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Iglesias, ganador estratégico del 28-A
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José Antonio Zarzalejos

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Iglesias, ganador estratégico del 28-A

Un gabinete PSOE-UP sería —y lo saben tanto Sánchez como Iglesias— verdaderamente convulsivo para muchas instancias en España y haría mucho más cómoda la oposición de las derechas

Foto: Ilustración. (Raúl Arias)
Ilustración. (Raúl Arias)

Una vez Rivera ha descartado manejar la baza de sus 57 escaños en el juego de la gobernabilidad con el PSOE de Sánchez, resulta nítido que el vencedor estratégico de las elecciones generales es Pablo Iglesias y Unidas Podemos. Es estratégico —en la segunda acepción que le asigna el diccionario— aquello "esencial, de importancia decisiva para el desarrollo de algo". Sin los 42 escaños morados no hay investidura del actual presidente en funciones y, por lo tanto, tampoco Gobierno de izquierdas. La legislatura actual —la decimotercera— pasa por un acuerdo entre Sánchez e Iglesias, que aquel desea solo programático y parlamentario y este pretende que implique un Ejecutivo de coalición.

Hasta después de las elecciones del próximo 26, las claves definitivas del poder de cada partido no podrán ser evaluadas. Pero, sea cual fuere el resultado que obtenga Unidas Podemos, su peso en el Congreso de los Diputados, aunque mucho menor que en el anterior (ha perdido 29 escaños), es condicionante. En los equilibrios de poder, no siempre pero con frecuencia, "menos es más". El partido que lidera Iglesias es ahora cuantitativamente menor en potencia parlamentaria, pero cualitativamente mayor en capacidad política. Y el futuro de UP dependerá en buena medida de conseguir que unos malos resultados electorales se transformen en una victoria ideológica.

Foto: Pablo Iglesias, junto al coordinador federal de IU, Alberto Garzón, (EFE)

Pablo Iglesias —cuya inteligibilidad política es ahora mayor que en su anterior encarnación, aunque el cambio de discurso haya sido táctico— mantuvo un suelo rocoso cuando las encuestas le auguraban una debacle parecida a la del PP. Una buena campaña electoral, aprovechando la hipérbole abrasiva de las derechas y la victimización por la acción de las "cloacas del Estado", llevaron al líder morado hasta unos debates televisivos en los que salió bien parado. En el primero (TVE) estuvo por encima de la media; y en el segundo (La Sexta y Antena 3 TV), ganó claramente a sus tres vocingleros contrincantes.

El Congreso está conformado por tres bloques: 1) el mayoritario de izquierdas integrado por PSOE y Unidas Podemos con 165 diputados, 2) la oposición de derechas —menos homogénea que el bloque contrario— formado por PP, Cs, Vox y Navarra Suma con 149 escaños y 3) el mosaico independentista-nacionalista de ERC, JxCAT, PNV, Bildu con 32 asientos. Después, tres partidos menores (Coalición Canaria, 2 escaños; Compromís, 1 escaño; Partido Regionalista de Cantabria, 1 escaño) completan los 350 miembros de la Cámara legislativa baja. Si Iglesias se empeña y Unidas Podemos le secunda —que lo hará— Sánchez podría encontrarse ante una situación muy difícil: o acepta un Consejo de Ministros con titulares ministeriales de UP, o no es investido.

Sánchez podría encontrarse ante una situación muy difícil: o acepta un Consejo de Ministros con titulares ministeriales de UP, o no es investido

La ecuación que requiere el candidato socialista para mantenerse en la Moncloa es esta y, en segunda vuelta, salvo desliz, negociado o espontaneo, de algún grupo catalán que se abstendrá en última instancia: PSOE (123), UP (42) y PNV (6). No es una combinación fácil porque la compatibilidad programática de los nacionalistas vascos es alta con los socialistas pero muy baja con los morados. Encaje de bolillos va a tener que hacer Pedro Sánchez para tejer una urdimbre parlamentaria que le sostenga de nuevo en la presidencia. Por eso, no está en condiciones de regatear las compensaciones que Iglesias le reclama. Y la esencial es un gobierno de coalición.

Un gabinete PSOE-UP sería —y lo saben tanto Sánchez como Iglesias— verdaderamente convulsivo para muchas instancias en España (sectores financieros, empresariales y Unión Europea) y haría mucho más cómoda la oposición que ejercerán las derechas. Por otra parte, en determinadas cuestiones (Cataluña, por ejemplo) socialistas y populistas no coinciden. No hay que olvidar que UP incorpora a 7 diputados de En Comú Podem que exigirán también condiciones específicas en la política gubernamental para Cataluña.

Sánchez y el PSOE deben revisar el paradigma en el que se instalaron el 1 de junio de 2018. El próximo debate de investidura no será como el de la moción de censura. La argamasa entonces consistía en expulsar a Rajoy y al PP del Gobierno. Los elementos aglutinantes ahora para conjurarse en torno a Sánchez son muy diferentes y desde Ferraz y Moncloa se tendrá que aplicar una lógica también nueva, esencialmente concesiva hacia el factor estratégico del Congreso que es Unidas Podemos dirigido por el discurso de Pablo Iglesias. Por eso, no estamos ante un escenario cómodo para Sánchez y los socialistas. No van a poder hacer políticas transversales, de amplio espectro, sino de nicho, de izquierdas. Es decir: un gobierno militante, duro y combativo.

Una vez Rivera ha descartado manejar la baza de sus 57 escaños en el juego de la gobernabilidad con el PSOE de Sánchez, resulta nítido que el vencedor estratégico de las elecciones generales es Pablo Iglesias y Unidas Podemos. Es estratégico —en la segunda acepción que le asigna el diccionario— aquello "esencial, de importancia decisiva para el desarrollo de algo". Sin los 42 escaños morados no hay investidura del actual presidente en funciones y, por lo tanto, tampoco Gobierno de izquierdas. La legislatura actual —la decimotercera— pasa por un acuerdo entre Sánchez e Iglesias, que aquel desea solo programático y parlamentario y este pretende que implique un Ejecutivo de coalición.

Pedro Sánchez