Matacán
Por
Tres recortes de prensa y otros bochornos
El Confidencial exige, a través de informaciones precisas, que los poderosos rindan cuentas mientras que esos poderosos intentan eludir toda responsabilidad con una monumental campaña de acoso y desprestigio
"Son tres recortes de prensa", van diciendo quienes se han lanzado bajo las andas del palio en el que portan una figura de Pedro Sánchez martirizado. Lo pasean por toda España y, en su suplicio rogatorio, van repitiendo esa letanía lastimera. En la procesión, puede verse a ministros del Gobierno y a muchos dirigentes socialistas, con las manos doloridas de los aplausos infinitos del Comité Federal a una silla vacía, que fue como un ensayo de luto. “Pedro, quédate, estamos contigo”. En la procesión, todos en fila, también están algunos periodistas con megáfonos apuntando a los balcones. “Son tres recortes de prensa”, dicen otra vez y lo único que no explican cómo es posible que un presidente del Gobierno provoque una crisis de Estado tan grave como la actual, por tres recortes de prensa.
Si tan banal es la información que se ha conocido sobre la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, cómo pueden justificar que les haya afectado tanto que un juez haya decidido abrir diligencias previas que, como bien deben saber todos ellos, no supone ninguna imputación de ningún delito. Es más, si el juez estima que la denuncia es infundada, que nada es punible, le dará carpetazo. Ahí está, de hecho, la inmediata reacción de la fiscalía de Madrid que, en 24 horas, decidió presentar un recurso de apelación directa para que el juez archive la denuncia sin analizar nada más, sin oír siquiera a los testigos que haya solicitado o las comprobaciones que quiera realizar se esos "tres recortes de prensa".
El exdirector de The Washington Post, Martin Baron, que está de entrevistas por todo el mundo tras la publicación de su último libro, Frente al poder, repite siempre, como principio fundamental de esta profesión, que "de lo que trata el periodismo es de demostrar que los poderosos también rinden cuentas". De ese interés exclusivo se desprende, en sentido contrario, que la pretensión de los poderosos es la de burlar la rendición de cuentas para situarse por encima de la ley y de la ética de todo cargo público. Esa tensión es la que se está viviendo en España estos días, la que explica todo lo que está ocurriendo.
Un periódico, El Confidencial, exige, a través de informaciones precisas, que los poderosos rindan cuentas mientras que esos poderosos intentan eludir toda responsabilidad con una monumental campaña de acoso y desprestigio contra la prensa que ejerce su labor. Lo que han desvelado los "tres recortes de prensa" de las informaciones de El Confidencial ha sido el comportamiento temerario de la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, en su desempeño profesional y ni una sola de las revelaciones han sido desmentidas por la interesada. Todo lo publicado ha sido confirmado y ratificado.
En el primer recorte se desvelaron las relaciones de Begoña Gómez con el CEO de Globalia, Javier Hidalgo, y uno de sus colaboradores, Víctor de Aldama, detenido por su supuesta implicación en una trama delictiva. En el segundo recorte, se mostraron las cartas de recomendación que Begoña Gómez había firmado para que el Gobierno que preside su marido le concediera unos contratos públicos. En el tercer recorte, se informó de las diligencias previas que ha abierto un juez de Madrid sobre todo lo anterior, que fue lo que provocó la espantada virtual del presidente Sánchez.
Pero debemos retener que, frente a esa reacción, lo que sucede en toda democracia no es la algarada, sino que se activen dos mecanismos paralelos de control sobre lo sucedido. Por un lado, la Justicia debe determinar si ese comportamiento temerario conlleva alguna responsabilidad penal, por tráfico de influencias o incompatibilidad. Por otro lado, y con independencia del resultado de esa investigación judicial, los afectados están obligados a comparecer públicamente para dar explicaciones de lo sucedido, aclarar las dudas o acusaciones que se planteen por su comportamiento.
Ocurre con frecuencia en una democracia, que el comportamiento de un cargo público puede estar exento de cualquier responsabilidad penal y que, sin embargo, comporte una responsabilidad política que lo conduce directamente a la dimisión. Lo que no se cuestiona, en todo caso, es la obligación del responsable público de ofrecer cuantas explicaciones se le exijan. Es lo que se conoce como "principio de receptividad", uno de los pilares fundamentales de la ética política, que sostiene que todo político debe estar abierto a las críticas, a resolver las dudas que se planteen sobre su gestión y a contestar con transparencia a las acusaciones que se dirijan contra él.
El montaje de simulación trágica que ha organizado el Partido Socialista lo que busca es acolchar al presidente del Gobierno y a su mujer, envolverlos en la nebulosa espesa de una falsa conspiración para que no se les vea. De pronto, sin que nada haya sucedido en España, se afirma a diario que el presidente del Gobierno y su mujer son víctimas de una oleada de "insultos y de violencia física" que pretende derribar el Gobierno. Afirman lo que no existe con el deseo temerario de que se produzca. Y todo ello, con una retórica, entre cursi y agresiva, que provoca vergüenza ajena, que es la sensación que ofreció la celebración, por primera vez en la historia centenaria del PSOE, de un comité federal en el que no se abordó ningún orden del día.
Una sucesión de intervenciones para elogiar al secretario general ausente, que siguió todos los discursos de loa desde el sofá de su salón en la Moncloa, junto a su mujer. "Soy el vigilante del muro, soy el fuego que arde contra el frío, la luz tras el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres. Cariño y respeto para ti, Pedro Sánchez". Eso lo escribió el otro día Antonio Hernández, que es el jefe de la Unidad de Estrategia de la Presidencia del Gobierno. Qué bochorno histórico para ese partido con cien años de historia. A mediados del siglo pasado, le compusieron algo similar a otro líder político en España. "Renovando y construyendo, forjaré la nueva historia; de la entraña del pasado nace mi Revolución. Montañas nevadas, banderas al viento, el alma tranquila. Yo sabré vencer". El líder al que elogiaban se llamaba José Antonio Primo de Rivera.
"Son tres recortes de prensa", van diciendo quienes se han lanzado bajo las andas del palio en el que portan una figura de Pedro Sánchez martirizado. Lo pasean por toda España y, en su suplicio rogatorio, van repitiendo esa letanía lastimera. En la procesión, puede verse a ministros del Gobierno y a muchos dirigentes socialistas, con las manos doloridas de los aplausos infinitos del Comité Federal a una silla vacía, que fue como un ensayo de luto. “Pedro, quédate, estamos contigo”. En la procesión, todos en fila, también están algunos periodistas con megáfonos apuntando a los balcones. “Son tres recortes de prensa”, dicen otra vez y lo único que no explican cómo es posible que un presidente del Gobierno provoque una crisis de Estado tan grave como la actual, por tres recortes de prensa.
- Estas son todas las locuras que Pedro Sánchez ha hecho por amor Juan Soto Ivars
- Tintes de drama en Ferraz: el PSOE juega la baza emocional para evitar la dimisión de Pedro Sánchez Marisol Hernández
- El 'baby shower' de Pedro Sánchez Marta García Aller