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El parto de los montes de Yolanda Díaz
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Pilar Gómez

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El parto de los montes de Yolanda Díaz

La "Pasionaria", como se la llamó en el Congreso de CCOO, tiene como principal mérito crear grandes expectativas para modestos acuerdos. Habrá acuerdo sobre la reforma laboral si la vicepresidenta "pare un ratón"

Foto: La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/Mariscal)
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/Mariscal)
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La vicepresidenta, Yolanda Díaz, ha mandado a la historia al todopoderoso Pablo Iglesias. Ya nadie le recuerda, otros no le quieren recordar y entre la bancada socialista del Gobierno incluso se le añora. Cómo echa de menos Nadia Calviño a aquel voceador de la coleta que al revés que Sansón perdió antes la fuerza que el pelo. El líder de Podemos fue una bendición para el área económica de la coalición. Tanto es así que sus excompañeros reconocen que les dejó sin gastar el presupuesto.

Su sucesora ocupa hoy todos los titulares, los análisis y los corrillos. La líder comunista se ha erigido en la "hábil negociadora, la izquierda moderada, la ministra con sentido de Estado que habla con todos" y una larga lista de adjetivos valorativos que la hacen cotizar al alza hasta para ser la primera mujer presidenta del Gobierno pese a que sus capacidades electorales no van más allá de la predicción que hizo el exasesor del presidente, Iván Redondo.

Hay que poner el foco en la capacidad de Díaz de "contentar" a sindicatos y empresarios, en ser artífice del llamado "diálogo social"

A Yolanda Díaz no se le debe restar mérito, pero sí explicar en qué consiste. La ministra de Trabajo tiene en su haber la subida a más de 900 euros del Salario Mínimo, la prórroga de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo y ahora abandera la reforma de la reforma laboral que ya no es una derogación de la reforma. En el caso de los ERTE es de justicia recordar que son hijos de la normativa laboral que puso en marcha el PP y que ayudaron a aliviar la crisis financiera y se han demostrado imprescindibles en la sanitaria. Salvado este apunte, hay que poner el foco en la capacidad que ha tenido Yolanda Díaz de "contentar" a sindicatos y empresarios, en ser artífice de cabecera del llamado "diálogo social". ¿Pero qué hay detrás del rótulo? Sin entrar en detalles, por ejemplo en los expedientes de regulación de empleo, la vicepresidenta logró ganar posiciones de poder para los sindicatos en las PYMES, y la patronal incluir más sectores y, lo más importante, mantener una herramienta que permitía salvar empresas.

En la venta a la opinión pública del pacto, fundamental para las tres partes, la "Pasionaria", como se escuchó llamar en el congreso de CCOO, juega como nadie con los intereses de los otros dos "socios". Los sindicatos, especialmente el de Unai Sordo, van sumando cuotas de poder, pero no grandes logros para los trabajadores. De esta forma se garantiza su silencio. No es cuestión de alardear del beneficio propio. Aquí también pesa que UGT está en una posición de convidado de piedra.

Dependiendo de a qué parte de los negociadores se consulte, unos ven "muy próximo el acuerdo" y otros en estos momentos "imposible"

En el lado de la patronal, las rúbricas saben igualmente a victoria porque los cambios que introduce Trabajo son "de mínimos". Así como dice el cuento "fueron felices y comieron perdices" una y otra vez porque a la vicepresidenta le gusta inmortalizar el momento y por eso lo que se puede prorrogar de una vez se prorroga en tres.

En la reforma laboral estamos ahora en este punto de encontrar el equilibrio bueno para los intereses de todos (ya veremos si para los trabajadores). Dependiendo de a qué parte de los negociadores se consulte, unos ven "muy próximo el acuerdo" y otros en estos momentos "imposible". El tiempo aprieta porque Bruselas exige, como buen hombre de negro, que se cumpla lo prometido para entregar a España la segunda parte de los 140.000 millones de fondos europeos. Los del comisario Gentiloni prefieren que los "avances" en la reforma laboral, que no aboliciones, se hagan a tres bandas, pero si la CEOE no entra esta vez no quiere decir que, como difunden de una parte para presionar, Europa nos castigue.

placeholder El secretario general de Comisiones Obreras (CCOO), Unai Sordo (d). (EFE/Mariscal)
El secretario general de Comisiones Obreras (CCOO), Unai Sordo (d). (EFE/Mariscal)

Superado el "bla, bla, bla, bla" a lo Greta Thunberg de sí se deroga o no, ahora hay que ver el alcance de los cambios en la reforma laboral y, lo no menos importante para Yolanda Díaz, la puesta de largo. Los sindicatos trazan su línea roja en la negociación colectiva. Quieren que los convenios sectoriales primen por encima de los de la empresa; los empresarios no están dispuestos a deshacer todo lo andado en este tema. En el caso de la temporalidad hay margen para negociar y sobre la mesa se habla de varios tipos de contratos como el indefinido, temporal y uno nuevo de formación y lo mollar para unos y vergonzante para los otros: no se ha hablado en ningún momento de recuperar las indemnizaciones por despido de 42 días por año trabajado. Una vez más todos tienen algo que callar y algo que ganar (ya veremos si para los trabajadores) y eso puede volver a darnos una fotografía de apretón de manos.

Como narra la fábula del 'El parto de los montes': "Con varios ademanes horrorosos/ los montes de parir dieron señales. / Consintieron los hombres temerosos/ ver nacer los abortos más fatales. /Después que con bramidos espantosos/ infundieron pavor a los mortales, / estos montes que al mundo estremecieron/ un ratoncillo fue lo que parieron". Si la vicepresidenta pare ratón habrá acuerdo para cambiar la reforma laboral este mes.

La vicepresidenta, Yolanda Díaz, ha mandado a la historia al todopoderoso Pablo Iglesias. Ya nadie le recuerda, otros no le quieren recordar y entre la bancada socialista del Gobierno incluso se le añora. Cómo echa de menos Nadia Calviño a aquel voceador de la coleta que al revés que Sansón perdió antes la fuerza que el pelo. El líder de Podemos fue una bendición para el área económica de la coalición. Tanto es así que sus excompañeros reconocen que les dejó sin gastar el presupuesto.

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