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Sánchez agoniza, Feijóo no suma y lo que cuenta Aznar
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Pilar Gómez

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Sánchez agoniza, Feijóo no suma y lo que cuenta Aznar

En el peor momento del Gobierno el PP sigue sin lograr una mayoría suficiente que le garantice llegar a la Moncloa. Pesa demasiado la idea de que las elecciones las pierde el otro

Foto:  El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Chema Moya)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Chema Moya)
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Desesperado, noqueado, nervioso, derrotado… Así han descrito a Pedro Sánchez estos días las crónicas. El Gobierno enfila sus últimos meses a bocanadas. El anuncio de un acuerdo sobre las pensiones intenta insuflar aire a una coalición que nunca debió ser. Sánchez abrazó a Iglesias y asfixió a España. Albert Rivera sigue corriendo sin rumbo desde entonces. El nuevo, Feijóo, tiene todo a favor, pero no termina de despegar. Las encuestas le sonríen, unas más que otras, pero los escaños no son suficientes.

La media de los sondeos publicados otorga a los populares 136 diputados a la espera de medir el agujero que hará en el PSOE la polémica del 8-M o los nuevos datos de la trama de corrupción de Tito Berni. Apelando al "sentidiño" y en proporción a la gravedad de la crisis que vive Moncloa, el gallego debería rozar la mayoría absoluta o al menos la suficiente. Esta última representa la libertad del PP para gobernar sin Vox. Poder ir a una investidura con unos números incontestables que no den margen a mercadear con ministerios como ocurrió en Castilla y León.

El presidente ha retorcido el Código Penal para rebajar el delito de sedición y malversación

Pero el escenario es otro. No sólo (con tilde, por favor) necesita sumar con Abascal para gobernar, sino que puede que incluso no lleguen a sumar para desbancar a Sánchez. Las empresas de demoscopia menos complacientes así lo reflejan. Es de justicia señalar que Feijóo no lleva ni un año al frente del partido, pero tampoco nunca Sánchez estuvo tan tocado. El presidente ha retorcido el Código Penal para rebajar el delito de sedición y malversación, ha sacado aparte de la Guardia Civil de Navarra con Arnaldo Otegi brindando, ha permitido que Irene Montero legisle desde la guardería en la que ha convertido el ministerio de Igualdad.

Mientras menores de catorce años violan a una niña de once en el baño de un centro comercial, el ministerio nos descubre que se puede una masturbar más allá de los sesenta y que con la regla se practica sexo. También nos lavamos el pelo ministra, aunque mi tía abuela decía que se te cortaba el período. En la España de Pedro Páramo, el PP no logra despertar al electorado que en su día concitó José María Aznar o Mariano Rajoy. Este último con Ciudadanos pisándole los talones.

¿Qué más tiene que pasar? Esa es la pregunta que se hacen muchos votantes del PP. Algunos de ellos ya han vuelto del viaje a Vox y aquel "tongo" de la papeleta del Senado de 1-1-1 que derrocaría a Sánchez, incluso han dejado de ver a Feijóo como un "maricomplejines" amateur, pero las cuentas siguen sin salir. Aznar se lo explica a quien le quiera escuchar. En su última entrevista lo hizo de una forma más o menos velada. "Sólo un PP muy fuerte evitará una España plurinacional" declaró a El Mundo. Quiso decir, y dijo, que hoy no lo es. Feijóo no es tampoco el pupilo con el que soñó. Se toleran. Las esperanzas del padre ideológico del PP están depositadas en Ayuso, además de en sí mismo. Los veteranos tiran de nostalgia y sentencian que si él fuese el candidato estarían ya en más de 176 diputados. Soberbia nunca le faltó.

Es importante que Feijóo no pierda el espíritu con el que llegó

En esta suerte de fabulaciones también ha empezado a imponerse la teoría de que lo mejor que le puede pasar a Feijóo es que no gobierne tras las próximas generales. Quiénes defienden en los corrillos del partido esta tesis sangran por la herida que supuso estar en el gobierno de Rajoy. Aquellos que gestionaron la "herencia recibida" y que alertan de que las alfombras de Sánchez les sepultarán. Quieren que el socialista gobierne dos años más para sufrir en sus carnes los recortes que vendrán.

Ciertamente, vivimos de fondos europeos que más temprano que tarde se agotarán. ¿Cuándo? Ese será el momento en el que quizás el PP vuelva a arrasar. Es importante que Feijóo no pierda el espíritu con el que llegó. La economía sigue siendo lo más importante y Sánchez tiene el BOE. Contra esta realidad es difícil luchar, pero se puede desde el perfil de un político serio con propuestas y un gobierno en la sombra detrás. Pesa demasiado eso de que las elecciones no se ganan, sino que las pierde el adversario.

Desesperado, noqueado, nervioso, derrotado… Así han descrito a Pedro Sánchez estos días las crónicas. El Gobierno enfila sus últimos meses a bocanadas. El anuncio de un acuerdo sobre las pensiones intenta insuflar aire a una coalición que nunca debió ser. Sánchez abrazó a Iglesias y asfixió a España. Albert Rivera sigue corriendo sin rumbo desde entonces. El nuevo, Feijóo, tiene todo a favor, pero no termina de despegar. Las encuestas le sonríen, unas más que otras, pero los escaños no son suficientes.

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