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La candidatura de Arrimadas, una trampa saducea
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José Antonio Zarzalejos

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La candidatura de Arrimadas, una trampa saducea

Una eventual presentación de Arrimadas para romper el bloqueo de la situación sería lo que necesitan los independentistas para apretar filas contra la candidata y recuperar el fervor unitario

Foto: Ilustración: Raúl Arias.
Ilustración: Raúl Arias.

El informe de los letrados del Parlamento catalán constata lo que era una evidencia jurídica: que al no haberse producido una investidura fallida (el pleno del día 30 de enero se aplazó), no corre el plazo de los dos meses para convocar nuevas elecciones autonómicas en Cataluña. Aunque ahí se tenía que haber detenido el dictamen, los letrados van más allá y proponen tres procedimientos de desbloqueo. Uno de ellos consistiría en que la oposición adoptase una decisión que liberase el plazo. O en otras palabras, que Inés Arrimadas presentase su candidatura, resultase fallida y a los dos meses, de no haberse celebrado otra exitosa, se convocasen nuevas elecciones.

Esta sugerencia coincide con las preguntas retóricas del PP a Ciudadanos: ¿por qué no se presenta a la Generalitat Inés Arrimadas, que ganó los comicios del 21-D? Es una interrogante capciosa al modo de trampa saducea. La líder catalana del partido de Rivera en ningún caso debiera caer en ella. Su partido parece tenerlo claro. Las razones son tan obvias que resultaría innecesario explicarlas. No obstante, hay ciudadanos que creen que el PP tiene razón, aunque no les extrañe la coincidencia con los letrados del Parlamento catalán que, claramente, se extralimitan.

Su imagen quedaría deteriorada y la victoria de Cs, desleída seriamente. Los separatistas demostrarían que se cumpliría la máxima de ellos o el caos

Los independentistas están desunidos y a la greña. Entre JxCAT y ERC hay un abismo en el diagnóstico de la situación y, más aún, en el tratamiento que hay que dar al actual bloqueo: los republicanos quieren un Gobierno 'efectivo' para Cataluña que levante el 155 y eso pasa por excluir a Puigdemont, evitar desobediencias o rebeldías que comporten responsabilidades penales y poner al frente de la Generalitat a un diputado/a sin imputaciones penales eludiendo el riesgo de que pudiese ser inhabilitado en abril o mayo. La veintena de irreductibles que rodean a Puigdemont quieren el conflicto permanente y el expresidente lo garantiza con su empeño en ser investido —en todo caso, de forma inválida— por el Parlamento. Incluso sus kamikazes han presentado una propuesta para que sea reformada la Ley de Presidencia y el fugado pueda ser designado por vía telemática o por delegación.

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont. (Reuters) Opinión

Una eventual presentación de Arrimadas para romper el bloqueo de la situación sería exactamente lo que necesitan los independentistas —a los que se sumarían los ocho parlamentarios de Catalunya en Comú— para apretar filas contra la candidata y recuperar el fervor unitario que ahora les falta. Todos contra Ciudadanos, todos contra Arrimadas, que acaso tampoco contaría con el concurso activo del PSC que, seguramente, se abstendría. La imagen de la líder naranja quedaría deteriorada y la victoria de Ciudadanos, desleída seriamente. Y los separatistas demostrarían que se cumpliría la máxima de ellos o el caos.

Por otra parte, podría darse el caso de que Roger Torrent sorprendiese la buena fe de Ciudadanos y de Arrimadas si ante su disponibilidad para asumir la candidatura a la presidencia, no propusiese a la líder naranja, humillándola y haciendo lo propio con su partido. La razón anterior —la recomposición de los independentistas y la posible jugada torticera del presidente del Parlamento— abona que la postura de Cs es la correcta y la del PP aviesa e incoherente, porque en 2015 fue Mariano Rajoy el primer candidato que se negó a intentar la investidura cuando el Rey se lo pidió. E insisto: los comunes se desmarcarían de Arrimadas y es muy posible que también lo hiciera el PSC. La operación resultaría catastrófica desde todos los puntos de vista.

En 2015, fue Rajoy el primer candidato que se negó a intentar la investidura cuando el Rey se lo pidió

Hay que dejar que los acontecimientos se desenvuelvan en el ámbito independentista. Una de las salidas a la situación es que JxCAT y ERC se enfrenten de manera irreversible y se quiebre la unidad del independentismo. Y es preciso también que se visualice el fundamentalismo obtuso del grupo de 'puigdemontistas' irreductibles que están anclados en una determinación destructiva.

Nada indica como necesario o adecuado o políticamente inteligente que sean Arrimadas y Ciudadanos los que tengan que remediar una situación parlamentaria que corresponde lidiar y estoquear a los secesionistas. Ellos han creado el problema, ellos deben solucionarlo. Y solo cuando expresen una manifiesta voluntad de conducirse legalmente y con espíritu de colaboración, cabe esta con los demás grupos parlamentarios y, especialmente, Ciudadanos. Mientras tanto, Arrimadas y su partido —por mucho que empuje el PP— deberían seguir en donde ahora están. Y seguir diciendo lo que ahora dicen.

El informe de los letrados del Parlamento catalán constata lo que era una evidencia jurídica: que al no haberse producido una investidura fallida (el pleno del día 30 de enero se aplazó), no corre el plazo de los dos meses para convocar nuevas elecciones autonómicas en Cataluña. Aunque ahí se tenía que haber detenido el dictamen, los letrados van más allá y proponen tres procedimientos de desbloqueo. Uno de ellos consistiría en que la oposición adoptase una decisión que liberase el plazo. O en otras palabras, que Inés Arrimadas presentase su candidatura, resultase fallida y a los dos meses, de no haberse celebrado otra exitosa, se convocasen nuevas elecciones.

Ciudadanos Inés Arrimadas