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Rubén Amón

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Frankenstein II: la clamorosa victoria del perdedor

El presidente demuestra su naturaleza incombustible rentabilizando el miedo a Vox, arrasando en Cataluña y exponiendo la pésima campaña de Feijóo, castigado en las urnas por los acuerdos con la ultraderecha

Foto: El líder del PSOE, Pedro Sánchez, saluda a los simpatizantes que han acudido a la sede del partido. (EFE/Rodrigo Jiménez)
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, saluda a los simpatizantes que han acudido a la sede del partido. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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El perdedor ha ganado. Y el ganador ha perdido, de tal manera que la jornada del 23-J ha resultado mucho más propicia a Sánchez de cuanto indicaban las inercias políticas —28-M—, las encuestas, la campaña electoral y hasta el consenso mediático respecto a los funerales.

Habrá que organizarle un acto de desagravio a Tezanos, levantarle un monumento a Zapatero y reconocer a Sánchez su reputación de presidente indestructible. Sigue en vigor el Manual de resistencia. Y no es que el PSOE haya ganado las elecciones, pero el incremento de diputados respecto a 2019, el empuje de Sumar y la lealtad de los socios indepes sobrentienden que el sucesor de Pedro Sánchez en la Moncloa es Pedro Sánchez.

Foto: Pedro Sánchez se dirige a los votantes del PSOE concentrados en la sede de Ferraz, Madrid. (Reuters/Nacho Doce)

Ha funcionado la campaña del miedo a la ultraderecha. Y han penalizado a Feijóo los acuerdos autonómicos con Vox. Podrá decir el líder popular que el resultado del PP es excelente respecto al de hace cuatro años, pero el incremento de escaños —de 89 a 136— resulta inexpresivo, frustrante.

El líder popular ha subestimado el voto oculto. Y ha decepcionado a los votantes socialdemócratas y de Ciudadanos, que se han desmarcado del PP después de haber prosperado los acuerdos con la ultraderecha.

Ha logrado Sánchez atraerse el sufragista que recelaba de Vox. Y ha convertido Cataluña —y Euskadi— en la plataforma política que mejor amplifica su campaña y su reputación. No solo por haberse reforzado la marca constitucionalista del PSC, sino porque Sánchez ha vampirizado los satélites soberanistas. Frankenstein se ha comido a Esquerra Republicana, más o menos como ha puesto al PNV en las zarpas de Bildu.

Foto: Fotografía de la sede de Génova (EFE/Javier Lizón)

¿Quiere eso decir que los soberanistas más leales a Sánchez podrían replantear la reanimación de Frankenstein? No les ha convenido apoyarlo en términos electorales, pero cuesta trabajo creer que se imponga una posición de bloqueo y sobrevenga la correspondiente repetición electoral.

Impresiona que una de las llaves privilegiadas de la mayoría de investidura la tenga el partido de Puigdemont, reacio a los acuerdos con Sánchez y fuerza decisiva en el porvenir monclovense del líder socialista. Por eso tiene sentido preguntarse el precio que va a poner el expresident a su regreso triunfal. Y la manera en que vuelva a exponerse el referéndum de autodeterminación.

Foto: Estación de Chamartín en Madrid. (EFE/Sergio Pérez)

Descartado que Feijóo pueda aspirar a la sucesión de Sánchez, y considerando inútil la aspiración de la lista más votada, la cuestión no consiste en despejar si Pedro el Grande va a ser o no presidente, sino de qué manera va a conseguirlo. Porque lograrlo lo va a lograr.

Tiene sentido hacer inventario de los éxitos de Sánchez, por mucha incredulidad que produzcan. Ha funcionado la campaña del impostor que restregaba a Feijóo todas sus mentiras. Se ha demostrado la eficacia de las medidas económicas, el fervor de los jubilados. Ha sido un éxito apoyarse en la muleta de Yolanda Díaz. Incluso ha sido un acierto adelantar las elecciones. Y no por la anomalía que implica votar en julio, sino porque el escenario traumático del 28-M ofreció al líder socialista desenmascarar los pactos entre el PP y Vox. Es la trampa que Feijóo aceptó sin percatarse de la relevancia que conllevaba el mamoneo con la ultraderecha. No es lo mismo ganar el gran debate que ganar las elecciones, ni es igual aprovechar la aversión generalizada al sanchismo que convertir el deterioro del PSOE en la excusa para emprender una campaña sin ideas ni propuestas ilusionantes. El mapa de España es azul, con excepción de Canarias, Andalucía y País Vasco, de acuerdo, pero la imagen desenfocada de la victoria se resiente de su inutilidad y de la escasísima diferencia de votos. Se dirime la distancia en menos de un punto y en cosa de 100.000 votantes. No hay más fracaso para Feijóo que el heredero de Sánchez sea el propio Sánchez. Frankenstein II puede ser una película de terror peor que la primera.

El perdedor ha ganado. Y el ganador ha perdido, de tal manera que la jornada del 23-J ha resultado mucho más propicia a Sánchez de cuanto indicaban las inercias políticas —28-M—, las encuestas, la campaña electoral y hasta el consenso mediático respecto a los funerales.

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