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Ayuso y el valioso voto de los 'nuevos madrileños'
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José Antonio Zarzalejos

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Ayuso y el valioso voto de los 'nuevos madrileños'

Estamos ante una lenta pero imparable trasformación del cuerpo electoral en el nivel local en España. En Madrid, el 20% de la población es inmigrante

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Borja Sánchez Trillo)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Borja Sánchez Trillo)
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Los inmigrantes instalados en España, en particular los nacionales de países no integrados en la Unión Europea, una vez cumplidos determinados requisitos, son una potencia electoral que podría llegar a ser importante. Isabel Díaz Ayuso y sus colaboradores se apercibieron hace algún tiempo de la necesidad de atender políticamente a colectivos de nacionales de otros países y de seducirlos para obtener su respaldo en las urnas. El PP ha creado en Madrid una secretaría para los Nuevos Madrileños bajo la responsabilidad de Gustavo Eustache, un venezolano residente en España y buen conocedor de los colectivos latinoamericanos asentados en la capital y la comunidad.

En España, pueden votar en las municipales y en los comicios al Parlamento Europeo los residentes de los países de la Unión Europea y en las municipales —no en las autonómicas— los nacionales cuyo país haya firmado con el nuestro un acuerdo bilateral. Por el momento, el Estado español ha suscrito estos convenios con Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, Chile, Corea del Sur, Noruega, Islandia, Cabo Verde, Reino Unido y Trinidad Tobago. Estas personas deben tener un tiempo de residencia ininterrumpido de cinco años, ser mayores de edad y solicitar el voto y la inscripción en el censo electoral. La oficina competente del Instituto Nacional de Estadística ha remitido ya un total de 455.024 comunicaciones a otros tantos extranjeros para facilitarles los trámites. En Madrid, el INE ha enviado 69.698 comunicaciones, 68.097 a Alicante y 51.974 a Barcelona. Los grupos más numerosos de los destinatarios de estas comunicaciones son nacionales del Reino Unido, de Ecuador y de Colombia.

Foto: Feijóo, Ayuso y Almeida, en el acto en Madrid. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

No se conoce —al menos oficialmente— cuántos residentes extranjeros se han registrado para votar en Madrid el 28-M pese a que el plazo para la inscripción venció el pasado 15 de enero. Pero, sean cuantos fueren, prestar atención a estos ‘nuevos madrileños’ es un acierto porque la capital de España se ha convertido en una nueva Miami. Muchos de los hispanohablantes proceden de países en donde los sistemas políticos son totalitarios con gobiernos que expolian los patrimonios y acosan a los disidentes. Ciertamente, España en su conjunto y Madrid de forma singular, son destinos de acogida, una opción de refugio, un espacio de convivencia europeo con altos estándares para ese tipo de emigración.

El esfuerzo de los partidos políticos, en este caso del PP, debería consistir también en que la integración electoral se corresponda con la cívica y la laboral para que estos colectivos absorban nuestra cultura democrática sin merma alguna de su identidad. En este sentido, resulta inquietante que en algunos grupos se inserten con fuerza distintas ramas del evangelismo, una confesión que en países latinoamericanos —y en Estados Unidos— muestran una clara vocación de intervención política. Aquí también. La disertación de la predicadora Yadira Maestre el pasado 25 de marzo en el acto Europa es Hispania organizado por el PP y con asistencia de Ayuso, Almeida y Feijóo resultó detonante y extraña. Maestre es fundadora de un centro denominado Cristo viene que opera en Usera. Mantiene ciertos esoterismos como la milagrería y su verbosidad remite a campañas de líderes no particularmente deseables. Cierto es que la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España ha subrayado después de aquel acto su propósito de deslindar los espacios de la religión y la política.

El impulso a la participación política de los inmigrantes es positiva y, sobre todo, realista, teniendo en cuenta la demografía en España

Al margen del riesgo que comporta incorporar al discurso político contenidos propios de creencias alternativas, el impulso a la participación política de los inmigrantes es positiva y, sobre todo, realista, teniendo en cuenta la demografía en España (Madrid ha perdido población tras la pandemia del coronavirus) que es, vista aún de lejos, uno de los problemas que pueden llegar a ser estructurales. Una inmigración bien instalada en nuestro país supone, si es ordenada y penetran en ella los principios de nuestra convivencia con respeto a su cultura, valores e identidad, una oportunidad y un reto. Si así lo han diagnosticado en el PP de Madrid y el Gobierno de Ayuso, habría que felicitarse, más aún si en las listas electorales municipales se incrustan más adelante extranjeros residentes en nuestro país.

Se está produciendo un fenómeno interesante en el Reino Unido. El primer ministro, Risni Sunak, es de origen indio; el alcalde de Londres, Sadiq Khan, de origen pakistaní, y el nuevo ministro principal de Escocia y líder del SNP, el partido independentista en el Gobierno, Humza Yousaf, musulmán y también de origen pakistaní. Los británicos han integrado así a varias generaciones de inmigrantes de su comunidad histórica de la época imperial (ahora Comunidad de Naciones) y, en cierto modo, serían una predicción de lo que podría suceder con el tiempo en España con ciudadanos con orígenes en los países de habla hispana. Occidente está cambiando su morfología social y, por lo tanto, también política. Hay que prepararse para absorber con optimismo realista ese futuro que está golpeando nuestra puerta con la aldaba.

Los inmigrantes instalados en España, en particular los nacionales de países no integrados en la Unión Europea, una vez cumplidos determinados requisitos, son una potencia electoral que podría llegar a ser importante. Isabel Díaz Ayuso y sus colaboradores se apercibieron hace algún tiempo de la necesidad de atender políticamente a colectivos de nacionales de otros países y de seducirlos para obtener su respaldo en las urnas. El PP ha creado en Madrid una secretaría para los Nuevos Madrileños bajo la responsabilidad de Gustavo Eustache, un venezolano residente en España y buen conocedor de los colectivos latinoamericanos asentados en la capital y la comunidad.

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