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La "operación Moncloa" para controlar RTVE colapsa
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Pilar Gómez

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La "operación Moncloa" para controlar RTVE colapsa

Los votos en contra de uno de los consejeros propuestos por el PSOE y otro del PNV amenazan con tumbar el nombramiento de Elena Sánchez y abrir otra crisis institucional

Foto: Félix Bolaños, en una rueda de prensa. (EFE/Andreu Dalmau)
Félix Bolaños, en una rueda de prensa. (EFE/Andreu Dalmau)
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En una conversación informal, Feijóo hacía un balance descarnado de cómo se habían pervertido instituciones fundamentales del Estado. "Aquí ya nada os sorprende, lo habéis normalizado", reflexionaba desde la perspectiva del que lleva poco en la vida política de Madrid. Es cierto que pese a que España atraviesa una crisis institucional sin precedentes, hemos desarrollado una especie de piel de elefante. Sánchez lo sabe y por eso actúa sin pudor. Quien se atrevió a nombrar a su ministra de Justicia como fiscal general del Estado lo puede todo.

La dimisión de Lesmes ya estaba descontada cuando se produjo. Que el presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ abandone su cargo por el bloqueo político da para una reunión de tres horas entre Sánchez y Feijóo y pelillos a la mar. Ambos no debieron de salir de Moncloa sin sellar un acuerdo. Ahora parece inminente la renovación que lleva encallada casi cuatro años. Como diría Bolaños, están negociando "ya en serio". ¿Cuál era la broma?

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En el horizonte se avecina otra contienda. El asalto de Moncloa a RTVE para echar a José Manuel Pérez Tornero de la presidencia y colocar a su marioneta, Elena Sánchez, está al borde de colapsar. El secretario de Estado de Comunicación, Francesc Vallés, se manchó de sangre las manos para servirle al presidente la cabeza de Pérez Tornero. Citar hasta en tres ocasiones en Moncloa al responsable de la corporación pública para invitarle a dimitir por no ser suficientemente "sanchista" ya no escandaliza a nadie. Ni siquiera al PP, que reacciona a los golpes cuando ya tiene el ojo morado.

Saltándose todo el proceso de elección del nuevo presidente de RTVE, que el propio Gobierno aprobó por ley, ha colocado de interina a Elena Sánchez, pero con plenos poderes a través de una modificación de los estatutos. Hay elecciones en un año y RTVE debe programar y contratar lo que a Moncloa le gusta. De esto del mundo televisivo sabe mucho Óscar López, que está intentando colocar a alguna plataforma el documental sobre Sánchez que él coprotagoniza.

En Moncloa no quieren más sobresaltos. Pérez Tornero era de los suyos y les ha fallado. Ha pecado de empecinamiento al llevar a cabo el plan que presentó al Congreso cuando fue elegido. ¡Qué deslealtad! El próximo jueves el Consejo debe validar el nombramiento de Elena Sánchez y, en estos momentos, no cuenta con todos los votos necesarios. Entre los representantes propuestos por el PSOE está en duda que hará Ramón Colom, que no comparte ni el fondo ni las formas de la salida de Pérez Tornero. El emisario del PNV, Juan José Baños, también es duda, por lo que si se suman al PP en el "no" tumbarían a la candidata oficialista.

Saltándose todo el proceso de elección del nuevo presidente de RTVE, el Gobierno ha colocado de interina a Elena Sánchez

Los nacionalistas vascos reconocen en privado que quieren dejarla caer. Si de aquí al 20 el ministro de Presidencia no logra la mayoría suficiente, será un nuevo varapalo. El "todopoderoso Félix" le habrá vuelto a fallar. Aún hay tiempo para intrigar. Está previsto que antes del 18 se cierre el CGPJ con el PP. Si se logra podrá volcarse en sumar votos a favor de Elena Sánchez.

Se ha laminado la credibilidad del ente público y sus profesionales. Hasta los sindicatos, más dados a manifestarse contra los empresarios que contra Sánchez, están en pie de guerra y han anunciado una querella contra la maniobra para dar plenos poderes a la presidenta interina. Recuerdo cuándo en la etapa de Rajoy los pasillos de la televisión pública y la radio estaban llenos de fotografías contra el Gobierno y los directivos. Otros vendrán que buenos te harán, deben pensar en el Comité Intercentro que aglutina a las terminales sindicales.

Entre los periodistas también se asume como normal que se hagan en el ente público listas para colocar el carnet de militante. Sánchez desde la tribuna del Congreso ya señala a los medios de comunicación, que no comulgan con su gestión, como terminales antidemocráticas de los poderosos. Aquí debe estar la broma que no supe ver antes. El presidente es el que tiene el poder y lo ejerce sin vacilar. No tiene límites ni quien se los ponga.

En una conversación informal, Feijóo hacía un balance descarnado de cómo se habían pervertido instituciones fundamentales del Estado. "Aquí ya nada os sorprende, lo habéis normalizado", reflexionaba desde la perspectiva del que lleva poco en la vida política de Madrid. Es cierto que pese a que España atraviesa una crisis institucional sin precedentes, hemos desarrollado una especie de piel de elefante. Sánchez lo sabe y por eso actúa sin pudor. Quien se atrevió a nombrar a su ministra de Justicia como fiscal general del Estado lo puede todo.

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