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"Evadir es sexy": los nuevos obreros de derechas son los 'youtubers' de Andorra
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Héctor G. Barnés

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"Evadir es sexy": los nuevos obreros de derechas son los 'youtubers' de Andorra

La polémica alrededor de Lolito Fernández, que abandona España para pagar menos impuestos, no debe hacernos olvidar que no está solo: muchos piensan como él

Foto: Dos hombres observan vídeojuegos en la sede de Twitch, la plataforma en la que se hizo popular Lolito. (Reuters/Elijah Nouvelage)
Dos hombres observan vídeojuegos en la sede de Twitch, la plataforma en la que se hizo popular Lolito. (Reuters/Elijah Nouvelage)

Esta semana, el 'youtuber' Lolito Fernández publicó un vídeo en el que anunciaba que hacía las maletas y se iba a la vecina Andorra a disfrutar de las bondades de su régimen fiscal. "Me voy porque aquí en España se paga hasta un 50%, o eso me han dicho", explicaba después de admitir que nuestro país le había dado "muy poco", después de reírse de los que se escudan en que los impuestos son importantes para las escuelas y los hospitales y después de reconocer que no había pisado demasiado el instituto. La provocación funcionó y, como dicen los jóvenes, las redes ardieron. Hasta a mí, de espíritu tranquilo —pero me temo que anticuado defensor del Estado de Bienestar—, me hirvió la sangre.

Tanto, tanto, que casi hasta me han entrado ganas de defender a Lolito, que al final —y como él mismo reconoce— no está haciendo otra cosa que repetir como un papagayo una idea que millones de adultos esputan una y otra vez acodados a la barra del bar: que la sociedad nos roba el dinero que tan duramente hemos ganado y se lo regala a quien no lo merece (por ejemplo, esos inmigrantes invasores). No solo eso, sino que ese relativo éxito se debe única y exclusivamente a nuestro esfuerzo y talento y, por lo tanto, es un atraco a mano armada darle nada a esa sociedad que no ha hecho nada por nosotros. El súmmum de la meritocracia individualista es ese adanismo según el cual no solo no debes nada a la sociedad en la que te criaste, sino que es ella la que te debe a ti.

Un meme compara pagar impuestos con la esclavitud o la violación. Supuestamente, todo ello tiene en común que no hay consentimiento

Sorprendentemente, esta idea abrazada por futbolistas, multimillonarios y otros patriotas de doble nacionalidad ha terminado convirtiéndose en carne de meme, una de esas ideas que circulan por turbios rincones de la red como la derecha pastilla roja o los incel. Tampoco hace falta irse tan lejos. En Forocoches hay hilos destinados a trucos para pagar menos impuestos, a lloriquear ante las altas cargas impositivas… o la joya de la corona, el hilo titulado 'Los impuestos son un robo' que se abre con un popular meme en el que compara pagar impuestos con la esclavitud o la violación. ¿Qué tienen en común? Que no hay consentimiento.

La frase "los impuestos son un robo" se ha convertido en un tópico en internet, nacido en el libertarismo y anarcocapitalismo de la 'alt-right' americana y exportado de aquella manera a otros países como España, un poco como escribir "LOL" en lugar de "jajaja". Basta con darse un paseo por la página de Facebook 'Taxation Is Theft' para entender las coordenadas en las que se mueven estas ideas: "Tú eres tu propio dueño, empieza a comportarte así y, por cierto, los impuestos son un robo", dice Jesucristo en un meme. La imagen de una mujer semidesnuda haciéndose un selfi en el espejo aparece acompañada del mensaje "casi tan sexy como la evasión fiscal". En otro que parodia la película 'Origen' se puede leer "la inmigración no es un crimen sin víctimas, las verdaderas víctimas son los contribuyentes".

