Matacán
Por
Nicolás Maduro pone las granjas y Rodríguez Zapatero cuida los pollitos
No existe tirano en la actualidad más descarado que Maduro, el sátrapa de Venezuela. Ninguno es tan grotesco, tan deslenguado, ni tan zafio
No existe tirano en la actualidad más descarado que Nicolás Maduro, el sátrapa de Venezuela. Ninguno es tan grotesco, tan deslenguado, tan zafio, y ese perfil puede llegar a la malformación de contemplarlo como una caricatura bananera, pero la cronología de lo sucedido en la semana que ha transcurrido desde las elecciones del pasado domingo es aterradora. Convocó las elecciones en el setenta aniversario de la fecha de nacimiento de Hugo Chávez, el dictadorzuelo que comenzó el régimen que heredó Maduro tras su prematuro fallecimiento, por cáncer. Maduro, de hecho, cuando se define, dice ser "hijo de Hugo Chávez, socialista y bolivariano".
En ese contexto conmemorativo, en el que ya se podía presumir cuáles eran las intenciones, se celebraron las elecciones de Venezuela a las que, obviamente, no estaban invitados todos los observadores internacionales que quisieran asistir, solo los elegidos para dar apariencia de normalidad. Pero da lo mismo, porque en Venezuela un observador internacional pinta lo mismo dentro del país que en las antípodas, ya que la opacidad del régimen es absoluta. Contra la fundada certeza de la oposición, liderada por María Corina Machado y Edmundo González, de haber ganado ampliamente las elecciones, con un 70% de los votos a favor, el sátrapa venezolano comenzó, esa misma noche electoral, a detener a disidentes. A todo el que protestaba, a la cárcel. Maduro se autoproclamó ganador y, sin mostrar las actas electorales, decretó que solo criminales y golpistas podían desconfiar de su palabra, así que todos a la trena. Así, hasta hoy, una semana después, que los detenidos superan las 1.200 personas, que se sepa, porque pueden ser muchos más. Y una docena de muertos, también que se sepa.
La última salvajada ha sido este anuncio de Maduro, referido a esos detenidos: "Estoy preparando dos cárceles, que debo tener listas en 15 días, y todos esos guarimberos —así es como llama a los manifestantes políticos— van para estos penales. No va a haber perdón ni contemplación. Haremos una apuesta para ver si esas cárceles de máxima seguridad logran la reeducación y podemos convertirlas en granjas productivas, para que los guarimberos lleguen a producir, que lleguen a trabajar". A qué nivel de degeneración mental se puede llegar para que un patán como Maduro se vanaglorie de que está deteniendo a tantas personas que va a tener que abrir dos cárceles, porque ya no le caben en las que existen.
Recuerda las soflamas salvajes, miserables y humillantes que difundía Gonzalo Queipo de Llano por los micrófonos de Radio Sevilla al comienzo de la Guerra Civil, cuando perfeccionó el terror psicológico como arma letal. Por ejemplo, esta parrafada que, si usted cambia 'sevillanos' por 'venezolanos', comprobará que es lo mismo: "¡Sevillanos! La suerte está echada, decidida por nosotros, y es inútil que la canalla resista y produzca esa algarabía de gritos y tiros que oís por todas partes. Esos alborotadores serán cazados como alimañas. Será necesario establecer también campos de concentración para que podamos vivir en paz las personas decentes y patriotas".
los especímenes de la izquierda radical como Monedero, Iglesias o Echenique los acompaña con un silencio cómplice de Zapatero
'Granjas productivas'… No es posible imaginar un eufemismo más despiadado para un campo de concentración. Y lo que resulta del todo incomprensible es que la misma izquierda democrática española que ha luchado contra la memoria golpista de Queipo de Llano, hasta sacarlo de su tumba 72 años después de muerto, esté jaleando el discurso simétrico de represión que hoy, no hace un siglo, sino hoy, pronuncia un dictador que se dice socialista y bolivariano. Esa indecencia histórica es imposible de salvar, de soportar.
En cadena han salido a defender que "la democracia ha hablado en Venezuela" los especímenes de la izquierda radical como Monedero, Pablo Iglesias o Echenique y la dialogante vicepresidenta Yolanda Díaz, mientras que los acompaña con un silencio cómplice, el más cercano de todos al régimen de Maduro, del expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Un lobista al servicio de la vulneración de los derechos humanos en Venezuela, según el retrato que ha hecho Felipe González, de quien le sucedió en la presidencia del Gobierno de España como líder del PSOE. Lo último que se recuerda de Zapatero es que siempre ha pedido que "no se prejuzgue" ni se cuestionen los resultados electorales en Venezuela. Si en estos siete días no ha dicho nada en sentido contrario, es porque estará esperando a que pase la tormenta de protestas ciudadanas en aquel país para volver a repetirlo.
Es lo mismo que estará ocurriendo en el PSOE, y aun en el Gobierno de España, porque no existe declaración alguna más allá del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que sigue esperando que se pueda verificar el resultado de las urnas. La inmediatez, la urgencia, para el PSOE solo ha existido en una ocasión, cuando Maduro rechazó que un grupo de diputados del PP asistiera a las elecciones; los expulsó en el mismo aeropuerto. Entonces sí, en esa ocasión el director de comunicación del PSOE reaccionó al instante para burlarse de los diputados de la derecha española: "Ridículo de ida y vuelta", dijo. De todo lo demás, nada.
Este mismo viernes, de madrugada, unos encapuchados entraron en las oficinas de María Corina Machado, sometieron a los vigilantes, destrozaron puertas y ventanas y saquearon ordenadores y documentación. La líder opositora, aterrorizada, envió una carta a The Wall Street Journal: "Escribo esto desde la clandestinidad, temiendo por mi vida, por mi libertad". Ni un comentario de esa parte de la izquierda española. Será el silencio que impone Zapatero como estrategia del PSOE; el uno monta las granjas productivas en Venezuela y el otro cuida de sus pollitos en España.
No existe tirano en la actualidad más descarado que Nicolás Maduro, el sátrapa de Venezuela. Ninguno es tan grotesco, tan deslenguado, tan zafio, y ese perfil puede llegar a la malformación de contemplarlo como una caricatura bananera, pero la cronología de lo sucedido en la semana que ha transcurrido desde las elecciones del pasado domingo es aterradora. Convocó las elecciones en el setenta aniversario de la fecha de nacimiento de Hugo Chávez, el dictadorzuelo que comenzó el régimen que heredó Maduro tras su prematuro fallecimiento, por cáncer. Maduro, de hecho, cuando se define, dice ser "hijo de Hugo Chávez, socialista y bolivariano".
- Venezuela: la piel del oso Pablo Pombo
- El presunto "testaferro" del número dos del chavismo deja La Moraleja y vuelve a Venezuela Alejandro Requeijo
- Zapatero en Venezuela: 'lobista' de Maduro y puente de Sánchez para Latinoamérica y China Alberto Pérez Giménez