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Los cinco mitos que tumba la cumbre y que han favorecido a España
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Los cinco mitos que tumba la cumbre y que han favorecido a España

Europa entra en otra dimensión. La cumbre ha tumbado algunos de los mitos con que ha funcionado la UE en las últimas décadas. La mutualización de la deuda es histórica

Foto: El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (d), junto al presidente chipriota, Nicos Anastasiades (i), y el primer ministro de Bulgaria, Boiko Borisov. (EFE)
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (d), junto al presidente chipriota, Nicos Anastasiades (i), y el primer ministro de Bulgaria, Boiko Borisov. (EFE)

La cumbre deja, por el momento, dos lecturas. Una: los 500.000 millones que se iban a repartir mediante transferencias a fondo perdido se han quedado en 390.000 millones. Y dos: la UE pone en marcha un formidable instrumento de recuperación económica —750.000 millones en total si se incluyen los 360.000 en préstamos— impensable hace pocos meses.

La fumata blanca en este histórico acuerdo del Consejo Europeo (aquí está lo pactado) llegó a las 5:31 horas de este martes, como comunicó el presidente Michel con un exultante: "Deal!", y manda algunas señales inequívocas. De hecho, ha tumbado de golpe —al menos— cinco mitos que pesaban como una losa sobre el funcionamiento de la UE.

Primer mito que se rompe: los Veintisiete, a través de la Comisión Europea y sobre la base de sus recursos propios, puede endeudarse hasta 2058 de forma mancomunada y no pasa nada, aunque no exista formalmente un Tesoro europeo. Es más, puede hacerlo en una cantidad significativa: alrededor del 65% del PIB de España.

Segundo mito que se viene abajo: la idea de que si se endeuda el sector público se produce un efecto ‘crowding out’ —es decir, se impide que el sector privado se financie en los mercados—, tan en boga durante la anterior crisis, ha pasado, por el momento, a los anales de la historia. Obviamente, porque el BCE actúa como prestamista de última instancia (aunque no lo recojan los tratados).

Foto: La ministra de Economía, Nadia Calviño. (EFE)

En tercer lugar, la cumbre ha demostrado que una política de alianzas bien construida, como la han diseñado los frugales, es capaz de poner en un brete a los grandes países (Alemania, Francia, Italia y España) que representan más del 80% del PIB de la UE. Ni con Kohl ni con Mitterrand hubiera pasado esto. Y si no que se lo digan a Calviño y su fallida presidencia del Eurogrupo.

La cumbre, con todo, ha dejado una cuarta perla para la historia: la UE, por si alguien todavía pensaba otra cosa, sigue siendo un club de países en el que la Comisión, lo que antes se llamaba el organismo burocrático y administrativo de la Unión Europea, es un simple convidado de piedra cuando se tratan asuntos verdaderamente importantes.

El papel de la presidenta, Von der Leyen, ha sido irrelevante, hasta el punto de que ayer alguna prensa bromeaba sobre si había empezado sus vacaciones. Es lo que tiene cuando se nombran exministros que se encogen cuando sus exjefes entran es escena (Merkel) o se incumple el compromiso de que el presidente de la Comisión fuera el candidato más votado en las elecciones al Parlamento Europeo, lo que le hubiera dado una legitimidad política que Von der Leyen no tiene. Eso sí, tendrá para gastar hasta 2027 un presupuesto de 1,074 billones.

Estrategia de negociación

La quinta perla tiene que ver con una estrategia de negociación que el primer ministro holandés, Mark Rutte, se ha encargado de agitar de forma equivocada y ha perdido, aunque es verdad que ha logrado que Países Bajos (como otros frugales) se ahorre más de 13.000 millones en aportaciones al presupuesto.

