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Las amistades peligrosas que están detrás de la caída de Iñigo Urkullu
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Pilar Gómez

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Las amistades peligrosas que están detrás de la caída de Iñigo Urkullu

Sus simpatías por Rajoy en su día y ahora por Feijóo no gustaban a un partido que busca competir con Bildu. El lehendakari nunca quiso hacer presidente a Sánchez

Foto: El lendakari Iñigo Urkullu y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (Europa Press)
El lendakari Iñigo Urkullu y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (Europa Press)
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"En el partido sobra uno de los dos". El aviso se lo hizo al lehendakari el presidente del PNV, Andoni Ortuzar. Lo contamos hace un mes en esta columna. La tensión en el partido vasco era insostenible. Tanto que se ha confirmado que Urkullu no será el candidato. Las diferencias vienen de lejos, las amistades también. En 2018, ante la moción de censura a Rajoy, se pusieron a prueba las lealtades. La entonces "vicetodo", Soraya Saénz de Santamaría, tenía una excelente relación con Ortuzar. Tan buena era que el "jefe" mantuvo la esperanza de tener el apoyo del PNV hasta el mismo día en que se debatió la moción para echarlo. Su colega era Urkullu y por eso no funcionó.

Ortuzar tenía sus propios planes. Cuentan que puso como condición para cortar el paso a Sánchez que el PP eligiese un nuevo líder. La excusa fue que las bases no entenderían que sostuviesen a un presidente al que se le vinculó a la corrupción de la Gürtel. Rajoy nunca fue imputado, pero Ortuzar quería a su amiga Soraya. La operación era hacer presidenta a la que para muchos ya ejercía de facto. Rajoy se negó. No estaba dispuesto a pasar por un corrupto. Cospedal, la tercera en discordia, tampoco lo aceptaría. Fueron y son enemigas íntimas.

En el caso del gallego que hoy manda en el PP también es (o era) amigo de Urkullu. El mismo error. En el verano intentó Feijóo hacer valer su sintonía con el lehendakari. Llamaba a la puerta equivocada. Esta vez tampoco tenía capacidad de maniobra. Hubo emisarios e intercambio de documentos. Aitor Esteban amagó con desvelar las ofertas que hicieron los populares. Por ahora solo ellos lo saben. Rumores hay muchos. Desde ocupar un ministerio hasta trabajar para la celebración de una consulta. Las elucubraciones lo aguantan todo.

A Urkullu le ha perjudicado que Feijóo hiciese gala de su buena relación. A García-Page le pasa un poco lo mismo. Es importante en esto de la política mantener las apariencias. El perfil de hombre moderado no tiene tirón. El lehendakari ha sido un ejemplo de mesura dentro de los desmanes del soberanismo. Trabajó para superar las ansias separatistas de la etapa de Ibarretxe. Es lo que se denomina como "gente de orden". De ahí sus recelos hacia Sánchez. Nunca quiso hacerle presidente, ni en el 2018 ni ahora.

Foto: El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. (Europa Press/Jorge Peteiro) Opinión

Urkullu, al que nadie escucha desde hace tiempo en su partido, intuyó que la alianza con Sánchez podría ser el principio del fin de la hegemonía del PNV. Los datos avalan que fue un error asociarse con el PSOE. En comparación con hace cuatro años, en las elecciones forales y municipales del 28 de mayo, retrocedió en 86.000 votos. En las generales del 23 de julio, 103.000. La fuga de electores a Bildu no cesa. El PNV ha optado por formar parte de la mal llamada "mayoría progresista" que sostiene a Sánchez y ha perdido su identidad.

Lejos de corregir el rumbo, la salida de Urkullu viene a corroborar que entrarán a la pelea cuerpo a cuerpo con los de Otegi. La experiencia dice que serán devorados. ERC acabó con la CiU tradicional. Las contorsiones del PNV para frenar a Bildu descolocan a su electorado tradicional. Deben medir bien la elección de candidato. Hay quienes miran a Aitor Esteban como favorito. Otra opción es apostar por una mujer como símbolo de cambio. Aquí aparece el nombre de la eurodiputada, Izaskun Bilbao, y también siempre ha estado en cantera, Itxaso Atuxa, pareja de Aitor Esteban e hija del histórico Javier Atutxa. Todo quedaría en familia.

Sea quien sea el cabeza de lista, mantendrá las espadas en alto con Feijóo. De aquí a las elecciones vascas el PP está proscrito. No vayan a pensar que el PNV es de derechas. El resultado de las urnas marcará el camino. Si Bildu es primera fuerza y el PSOE no sirve de llave al PNV, habrá llegado la ahora de cambiar de amistades. Quizá tengan que perder el Gobierno Vasco para descolgar el teléfono y protagonizar otra moción. Esta vez sí hablarían con Feijóo y puede incluso que den por buena la palabra de Vox de no exigir carteras. Sería el comienzo de una hermosa amistad.

"En el partido sobra uno de los dos". El aviso se lo hizo al lehendakari el presidente del PNV, Andoni Ortuzar. Lo contamos hace un mes en esta columna. La tensión en el partido vasco era insostenible. Tanto que se ha confirmado que Urkullu no será el candidato. Las diferencias vienen de lejos, las amistades también. En 2018, ante la moción de censura a Rajoy, se pusieron a prueba las lealtades. La entonces "vicetodo", Soraya Saénz de Santamaría, tenía una excelente relación con Ortuzar. Tan buena era que el "jefe" mantuvo la esperanza de tener el apoyo del PNV hasta el mismo día en que se debatió la moción para echarlo. Su colega era Urkullu y por eso no funcionó.

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