, ajenos a la política.
El resto del Gobierno sí parece diseñado a la imagen y semejanza de Juanma Moreno, al estilo político moderado y andalucista que ha practicado con éxito en su primera legislatura. Con mayoría de mujeres en el gabinete; con el guiño a los restos electorales de Ciudadanos tras la incorporación de una de sus consejeras del anterior Gobierno; con la determinación de buscar el entendimiento con sindicatos y patronal al nominar una parcela de gobierno concreta de Diálogo Social; con los mensajes implícitos al interior del Partido Popular para superar antiguas diferencias, y, finalmente, con un gesto inequívoco de apuesta territorial tras la designación de más consejeros de las provincias orientales (sobre todo Málaga y Almería) frente a las occidentales, que siempre, sobre todo Sevilla, se imponían a todas las demás.
El conjunto, en todo caso, es el de un Gobierno renovado que, aunque mantiene algunas líneas claras de continuidad con el anterior, incorpora a su mesa aquello que buscaba el presidente andaluz, "aire fresco" que llega de fuera de la clase política. Le hará falta, ciertamente, esa conexión con las aceras porque, como se decía al principio, esta legislatura sin pandemia será muy distinta a la anterior y lo enfrentará, sin distorsiones monumentales como la ocurrida en 2020, a las carencias de esta comunidad que se arrastran desde hace décadas y que la mantienen en el último puesto de muchas estadísticas nacionales y europeas. De momento, ya ha comprobado que una mayoría absoluta no lo puede todo, por eso este Gobierno de lo posible en Andalucía.
La mayoría absoluta que se consigue en las urnas no se transmite de igual forma a la realidad política. Por esa razón, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha compuesto un Gobierno que se acerca a lo que hubiera querido, pero que no ha conseguido plasmar como había imaginado. De ahí la imagen de improvisación que ha transmitido en la presentación de su primer Gobierno en solitario, porque la seguridad abrumadora que proporciona una mayoría absoluta en el Parlamento no sirve de nada cuando se intenta fichar a algunos grandes profesionales y el intento se frustra por la negativa de quienes han sido requeridos. Esa es, quizá, la primera lección aprendida en esta legislatura andaluza, recién estrenada por el presidente andaluz, que las dificultades para gobernar no tienen nada que ver con la pleitesía que conlleva un triunfo electoral como el que ha logrado.
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