Las recomendaciones a los países sobre sus políticas fiscales, laborales o de pensiones las seguirá haciendo la Comisión durante el semestre europeo, y no otros gobiernos. Entre otras razones, porque eso sería lo mismo que aceptar una injerencia diplomática en toda regla, inadmisible para cualquier país. Eso no es incompatible, sin embargo, con que haya avances en la unión fiscal, como lo demuestra la mutualización de la deuda. Al fin y al cabo, los gobiernos nacionales siguen siendo quienes se presentan a las elecciones, y, por lo tanto, son ellos quienes deben dar explicaciones en los parlamentos nacionales, lo que no impide que deban cumplir las recomendaciones del semestre europeo.

Foto: El primer ministro neerlandés, Mark Rutte, habla con el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. (Reuters) Opinión
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La Comisión y el Consejo, de hecho, se siguen reservando los instrumentos de control de los Estados, en particular el llamado freno de emergencia, de nueva creación, que permitirá poner en apuros a los gobiernos incumplidores.

Aunque el mecanismo de vigilancia es complejo, se ha optado por reforzar el control a través de Comité Económico y Financiero, un órgano consultivo del propio Consejo Europeo formado por altos funcionarios de los gobiernos y del BCE, que será el encargado de evaluar si el dinero se gasta correctamente y si las políticas económicas van en lo que la UE considera buena dirección. Ese comité ejecutará su labor por consenso, pero si no lo hay, podrá pedir al presidente del Consejo Europeo que remita el asunto a la siguiente cumbre europea. Este proceso no debería demorarse más de tres meses después de que la Comisión haya pedido su opinión al Comité Económico y Financiero. Es decir, habrá control presupuestario, aunque sea liviano. Según lo pactado, el 70% de las subvenciones estará disponible entre 2021 y 2022, y el 30% restante a lo largo de 2023.

Empleo y pensiones

Lo que ya se sabe es que el semestre europeo, según el documento del pasado mes de febrero, ha identificado en el caso español “avances limitados” en asuntos como la gobernanza de las finanzas públicas, la excesiva precarización del mercado de trabajo, el elevado abandono escolar, los recursos destinados a la innovación o la reducida tasa de empleo, en particular de las mujeres. Por ahí le pueden llegar los problemas a España cuando se distribuyan los 750.000 millones, además de los persistentes déficits presupuestarios o en materia de pensiones.

La cumbre, en todo caso, ha vuelto a dejar de lado uno de los debates más estériles que se recuerdan: mercado único a cambio de dinero, que es lo mismo que decir: cedo soberanía para que puedas vender tus productos si me subvencionas, y que tanto gusta a algunos economistas españoles.

Hace 30 años, antes del Acta Única, ese debate tenía sentido, pero después de décadas de integración, la principal a través del euro, es algo más que anacrónico sacarlo a colación, sobre todo si se tienen en cuenta las cadenas globales de valor. Los gráficos que se han publicado en los últimos días que muestran que Holanda es uno de los países que más se han beneficiado del mercado único son, sin duda, una evidencia, pero también una obviedad. Claro que los países más pequeños —por este orden: Luxemburgo, Irlanda, Bélgica, Holanda, Austria…— son los más beneficiados por el mercado único, pero precisamente porque son los más pequeños, lo que les permite acceder a un mercado más amplio. Simple aritmética.

La cumbre, en todo caso, lo que ha descubierto es que los líderes europeos ya no tienen a nadie a quien echarle la culpa de los bloqueos y de los retrasos. Antes eran los británicos, aunque ahora Holanda, probablemente el tapado más visible de Alemania en estas larguísimas negociaciones, apunta maneras. Los frugales, en todo caso, han logrado un aumento significativo de los rembolsos de la UE, lo que significa, lisa y llanamente, que se limitan sus aportaciones al presupuesto común.

La cumbre deja, por el momento, dos lecturas. Una: los 500.000 millones que se iban a repartir mediante transferencias a fondo perdido se han quedado en 390.000 millones. Y dos: la UE pone en marcha un formidable instrumento de recuperación económica —750.000 millones en total si se incluyen los 360.000 en préstamos— impensable hace pocos meses.

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