Incluso una mujer aparece mostrando ufana un tatuaje con la frase "los impuestos son hurto" y el símbolo anarquista. La diferencia es que si durante décadas los que han mantenido dicha tesis solían ser las grandes fortunas que atacaban la progresividad de los impuestos arguyendo que eran injustas víctimas del Estado, algo me dice que estos defensores de nuevo cuño de un mundo sin impuestos son firmes candidatos a salir particularmente beneficiados por el Estado de Bienestar. En cualquier caso, no sé si ser 'youtuber' te garantiza una buena jubilación dentro de cuatro décadas. ¿Recuerdan aquella frase de "ser más tonto que un obrero de derechas"…?

El dedo del 'youtuber' y la luna neoliberal

Que los impuestos son una imposición de un Estado malvado y anónimo es mentira. O como mucho, una verdad muy a medidas. De igual forma que no elegimos directamente las leyes pero nos beneficiamos de ellas, los impuestos forman parte del contrato social que une a la sociedad. No se trata únicamente de que, de forma egoísta, pensemos que nuestros impuestos pueden revertir positivamente en nosotros mismos. Ni siquiera que, aunque no lo hagan, puedan ayudar a los que nos rodean. Es, simplemente, tener la conciencia de que, bien empleados (el ciudadano debe exigir que así sea), hacen la convivencia más fácil y más justa.

Ya no se redistribuye la riqueza, sino que la sociedad queda a expensas de la dadivosidad arbitraria de empresas y magnates

No voy a ponerme a hacer más pedagogía respecto a la necesidad de pagar impuestos porque ya lo han hecho otros antes y mejor que yo, pero sí a recordar que si los 'youtubers' se están marchando a Andorra —Lolito no es el primero— se debe tanto a que quizá los impuestos sean altos ("eso me han dicho") como a que hemos llegado demasiado lejos en la defensa individualista de la picaresca 3.0. Según esta lógica, los impuestos progresivos castigan el riesgo, el talento y el esfuerzo y premian a los mediocres. Es un correlato funcional a la ideología de la meritocracia y la España del tonto el último: sálvese quien pueda y, oye, si tanto les molesta a los pobres serlo, pues que no lo sean. Fácil.

Algunos de los defensores de Lolito argumentaban que está en pleno derecho de escapar de la trampa fiscal española, y que no hay nada "solidario" en regalar dinero al Estado, como sí lo sería dar dinero a una ONG de su elección o financiar investigación científica. Es la misma lógica que utiliza Amazon cuando combate la subida de impuestos en Seattle para aliviar la subida del precio de la vivienda argumentando que prefieren dar dinero a obras benéficas que al ayuntamiento. Es una trampa en la que el dinero pasa de manos públicas a privadas: ya no se redistribuye la riqueza, sino que la sociedad queda a expensas de la dadivosidad arbitraria de empresas monopolísticas, magnates fugaces y estrellitas de internet.

Por mi parte, simpatizo con el escritor Stephen King, que en 2012 lanzó la campaña "Soy rico, súbeme los impuestos", en la que recordaba que los que más poseen tienen el imperativo moral de pagar aún más. Por ello, proponía aumentar el pago de sus impuestos desde un 28% hasta un 50%. Casi, casi, justo al revés que Lolito. Pero hacer leña del árbol caído es un deporte inútil. Es fácil atacar a un 'youtuber' inconsciente y lenguaraz en la enésima polémica de Twitter, pero es como mirar al dedo y olvidarse de la luna a la que señala, en la que vive mucha más gente de la que pensamos. Una luna utópica en la que sociedad ha desaparecido y en la que cada cual vela tan solo por lo suyo. Una nueva guerra del hombre contra el hombre por la supervivencia.

Esta semana, el 'youtuber' Lolito Fernández publicó un vídeo en el que anunciaba que hacía las maletas y se iba a la vecina Andorra a disfrutar de las bondades de su régimen fiscal. "Me voy porque aquí en España se paga hasta un 50%, o eso me han dicho", explicaba después de admitir que nuestro país le había dado "muy poco", después de reírse de los que se escudan en que los impuestos son importantes para las escuelas y los hospitales y después de reconocer que no había pisado demasiado el instituto. La provocación funcionó y, como dicen los jóvenes, las redes ardieron. Hasta a mí, de espíritu tranquilo —pero me temo que anticuado defensor del Estado de Bienestar—, me hirvió la sangre.

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