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¿Será entonces Abascal vicepresidente del Gobierno de Feijóo?
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Rubén Amón

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¿Será entonces Abascal vicepresidente del Gobierno de Feijóo?

El pacto siniestro de Valencia canoniza las relaciones del PP y Vox con una naturalidad que contradice la palabra de Feijóo y que abre paso a la última esperanza de Sánchez

Foto: El líder popular, Alberto Núñez Feijóo, y el responsable de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Rodrigo Jiménez)
El líder popular, Alberto Núñez Feijóo, y el responsable de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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Impresiona la naturalidad o la desfachatez con que el PP ha llegado a un acuerdo con la ultraderecha en Valencia. Por la importancia de la comunidad. Por la relevancia de las relaciones institucionales. Y porque el pacto no se restringe a la investidura, sino a la plena cooperación gubernamental.

Y es verdad que Vox ha transigido con el sacrificio de su líder regional. Y que la condena por violencia machista de Carlos Flores hubiera deslucido el maridaje, pero la concesión no alcanza a encubrir la envergadura de un acuerdo orgánico, descarado y embrionario: el antecedente de la Generalitat homóloga y canoniza todos los acuerdos posteriores. Y sacraliza la connivencia de la política municipal, hasta el extremo de que el PP ha descarrilado ayuntamientos —Elche— donde el PSOE era la lista más votada.

Queda así en entredicho la elocuencia con que Feijóo renegaba de la ultraderecha. Y se demuestra que el líder del PP considera asumible electoralmente la repercusión del contrato político con el compadre Abascal, aunque sea al precio de ahuyentar al votante indeciso, al desamparado de Ciudadanos y al sufragista socialdemócrata que recela de Sánchez.

Foto: Reunión en la Comunidad Valenciana entre la delegación del PP y la de Vox. (EFE/Manuel Bruque)

El presidente del Gobierno sí puede aludir ahora al adulterio de la derecha y de la ultraderecha. El PP y Vox comparten un proyecto político. Se reparten las consejerías. Y se reservan las poltronas señeras del Parlament.

Otra cuestión es que este siniestro pacto del oscurantismo pretenda taparse con excusas y pretextos oportunistas. Nos dirán los rapsodas peperos que peor es llegar a acuerdos con Bildu. Y que el desgaste político de Pedro Sánchez ni siquiera puede sobrevivir a la coyuntura de la derechona.

Decepciona el movimiento de Feijóo. No ya por la incoherencia respecto a tantas declaraciones garantistas, sino porque es una irresponsabilidad compartir el programa político y el Gobierno con un partido ultra cuyo modelo de sociedad representa una amenaza a la convivencia y a la decencia.

Foto: José Manuel Albares, Isabel Rodríguez y Miquel Iceta. (EFE/Zipi)

Comenzará ahora el masaje del argumentario voluntarista. Y se nos explicará que la mejor manera de “domesticar” a Vox consiste en amaestrarlo en las instituciones. Es una mentira que se pone en evidencia cada mañana en el Gobierno de Castilla y León. El propio Feijóo, qué tiempos, no quiso involucrarse en el acuerdo de Valladolid. Lo consideró la última decisión de Pablo Casado, la “herencia recibida”, pero el consenso de la entente valenciana demuestra que el líder gallego adopta la doctrina casadista.

¿No hubiera sido mejor llegar a un acuerdo de investidura? ¿No hubiera sido más honesto e inteligente responsabilizar a Vox de una repetición electoral, en caso de haberse malogrado la unción del presidente Mazón?

Este acuerdo de la vergüenza aloja en sí mismo un cálculo electoral que modula con demasiado cinismo la fuerza de las inercias

Génova 13 considera amortizado el sanchismo. Este acuerdo de la vergüenza aloja en sí mismo un cálculo electoral que modula con demasiado cinismo la fuerza de las inercias y la agonía irremediable de Sánchez, pero la decisión cenital o genital de Feijóo también se expone a la hipótesis de un escarmiento. Pequeño, es verdad, pero más relevante de cuanto se presumía la bonanza del PP antes de ceder a Santi Abascal.

Tiene sentido preguntarse si Abascal será el vicepresidente del Gobierno de España. Y, si por idénticas razones y preocupaciones, conviene preparar el equipaje para exiliarse en Portugal.

Impresiona la naturalidad o la desfachatez con que el PP ha llegado a un acuerdo con la ultraderecha en Valencia. Por la importancia de la comunidad. Por la relevancia de las relaciones institucionales. Y porque el pacto no se restringe a la investidura, sino a la plena cooperación gubernamental.

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