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Borja Sémper: no es país para moderados
Un tipo sensato en tiempos de 'hooliganismo'. Hacia fuera era como Casado. Y hacia dentro era como Feijóo. Quizá represente las dos almas en pugna de su partido
No está claro si Borja Sémper ha decidido abandonar la política. O si la política lo ha abandonado a él. Convengamos que la polarización carboniza las voces moderadas. Y Sémper lo era. Lo es. Crítico hacia dentro, tolerante hacia fuera. Todo lo contrario de cuanto imponen las inercias y las doctrinas contemporáneas.
Un tipo sensato en tiempos de 'hooliganismo'. Y un nuevo caso de político que gusta a los periodistas pero no a los votantes. Le pasaba a Durán Lleida. Le sucede a Errejón. Le pasa a Madina. A Sémper lo queremos más en nuestra familia que en el escaño.
Y razones tiene para sentirse frustrado. Expuesto como estuvo a la extorsión de ETA, encomendado a 15 años de escolta, se ha encontrado sobrepasado por el oscurantismo e Vox. Y claro que no es lo mismo el pasamontañas de Otegi que el crucifijo de Abascal, pero Sémper no ha hallado descanso en la política de Euskadi.
La polarización carboniza las voces moderadas. Y Sémper lo era. Lo es. En tiempos de 'hooliganismo', era crítico hacia dentro y tolerante hacia fuera
Porque no es sencillo vivir bajo el régimen peneuvista ni es fácil defender las siglas del PP en el territorio más hostil de Celtiberia. Él mismo las escondió en las últimas elecciones municipales. Se presentaba por Donosti. Y recurrió en su campaña a la imagen de dos mujeres besándose.
Era la manera de reivindicar la expectativa de un PP moderno, cosmopolita y liberal, entendiéndose el liberalismo no como un dogma capitalista, sino como una concepción generosa y general de las libertades.
De hecho, Sémper parecía un híbrido insólito en el PP. Hacia fuera era como Casado. Y hacia dentro era como Feijóo. Quizá represente las dos almas en pugna de su partido. La que duda si competir con Abascal o las que reclama un perfil centrado o centrista.
Sémper era un híbrido insólito en el PP. Hacia fuera era como Casado. Hacia dentro como Feijóo. Quizá represente las dos almas en pugna de su partido
Sémper no tenía dudas. Por eso su marcha es un síntoma. Y por la misma razón, la nueva imagen del PP de Euskadi la exponen la juventud y la beligerancia de Beatriz Fanjul.
No hay sitio para los moderados, ni para las posiciones intermedias en la política contemporánea. Sémper ha sido capaz de concebirlas allí donde parecen imposibles. No hablamos solo de la política. Hablo del fútbol. Sémper es de la Real y del Real a la vez.
Su despedida es un reflejo de su sensibilidad y de su pudor. Sémper ha sido un tipo elegante. Nunca ha hecho bandera de la persecución terrorista, pero con su marcha se ha 'vengado' de los pistoleros: "Ni me habéis matado ni me habéis amargado".
Me entristece mucho, pero lo entiendo. Mucha suerte con lo que venga, amigo.
— Toni Roldán Monés (@toniroldanm) 14 de enero de 2020
"Si el populismo reaccionario nos arrastra a los demás, yo no pinto nada en política. No me sentiré útil. En el barro siempre gana el populista"
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Tiene sentido que Eduardo Madina y Toni Roldán hayan sido los primeros en solidarizarse con su despedida. Pertenecen no tanto a una generación como a una manera perseguida de observar la política. España necesita un partido transversal, pero está atravesada por los extremos.
No está claro si Borja Sémper ha decidido abandonar la política. O si la política lo ha abandonado a él. Convengamos que la polarización carboniza las voces moderadas. Y Sémper lo era. Lo es. Crítico hacia dentro, tolerante hacia fuera. Todo lo contrario de cuanto imponen las inercias y las doctrinas contemporáneas.