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Monasterio, la siguiente crisis de Vox sin resolver
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Pilar Gómez

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Monasterio, la siguiente crisis de Vox sin resolver

La diputada por Madrid no cuenta con el respaldo de Abascal. En el partido no la quieren y ella tampoco está cómoda. Solo hay que buscar el cómo y el cuándo

Foto: La portavoz de Vox en la Asamblea, Rocío Monasterio, ofrece declaraciones durante un pleno en la Asamblea de Madrid. (Europa Press/Carlos Luján)
La portavoz de Vox en la Asamblea, Rocío Monasterio, ofrece declaraciones durante un pleno en la Asamblea de Madrid. (Europa Press/Carlos Luján)
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Vox ha dado por superada su penúltima crisis. Esta vez era en Baleares. Diputados díscolos, expulsiones, filtraciones, y una dirección nacional apagafuegos. Ahora se entiende que Abascal no quisiera tener barones autonómicos. Mejor ser caudillo. El problema es que tuvo que ceder para tener poder.

Paradójicamente, el partido que reniega de las autonomías no sería nada sin ellas. Gobierna en cinco con el PP de Feijóo. Ese señor, de gafas y más pelo que vino de Galicia, al que atiza sin piedad el líder de la ultraderecha. La estrategia debe de ser desviar la atención de las cuitas internas. No hay otra explicación posible.

Lo imposible está haciendo Rocío Monasterio para explicar eso de votar en la Asamblea de Madrid por un diputado ausente. ¿De verdad creyó que nadie se daría cuenta? Es tan inaudito que no se sabe ni cómo sancionarlo. El reglamento (por sentido común) no recoge este tipo de actuaciones y, por ende, tampoco como deben ser castigadas.

Si el PP hubiese hecho lo mismo el día que se votó la reforma laboral en lugar de fiar su destino al proscrito Alberto Casero quizás hoy Pablo Casado estaría en la Moncloa. Es cuestión de apretar un botón y ya. O también se puede recurrir al estilo Armengol, la presidenta del Congreso, que si ve que el PSOE no ha terminado de negociar con Junts un decreto, pues se cuelga el sistema informático. El extremeño sigue sin reponerse de aquello. Ha recibido suculentas ofertas para participar en varios realities. Es todo un superviviente.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (Europa Press/Eduardo Sanz) Opinión

Previsiblemente, Monasterio será suspendida unos días por su comportamiento. Ya le gustaría a Abascal hacer lo propio. En Vox no hay lugar para ella. Incluso entre sus compañeros de bancada hay malestar. Fue candidata en los últimos comicios porque no había relevo. Su crédito en el partido se ha dilapidado con la pérdida de apoyos en las urnas. Se quedó sin tirón.

Recuerden a Abascal al rescate en las jornadas de campaña. La salida del partido de su marido Iván Espinosa de los Monteros la colocó en el disparadero. Dijo que ella se quedaba pero en el fondo sabe que se tiene que ir. Vox ya no es su Vox. Es otra cosa.

En Vox no hay lugar para ella. Entre sus compañeros de bancada hay malestar. Fue candidata porque no había relevo

Monasterio surgió como un fenómeno político en un partido de machos. Como ocurría con Macarena Olona es una mujer preparada. Capaz de decir barbaridades sin inmutarse. Su tono es capaz de desesperar, sus ideas exasperan pero menos que las del hoy todopoderoso Jorge Buxadé.

Desde que se empoderó el partido se desintegra. No hay lugar para la disidencia. Monasterio aguantó en la última remodelación, pero no por convicción sino por necesidad. Había que transmitir paz al exterior mientras se libraban las guerras internas. Es cuestión de tiempo. Monasterio se irá o la invitarán a irse.

En horas bajas está también el vicepresidente sin funciones de Castilla y León. Su afán de protagonismo no gusta. Los despliegues en medios locales de García-Gallardo son más propios de divas del corazón con revistas de cabecera. No dudó en encabezar las protestas en las sedes del PSOE contra la amnistía.

Foto: La portavoz de Vox en el Parlament de Baleares, Idoia Ribas, junto al resto de diputados díscolos. (EP)

Se le olvidó que es vicepresidente también de aquellos que no le votan. Por cierto, son mayoría. Este tic también es muy de los independentistas que además de las presuntas conexiones con Rusia tienen bastante en común con Vox. A su respeto por los inmigrantes me remito. Gallardo es otra promesa que no cuajó. A su favor juega que tiene cargo.

Ortega Smith llegó incluso a sheriff en las protestas de Ferraz. Es otro ángel caído. Abascal se parece cada día más a Pablo Iglesias. Ya ni Monedero aguanta. Aquella fotografía de los fundadores de Podemos es más ya un documento para el programa de Iker Jiménez.

Todos son fantasmas, sombras que emergen del más allá para denunciar las purgas. Quizás algún día sea el propio Abascal el que sobre en Vox. Cuídate, Santi.

Vox ha dado por superada su penúltima crisis. Esta vez era en Baleares. Diputados díscolos, expulsiones, filtraciones, y una dirección nacional apagafuegos. Ahora se entiende que Abascal no quisiera tener barones autonómicos. Mejor ser caudillo. El problema es que tuvo que ceder para tener poder.

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