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Rubén Amón

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Casado pone a dieta a Ayuso

El líder del PP aprovecha las restricciones sanitarias para evitar que su rival madrileña convierta las comidas y cenas navideñas en conspiraciones de la militancia

Foto: Comida de Navidad del PP en 2019. (EFE/Fernando Alvarado)
Comida de Navidad del PP en 2019. (EFE/Fernando Alvarado)

Le ha venido muy bien a Pablo Casado que las grandes empresas y las pequeñas se hayan adherido a un pacto de responsabilidad sanitario para cancelar las comidas y las cenas en las que se finge concordia navideña. No podrá Ayuso reunir a sus comensales ni militantes más afines. Ni aprovechar esta clase de conspiraciones para socavar la autoridad de Génova. Casado no puede permitirse una insurrección encubierta, menos aún cuando los caldos y los espumosos al uso en estos rituales colectivos predisponen un ambiente de reyerta.

Proliferan estos días las cenas y comidas de empresa porque la sugestión de la Navidad establece una tregua social. Que no es la paz ni la concordia, sino la hipocresía. Por eso resultaría preceptivo que estas reuniones de impostado hermanamiento se concibieran bajo un pacto de abstemia. Lo digo porque el alcohol es contraproducente respecto a las intenciones de la mascarada social. Ingerirlo como anestésico hacia dentro resultaría efectivo si no conllevara una pérdida de control posteriormente. El alcohol se transforma en suero de la verdad, de forma que las comidas y las cenas de empresa terminan degenerando en ajustes de cuentas.

Foto: García-Escudero, Casado, Díaz Ayuso y Martínez-Almeida, en el acto de Navidad de 2019. (EFE/Fernando Alvarado)

Se termina diciéndole al colega del despacho de al lado lo que realmente piensas de él, no digamos si el compañero de despacho es Egea. O sucede que el consumo descontrolado de la bebida incita otras desinhibiciones. Confesarle a la compañera de curro que la empotrarías en el baño, cuando la compañera de curro no deja ni terminar la frase al compañero desbocado y lenguaraz porque ha huido preventivamente en un taxi.

Sería divertido asistir a una cena del PP presidida por Ayuso al abrigo de la militancia. Se empezarían cantando villancicos y se le terminaría rezando un réquiem a Casado. Le arrancarían la piel a tiras a Teodoro. Y prorrumpiría un estado de euforia capaz de trasladar a hombros a Ayuso hasta la sede de Génova, reclamándose para ella una sucesión por aclamación popular.

Las comidas y las cenas de empresa, en Génova y fuera de Génova, son un escarmiento a las pretensiones filantrópicas de estas alegrías artificiales que induce el patrón para hermanar al rebaño y compensar con unas botellas de cava y un jamón de bodega, normalmente reseco, su rechazo sistemático al aumento de sueldo o a la flexibilidad laboral. No es un gesto de generosidad, la cena. Es un ejercicio populista, del que el patrón se vale para encubrir su desprestigio.

Queremos decir que se llaman comidas de empresa porque el personal termina devorándose. No siempre de manera explícita, pero sí de forma elocuente respecto al trauma de irte a cenar con las mismas personas con las que trabajas, no digamos cuando hay amigo invisible, porque amigos visibles no puede haberlos en estas ceremonias de sonriente sordidez.

Foto: Isabel Diaz Ayuso, junto a Pablo Montesinos. (EFE/Fernando Villar)

No las habrá este año en Génova 13 y sus aledaños. A Casado le ha venido muy bien que las obligaciones sanitarias malogren los conciliábulos que conspiran contra su prestigio, pero no es difícil imaginar que se organicen a su espalda comidas y cenas clandestinas. Y que el alcohol termine desbocando un 'magnicidio' que las encuestas cada vez consideran más oportuno para combatir a la maquinaria del poder de Sánchez.

Le ha venido muy bien a Pablo Casado que las grandes empresas y las pequeñas se hayan adherido a un pacto de responsabilidad sanitario para cancelar las comidas y las cenas en las que se finge concordia navideña. No podrá Ayuso reunir a sus comensales ni militantes más afines. Ni aprovechar esta clase de conspiraciones para socavar la autoridad de Génova. Casado no puede permitirse una insurrección encubierta, menos aún cuando los caldos y los espumosos al uso en estos rituales colectivos predisponen un ambiente de reyerta.

Pablo Casado Partido Popular (PP)
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